El Gobierno debería tratar de contrarrestar la desaceleración de la economía producida por la alta inflación y los desequilibrios macroeconómicos con un impulso al crédito. En términos macro, debería empujar hacia abajo la brecha cambiaria para lograrlo y en términos micro una herramienta podría ser utilizar a la Anses para las familias de menores ingresos, según un informe.
Un informe de una consultora privada alerta que la tarea no será fácil por la baja relación del crédito en relación al PBI, que se achicó aún más por el fuerte aumento de los precios y deterioro de la capacidad de compra de los salarios luego del transitorio repunte de los préstamos hipotecarios en 2016 y 2017.
El reporte de Analytica destaca que “el pánico generado por la inminencia de una nueva crisis forzó a la gestión Fernández a implementar políticas que de manera inexorable provocarán una caída en el nivel de actividad”, por una política monetaria y fiscal de carácter contractivo, con suba de tasas de interés y recorte del gasto público y aumento de la presión tributaria.
El Gobierno puede intentar atenuar las consecuencias del enfriamiento a través del crédito bancario a familias y empresas (Analytica)
En particular, “la reducción del gasto público, el endurecimiento del cepo cambiario, la fuerte suba en las tasas de interés y el intento de poner límites explícitos a la reapertura masiva de las negociaciones salariales afectarán directamente el consumo, el principal motor de corto plazo de la demanda agregada”.
Ante esta situación, según el estudio que dirige Ricardo Delgado, “el Gobierno puede intentar atenuar las consecuencias del enfriamiento a través del crédito bancario a familias y empresas. Sin embargo deberá modificar la actual política crediticia”.
Al respecto, recordó que el gobierno de Mauricio Macri “intentó en 2018 suavizar los impactos de los ajustes devaluatorios mediante préstamos de la Anses. Si bien no era crédito bancario, la idea era compensar la caída de los ingresos en los sectores más desfavorecidos con acceso a financiación barata”.
“Estimular la demanda vía crédito es un camino complejo para el caso argentino. El crédito bancario al sector privado (en pesos y en dólares) se ubica en mínimos históricos. Mientras en 2010 el financiamiento a empresas representaba 5,8% del PBI, hoy apenas llega al 4,7 por ciento”.
En el caso de los préstamos personales “esa relación pasó del 5,7% al 4,1% del PBI. Un resultado llamativo, ya que una de las características de los esquemas de control cambiario es contar con tasas reales de interés negativas, que estimularían la demanda de crédito”.
El crédito bancario al sector privado (en pesos y en dólares) se ubica en mínimos históricos (Analytica)
Además, “en el inicio de la gestión Fernández se reimplantaron las líneas de crédito para la inversión productiva, con fuertes subsidios de tasas, que hoy representan el 13% del financiamiento total al sector privado”.
“Desde el piso de la pandemia (segundo trimestre de 2020) el PBI acumula un crecimiento de 25% en tanto el crédito privado decae 13 por ciento”.
Este fenómeno se debe a tres factores:
- La fuerte caída del financiamiento en dólares y del tipo de cambio real entre 2020 y 2022. Con expectativas devaluatorias siempre vigentes, el racional fue salir de la deuda en dólares;
- Las familias abandonaron significativamente el crédito bancario, tanto en pesos como en dólares;
- Entre las empresas aparecen las que se financian con utilidades no distribuidas (la industria y la construcción), las que sustituyen drásticamente crédito en dólares por crédito en pesos (el agro) y las que utilizan el financiamiento disponible (el comercio).
“Es claro que en la postpandemia el crédito total a precios constantes en pesos cayó 3% y en dólares, 59%. La caída en pesos se explica casi en su totalidad por el comportamiento de las familias (bajó14%), cuya participación es superior al 40% del crédito total”.
Este efecto, según Analytica, “fue compensado por el agro, que aumentó 21% su endeudamiento en pesos, como contracara a un menor endeudamiento en dólares (disminuyó 67%). Dado que el agro representa el 39% de los préstamos en esa moneda es el principal factor de caída”.
El efecto de la brecha
Por otro lado, los préstamos en dólares “muestran una tendencia decreciente desde fines de 2019 hasta ubicarse en niveles mínimos en la actualidad: a medida que la brecha crece el crédito cae”.
“El comportamiento es lógico dadas las persistentes expectativas de devaluación y considerando que las empresas pueden endeudarse en pesos a tasas reales negativas”.
Los préstamos en dólares muestran una tendencia decreciente desde fines de 2019 hasta ubicarse en niveles mínimos en la actualidad (Analytica)
“Un impacto directo de la sustitución de crédito en el agro es la reducción en el nivel de reservas, una política inexplicablemente estimulada por el propio BCRA. El crédito barato en pesos disminuyó el endeudamiento local en dólares del agro y abrió la puerta para que las prefinanciaciones de exportaciones alcancen un mínimo desde 2016 -excluyendo pandemia-: sólo 20% de las ventas al exterior del agro se financian con créditos en dólares cuando antes ese porcentaje llegó a ser de 50 por ciento.
“Si la gestión Massa quisiera utilizar el crédito bancario como herramienta anticíclica contra la probable recesión en gestación, es claro entonces que las estrategias deberían cambiar, considerando las características de cada actor relevante. Las familias necesitan una política crediticia más flexible, el agro tiene que volver a tomar crédito en dólares y, tanto la industria como la construcción, con bajos niveles de endeudamiento, podrían ser estimuladas para volver a él”.
“A diferencia de lo sucedido en la pandemia, cuando la asistencia directa del Tesoro suplía la ausencia de financiamiento, ahora resulta necesaria un menor endeudamiento en dólares perjudica la acumulación de reservas brutas a través de dos vías”. Por un lado, “si el agro reduce su financiamiento externo, ingresan menos divisas”.
Por el otro, “los préstamos en dólares desde bancos locales se realizan con depósitos que no integran los encajes obligatorios en el BCRA (no contabilizados como reservas brutas). Sin embargo, cuando la empresa vende esos dólares en el MULC para hacerse de pesos y, digamos, pagar a sus proveedores, aumenta la oferta disponible de divisas”.
“Desde 2018 las familias son las que más sufren los efectos de la crisis; el salario registrado sigue 18,3% por debajo del nivel promedio de 2017. Con los aumentos de julio, las tasas de interés para los créditos personales están torno a 25% real, en tanto que para las empresas se ubican por debajo de +10% real. En este contexto, sin un cambio profundo de la política crediticia, las familias no sólo no habrán tomado crédito bancario en la postpandemia, sino que tampoco lo harán hacia adelante”, concluyó Analytica.
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