La pesca, el octavo complejo exportador de la Argentina, está en situación crítica. El aumento de los costos internos, empujado por la inflación, le está quitando aire a un sector que deriva el grueso de sus ingresos de las ventas a un mercado mundial hoy deprimido, en el que el precio internacional del principal ítem de exportación pesquera argentina, el langostino congelado, cayó fuertemente y en que las monedas de mercados clave, como el europeo y los del este de Asia, se devaluaron respecto del dólar, restándoles poder de compra y deprimiendo la demanda.
La política de retraso del dólar oficial respecto de la inflación aplicada durante los últimos dos años y las retenciones a las exportaciones son “la frutilla del postre” y determinan un aumento de costos en dólares que va expulsando a las empresas argentinas de mercados que habían ido ganando a lo largo de más de una década.
Estamos en una situación crítica similar a la prepandemia y la pandemia (Boiero)
A principios de agosto se dijo que el sector liquidaría unos USD 300 millones en 45 días, en línea con el ritmo de ventas de esta parte del año, en que se está terminando la zafra del langostino, que arrima más de dos tercios de los 1.800 a 2.200 millones de dólares anuales de exportaciones pesqueras del país. Pero las perspectivas se están reduciendo, por razones externas e internas. Algunas pesqueras ya amarraron los buques congeladores de langostino y otras lo harán la próxima semana, pese a que usualmente la especie se pesca hasta las primeras semanas de octubre.
“La flota langostinero está parando antes, no por cuestiones biológicas, sino por falta de rentabilidad”, dijo a Infobae Eduardo Boiero, presidente de la Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de la Argentina (Capeca) y representante del sector en el Consejo Agroindustrial Argentino, uno de los actores que participó en la negociación del llamado “dólar-soja”.
“Estamos en una situación crítica similar a la prepandemia y la pandemia, porque a la baja de precios se suma aumento de costos”, dijo el dirigente, quien junto a otros representantes del sector espera volver a reunirse la próxima semana con el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Juan José Bahillo, y el subsecretario del área, el santacruceño Carlos Liberman.
Como en la convertibilidad
“El Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) neto de retenciones se aproxima a los valores de los años ‘90. Las políticas que retrasan el tipo de cambio nominal para evitar su traslado a los precios internos generan pérdidas económicas significativas a las empresas exportadoras, desincentivan la inversión y atentan contra la generación de empleo. En los últimos 16 años el TCRM perdió un 43% de valor con relación a los mercados de destino de nuestras exportaciones, que no es otra cosa que la pérdida de competitividad”, dice un estudio que Capeca dio a conocer a Bahillo y Liberman. En los primeros 7 meses del año el sector exportó por valor de USD 1.038 millones, precisa el estudio, elaborado por el economista Fabián Pettigrew.
Las políticas que retrasan el tipo de cambio nominal para evitar su traslado a los precios internos generan pérdidas económicas significativas (Capeca)
Un gráfico de ese documento muestra -tomando como “base 100″ diciembre de 2015- que el valor del dólar oficial menos retenciones es casi 50% inferior al de principios de 2006 y se acerca al de 1997, cuando -durante la convertibilidad- la pérdida del poder adquisitivo del dólar ya rozaba el límite. La comparación se refiere al dólar oficial de junio 2022 pero mantiene su validez, pues Economía y el BCRA pararon la política de retrasar el dólar respecto de la inflación, pero aún no revirtieron el retraso acumulado.
“Es un momento raro, porque desde el punto de vista biológico, para pescar, es bueno: el recurso está sano. La merluza está en recuperación, hay abundancia, igual que con el langostino, del que se está encontrando un equilibrio en torno de las 200.000 toneladas anuales de captura; el calamar también viene con buenas capturas e incluso precios. La cara fea de la moneda es la situación macroeconómica. El retraso cambiario nos afecta cada día más. Somos como un nadador al que se le van durmiendo las piernas. El sector tiene gran potencialidad, pero se está asfixiando”, dijo a este medio Federico Angeleri, director comercial del Grupo Veraz-Contesi.
