Al mismo tiempo que bajó la fiebre de la crisis en el mercado, el giro en la política económica del segundo semestre también bajó la temperatura del consumo en la calle. Las empresas fabricantes de alimentos y productos de consumo masivo están preocupadas porque la inflación (6,2% en septiembre) empieza a hacer mella en su volumen de ventas. No es la única variable que impacta sino que existen otros dos factores que se suman para poner un freno al consumo y, por ende, a toda la actividad económica. Así lo advierten altos ejecutivos a cargo de compañías que producen y venden productos de consumo masivo.
La variable más evidente, y también la más temida, es la pérdida de poder adquisitivo. Desde julio, los salarios pierden la carrera contra la inflación, cada vez por mayor diferencia. El último índice oficial, de agosto, arrojó un avance de los salarios registrados de apenas 4,6% versus una inflación que fue de 7% en el mismo mes. Un comportamiento similar al del mes anterior, con una suba salarial de 5,3% comparada con un aumento de 7,4% de los precios.
“En general, cuando se evalúan en el largo plazo las curvas de inflación y salarios y se ve que empiezan a descompensarse, hay pérdida de poder adquisitivo y eso se traduce en menor consumo”, afirmó Laura Barnator, gerente general de Unilever Argentina, quien confirmó que tras un primer semestre en el que hubo un buen desempeño del consumo, se advierte “una retracción” a partir de agosto.
“Se registra una retracción en todos los sectores. El primer semestre hubo un muy buen nivel de consumo y en julio se produjo un pico, que estuvo asociado a la situación de crisis que se vivió ese mes, con una demanda que no fue genuina sino fenómeno de stockeo. A partir de agosto empieza a declinar”, detalló Barnator.
La caída del salario real es un factor determinante pero no excluyente en el nuevo contexto de enfriamiento económico. La fuerte suba de tasas de interés aplicada por el Banco Central en los últimos meses, que acumula una suba de 23 puntos básicos desde junio, encareció el financiamiento y desaparecieron los planes de cuotas a más largo plazo. Sin ese incentivo, las ventas de productos no esenciales que hacen al volumen de grandes cadenas de retail, se derrumban. “El financiamiento es un factor fundamental para poder incentivar el consumo de todos los productos que vende la industria electrónica, especialmente aquellos que no están asociados a una primera necesidad como puede ser un celular”, explicó desde la asociación que agrupa a las fábricas de electrónica AFARTE, Ana Vainman, la nueva directora ejecutiva de la entidad.
En la misma línea opinó el gerente general de GDN Argentina, Martín Lemos, quien lidera en el país la operación de los super e hipermercados ChangoMás, adquiridos por el empresario Francisco De Narváez a Walmart.
En ese contexto, el anuncio del ministro de Economía, Sergio Massa, de la vuelta de planes en 30 cuotas para la compra de televisores, acondicionadores de aire y celulares es un alivio muy parcial y dirigida a sectores muy específicos.
“Estamos viendo un desgaste a partir de julio, agosto. Se nota una desaceleración que se explica por distintos factores: esencialmente, es notorio en todas las categorías que están asociadas al financiamiento. El costo de financiación aumentó mucho en los últimos meses, los planes con cuotas largos son caros y ya no están tan presentes. Además, el precio de todos los productos de línea blanca y electrónica se fue muy arriba, con lo cual la única manera de acceder es financiando y eso, ahora, no está”, dijo el ejecutivo. Pero no sólo esos rubros están afectados. En las góndolas de las categorías más básicas, como alimentos y productos de almacén, también se advierten síntomas de dificultades económicas.
“Hay cambios de hábitos como envases más chicos, cambio de marcas, un mix de compras distinto. Eso se termina traduciendo en un ticket más bajo”, dijo Lemos, quien aporta el tercer elemento que explica el panorama actual. No se trata sólo de una retracción de la demanda sino, también, de una menor oferta en los nichos donde, tal vez, las categorías involucradas sí conseguirían compradores.
“El costo de financiación aumentó mucho en los últimos meses, los planes con cuotas largos son caros y ya no están tan presentes” (Lemos)
“En parte, se explica por la pérdida de poder adquisitivo pero también hay algo asociado al abastecimiento, es una pata que nos impacta a todos los que importamos, sea insumos o productos terminados. Eso termina afectando la propuesta, tenemos menos surtido. Y de cara a la industria, el flujo de entrega se ve afectado por la disponibilidad de insumos”, explicó el directivo de la cadena de supermercados.
De cara al próximo año, el panorama luce para todos imprevisible. Mientras Vainman afirmó que “estamos midiendo el día a día”, desde Unilever Barnator aseguró que en la compañía trabajan con 5 ó 6 escenarios distintos para planificar el negocio, algo similar a lo que le ocurre a Lemos, quien diseña estrategias en base a proyecciones que se modifican todas las semanas.
Los tres coinciden que el principal objetivo, no sólo de las empresas sino también de la Secretaría de Comercio que encabeza Matías Tombolini, es sostener el volumen de consumo para evitar recortes de personal.
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