La estimación incluye la recaudación de impuestos nacionales y provinciales más los de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y las contribuciones al sistema de Seguridad Social, pero no las tasas y tributos municipales. Además, el trabajo señala que si bien la presión fue más o menos similar en los últimos años, está por debajo del máximo alcanzado en 2015 cuando la suma de recaudación nacional, provincial y de la seguridad social de los mismos distritos alcanzó un máximo de 31,1% del PBI. La presión descendió gradualmente en los años siguientes, hasta un mínimo de 27,8% en 2019, y volvió a aumentar, también gradualmente, pero sin alejarse de un promedio cercano al 29 por ciento.
“Lo primero que surge del análisis –dice el estudio del Instituto Argentino de Análisis Fiscal- es que para el gobierno nacional, que es quien envía el proyecto de presupuesto al Congreso nacional, la presión tributaria nacional (esto es, excluidas provincias y CABA) de este año 2022 como la del año 2023 se mantendría relativamente estable respecto al valor del 2021, cuando fue del 23,7% del PIB. En 2022 subiría levemente hasta el 24% y en 2023 descendería levemente hasta el 23,7 por ciento”.
A su vez, el estudio aclara que si la comparación se efectúa con 2019, último año de prepandemia, surge que la presión nacional (exclusivamente) será 0,7 puntos porcentuales superior en 2023, pero a su vez estará más de dos puntos por debajo del máximo de 2015, último año de la segunda presidencia de Cristina Kirchner.
En cuanto a la estructura tributaria; esto es, qué impuestos aumentan o disminuyen su incidencia, el informe compara los años 2019 (último de prepandemia) y 2023 (ya alejado del núcleo pandémico) y nota que los impuestos que más ganaron participación en la recaudación nacional son los de Bienes Personales y Ganancias, con aumentos de 1,4 y 0,9 puntos respectivamente. En el caso del primero, es un aumento verdaderamente extraordinaria, porque más que triplica su participación, de 0,6 a 2% del total. Otro impuesto que se destaca es el llamado PAIS (Para una Alternativa Inclusiva y Solidaria), aquel que se cobra sobre las compras del llamado “dólar-ahorro”, que no existía en 2019 y que en 2023, en su cuarto año de aplicación “de emergencia” concentrará 1,2% de la recaudación total.
Avances y retrocesos (relativos)
Los tributos que ceden participación, pero no necesariamente recaudación en términos reales, son las contribuciones a la Seguridad Social (que financian parcialmente el sistema jubilatorio) y el impuesto a los combustibles, cuyas actualizaciones el gobierno de Alberto Fernández fue postergando con objetivos supuestamente anti-inflacionarios. Los primeros pasarían de explicar el 23,4% de la recaudación en 2019 al 21,7% en 2023, en tanto los impuestos sobre los combustibles perderán un punto de participación en el mismo período, de 3,2 a 2,2% del PBI.
El estudio señala a su vez que los derechos de exportación (retenciones) y los de importación (aranceles) perderían 0,3 puntos cada uno en la torta recaudatoria y el IVA, el de mayor peso del sistema tributario, cedería igual participación, 03, puntos, al pasar de 29,9% de los recursos totales en 2019 al 29,6% el año próximo.
Cuando la comparación es con la estructura tributaria que imperaba en 2015 las conclusiones son diferentes, pues emerge que el impuesto que más aumentará su participación son las retenciones, que avanzarán, a estar del proyecto de presupuesto oficial, nada menos que 2,9 puntos porcentuales. Se trata de un fortísimo mordisco fiscal, en particular sobre el campo, e incluso supera el aumento de la participación del IVA, de 2 puntos, que es el principal tributo del sistema impositivo argentino.
Retenciones y resultado fiscal
Para dimensionar la importancia de esos 2,9 puntos, vale compararlos con el déficit fiscal de 1,9% del PBI, lo que significa que sin las retenciones el déficit fiscal sería de 4,8% del PBI, más de 150% por encima de lo proyectado en el ratificado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. A esos tributos le siguen Bienes Personales, Derechos de Importación y el impuesto al Cheque, cuya participación crece, en puntos del PBI, 0,8 en el primer caso y 0,7 en el segundo y tercero.
También es destacable que el impuesto sobre el “dólar ahorro” aportaría 1,2% del PBI. De vuelta, si se suma esa incidencia al margen de aumento de la de las retenciones, se obtiene que el déficit fiscal más que se triplicaría sin esos aportes. En tanto, pierden peso recaudatorio relativos los aportes a la Seguridad Social, , Ganancias y Combustibles.
En cuanto a la parte de la presión tributaria que aportan las provincias, el estudio nota que el máximo se dio no en 2015, sino en 2017, previo al acuerdo fiscal que los gobiernos provinciales firmaron a fin de ese año con el gobierno de Mauricio Macri. Ese año, la presión fiscal provincial fue del 5,5% del PBI, pero se redujo en los dos años siguientes, hasta llegar a 4,8% del PBI en 2019 y subió y se mantuvo en torno del 5% en los años del gobierno de Alberto Fernández, que proyectó que la presión provincial se mantendrá en ese nivel en 2023, aunque el nuevo pacto fiscal liberó las manos a los gobiernos provinciales para volver a aumentar impuestos.
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