Rentabilidad negativa
La pesca es una actividad mano de obra intensiva y con la brecha que se acumuló entre dólar oficial e inflación las ecuaciones dejan de cerrar, explicó Angeleri. “La rentabilidad es negativa en muchos productos, nos cuesta mucho financiarnos, se empieza a consumir capital de trabajo y a quemar stocks”, dijo a Infobae.
Aunque de capitales locales y origen familiar, el grupo Veraz-Contesi (inicialmente, Astilleros Contesi) no es una empresa pequeña: emplea 800 personas, tiene 4 plantas procesadoras (dos en Mar del Plata, una en Rawson, Chubut, y una en Puerto Deseado, Santa Cruz) y 9 buques propios. “Somos un grupo integrado: construimos buques pesqueros, pescamos y comercializamos”, explicó Angeleri. Por valor, la principal especie del grupo es el langostino. Por volumen, la merluza hubbsi (45% se exporta en filetes, el resto es harina y aceite de pescado). Ahora la empresa también está pescando caballa, que envasa en su planta conservera de Mar del Plata. Las otras tres están orientadas a la exportación.
Inflación en dólares
“Tenemos inflación en dólares y caída de precios, el escenario se está complicando”, coincidió Gustavo Casanova, director de operaciones de la planta en Puerto Deseado del Grupo Arbumasa, que tiene otra planta en Mar del Plata, emplea unas 1.000 personas, cuenta con 20 buques y exporta entre 110 y 120 millones de dólares anuales, principalmente langostino congelado y calamar, que completa con pesca de “variado costero” frente a la costa marplatense. El grupo aspira a una tercera planta en Puerto Madryn, que ahora limitará a cámaras de frío y un taller para atender su flota.
“Los espacios en cámara son limitados y seguir pescando implica seguir generando costos, que hay que pagar. Y si no se vende ....”, explicó. “No toda la flota, pero sí empezamos a amarrar los buques congeladores de langostino”, indicó Casanova. “No pretendemos medidas que colisionen con la situación del país, pero tenemos nuestra realidad y somos un sector generador de divisas, con niveles de salarios muy por encima de la media nacional y la situación se está tornando crítica. Es necesario algún tipo de medida, que le dé aire al sector. No sé si es dólar–langostino o eliminar retenciones, pero algo que le dé un poco de aire a las empresas”, concluyó.
Más al sur, con centro de operaciones en Ushuaia, hace 30 años opera Estremar, dedicada ahora a la de pesca merluza negra, de cola y polaca. Se trata de una empresa de capitales noruegos: en 1992 el grupo internacional Ocean Harvest la adquirió a American Seafoods, de EEUU.
Es necesario algún tipo de medida, que le dé aire al sector. No sé si es dólar–langostino o eliminar retenciones, pero algo que le dé un poco de aire a las empresas (Casanova)
La merluza negra compite con la centolla como la variedad más cara del Mar Argentino. Estremar la pesca cerca de la Isla de los Estados, a entre 800 y 1.200 metros de profundidad, precisó Tomás Gerpe, director de Desarrollo de Nuevos Negocios, limitada por la zona de exclusión en torno a Malvinas y los bancos Burdwood y Yaganes, del Área Marítima Protegida Namuncurá
La empresa emplea 400 personas, opera también el buque San Arawa II, de la firma homónima. Estremar exporta unos USD 25 millones al año y San Arawa entre 30 y 35 millones. Todo lo que se pesca es para exportación, “salvo algo de surimi que se usa para hacer kanikama”, explicó Gerpe a Infobae. “El mercado está más lento, los costos laborales se incrementaron con la inflación y el precio del gasoil es el que diga YPF; no tenemos ninguna capacidad de negociación”.
