La inflación recargada y los salarios en baja complican el escenario electoral del kirchnerismo para el año próximo

El gran desafío para el Gobierno será mostrar éxito en su lucha contra el aumento de los precios, que ya suben a una velocidad de tres dígitos. Esa batalla será clave para que el oficialismo llegue con chances a las elecciones

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Sergio Massa consiguió alejar el peor escenario para la economía: descontrol cambiario y la posibilidad de una hiperinflación. Obtuvo resultados rápidos y consolidó sus primeras medidas con el respaldo del FMI e incluso del Tesoro norteamericano. Lo que viene por delante es mucho más arduo y él lo sabe. Su apuesta ahora es que el kirchnerismo llegue a las elecciones del año que viene con chances reales de continuar en el poder.

Una cosa es estabilizar el dólar y reducir la brecha cambiaria apenas debajo del 100% y otra muy diferente es mejorar el bienestar de las familias. Y para eso es fundamental conseguir una reducción fuerte de la inflación y al mismo tiempo un aumento de los salarios en términos reales. Luce como un objetivo sumamente difícil, a pesar del buen arranque que consiguió el ministro de Economía.

La inflación de los últimos seis meses arroja un ritmo de aumento anualizado del 108%, es decir que ya se ubica en niveles de tres dígitos. Massa planteará hoy al presentar ante el Congreso el proyecto de Presupuesto 2023 que apunta a bajarla cerca de la mitad. No se sabe si realmente piensa que es factible o si se trata del viejo artilugio de subestimar ingresos para disponer discrecionalmente del gasto, sin necesidad de aprobación legislativa.

El 7% del índice de agosto reflejó lo complejo que resulta romper la inercia inflacionaria. Luego del pico de julio, ni siquiera la caída de los dólares financieros ayudó a moderar la presión sobre los precios.

Algunos rubros suben al 10% mensual en forma persistente, como sucede con la ropa y el calzado, no muy diferente a lo que sucede en las góndolas de los supermercados, tanto para alimentos y bebidas, como para artículos de higiene personal y limpieza del hogar. Sólo la estabilidad del precio de la carne permitió que en agosto no se llegara a un nuevo récord mensual.

Massa es consciente que no puede quedarse con los logros de corto plazo y que la economía continúa en estado frágil, como describió el FMI luego de la reunión que mantuvo con la número uno del organismo, Kristalina Georgieva. Cualquier cimbronazo externo o interno podría llegar a desmoronarla nuevamente.

En este marco, lograr una baja sustancial de la inflación en 2023 y una consiguiente mejora del salario sería poco menos que milagroso. Pero al mismo tiempo es quizás la única esperanza que tiene el Gobierno de llegar relativamente bien parado a las elecciones del año que viene. Todas las encuestas coinciden en la baja imagen positiva del Gobierno y la disminución de la intención de voto en el oficialismo.

El 7% que arrojó la inflación en agosto reflejó la resistencia que tiene el ritmo de precios para desacelerarse, luego del pico de 7,4% de julio. La gran apuesta de Massa es conseguir resultados a partir de las últimas medidas que apuntan a bajar el déficit y la emisión monetaria, junto a una suba de tasas de interés

Las medidas de Massa van en línea con lo que reclamaba no sólo el FMI sino también la mayoría de los economistas profesionales. Segmentación tarifaria para bajar el peso de los subsidios, tasas de interés positivas en términos reales, reducción gradual del déficit fiscal y compromiso de moderación en la emisión monetaria.

Este manual “ortodoxo” estará acompañado a su vez de una inevitable desaceleración económica, pero que no llegaría a transformarse en una recesión. El escenario más probable para el año que viene difícilmente sea de ayuda para las chances del oficialismo: crecimiento casi nulo, inflación todavía muy alta y salarios que difícilmente recuperen poder de compra.

La armonía de Cristina Kirchner y Sergio Massa, que mantienen reuniones regulares en el despacho de la vicepresidenta en el Senado, será puesta a prueba a medida que se acerque el calendario electoral. Cristina explotó contra Guzmán a mediados de 2021, cuando las encuestas no eran favorables para el oficialismo en la previa de las legislativas. A través de una carta, le ordenó salir a inyectar dinero en la economía, lo que luego se conocería como el “Plan Platita”. ¿Podrá Massa mantener una conducta férrea en medio de las presiones políticas si las proyecciones electorales no acompañan al Gobierno?, es uno de los interrogantes que por ahora está sin respuesta.

Por delante no aparecen buenas noticias en materia de precios. Por un lado queda aún mucho recorrido para el aumento de tarifas, ya que la quita de subsidios se va realizando en cuotas. Además, la mayoría de las paritarias está a punto de reabrirse, por lo que habrá nuevos aumentos de salarios. La única forma de poder pagarlos será con más incrementos de precios. Por otra parte, el dólar oficial ya sube a un ritmo de 7%, lo que también agrega presión sobre los bienes exportables, en particular alimentos.

En este contexto, Massa va en busca del milagro. Si demuestra que puede bajar la inflación, evitar una recesión y mejorar gradualmente los salarios tiene él mismo chance de convertirse en presidenciable o al menos mantener las chances electorales del Frente de Todos.

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