Desfase
Ese desfase se profundizó a lo largo del último año. El estudio de Capeca precisa que mientras entre septiembre de 2021 y junio pasado el costo del gasoil aumentó 128% en Mar del Plata, 122% en Puerto Deseado y 99% en Caleta Olivia, el dólar al que se liquidan las exportaciones pesqueras aumentó 24,3%, sin contar la merma por retenciones.
Este año tuvimos que hacer una producción muy pequeña, para cumplir compromisos asumidos, con rentabilidad cero o negativa (Angeleri)
Los dos buques que normalmente opera Estremar están parados. “Queríamos renovar el Centurión del Atlántico en un astillero en Noruega e incorporarle tecnología no disponible acá, pero tuvimos que cancelar el proyecto, por la dificultad de acceso a dólares”, contó Gerpe a este medio.
Son muestras de la “asfixia” que refiere Angeleri, de Veraz-Contesi. “Nuestro grupo -contó a Infobae- fue uno de primeros elaboradores de langostino pelado y desvenado y hace 15 años -cuando el langostino argentino era muy poco conocido- abrió ese nicho de mercado en EEUU. “Lo colocamos en bolsitas de una y dos libras, para venta directa en supermercados. Llegamos a elaborar 1.800 toneladas por año. Pero este año tuvimos que hacer una producción muy pequeña, para cumplir compromisos asumidos, con rentabilidad cero o negativa, porque los costos internos aumentaron mucho por la inflación”, contó Angeleri.
Los precios de las commodities se movieron después de la pandemia, pero el desbarajuste interno nuestro es mayor que lo que se pueden mover los precios, subrayó Angeleri, “Nosotros ya paramos 3 de 4 buques congeladores. Dimos por terminada la temporada, no es lindo tomar este tipo de decisiones”, dijo el empresario, que además del aumento del gasoil refirió el casi 200% de los lubricantes y el del sulfito, un aditivo que se usa ara evitar la oxidación del langostino (también de vinos y embutidos). Otros costos, señaló, aumentaron por las complicaciones para importar.
Estamos perdiendo mercados de productos de valor agregado que nos costó mucho desarrollar (Angeleri)
Es una pena que estando tan bien desde el punto de vista biológico, con el área pesquera trabajando los temas de conservación y sustentabilidad, la Argentina ceda mercados por su política económica, lamentó Angeleri. “Estamos perdiendo mercados de productos de valor agregado que nos costó mucho desarrollar”, dijo el ejecutivo de Veraz. Y concluyó: “Estamos volviendo a exportar commodities para que se procesen en Perú, Guatemala, Indonesia, Tailandia, Vietnam, China, que se posicionan en cadenas de valor que habían llegado a ser 100% argentinas”.
¿Por qué ocurre eso? El estudio de Capeca precisa, por caso, que entre marzo de 2019 y marzo de 2022 mientras el “salario básico marinero” aumentó 240%, los precios mayoristas (costos para el sector) lo hicieron 224% y el dólar oficial que cobran los exportadores 164 por ciento.
Del mismo modo, en el caso de los aceites, otro costo clave de la pesca, entre febrero de 2020 y julio de 2022 (los períodos de comparación difieren, según disponibilidad de datos) mientras el aceite “extravida” aumentó 256% y el “disola M” 253%, el dólar oficial aumentó 110 por ciento. Algo parecido pasó con los estuches y plásticos en que se envasan las exportaciones pesqueras de mayor valor agregado: entre enero de 2020 y julio de 2022 la tapa aumentó 181% y la base 201%, muy por sobre el 110% que en el mismo período aumentó el dólar oficial. Guarismos similares arroja la comparación entre el aumento del precio del Nylon, otro insumo esencial, y los de las “cajas máster” contra el precio del dólar al que se liquidan las exportaciones pesqueras.
Un mercado internacional deprimido y la casi permanente y predadora presencia de centenares de buques chinos al borde e incluso aguas adentro del Mar Argentino juegan en contra de la pesca local. La aspiración de los empresarios del sector es que al menos la política económica deje de hacerlo.
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