Con un 7% de inflación y un avance interanual de los precios que rozó el 80% en agosto, el cierre de 2022 en torno al 100% está prácticamente asegurado. La cifra entre septiembre y diciembre debería ser menor de 6% mensual para evitar los tres dígitos, pero con el nivel actual de inercia este escenario se proyecta poco probable. La gran apuesta del equipo económico es ahora el 2023, año complejo para apuntar todos los cañones a bajar drásticamente la inflación debido al calendario electoral. Recién llegado de los Estados Unidos, el ministro de Economía, Sergio Massa, enviará hoy el proyecto de Presupuesto al Congreso y, según trascendió, el objetivo es reducir la suba de precios a un 60%. ¿Es viable este pronóstico? ¿Qué auguran las consultoras privadas para el año próximo?
Algunos son más pesimistas que otros, pero lo que todos tienen claro es que para que la inflación baje drásticamente el Gobierno debería avanzar con un plan de estabilización, o política de shock, como se le suele llamar. Y nadie imagina ese escenario en 2023, cuando el oficialismo se juega la continuidad ya en un contexto económico adverso. Hay economistas que creen que justamente por el calendario electoral los precios subirán incluso más que este año, mientras que otros sostienen que podría ser algo menor si Massa logra sostener el ajuste que comenzó a aplicar desde que llegó al Palacio de Hacienda y el Banco Central logra recomponer reservas.
“Nos estamos manejando con 80% para 2023, pero estamos esperando a ver qué pasa con el Presupuesto. Creo que no va a ser más porque no es el escenario que le conviene a Massa. Si bien se entiende el gasto electoral, también está claro que el contrato con el FMI es muy claro. El apoyo de los Estados Unidos es muy contundente, pero a cambio le van a pedir cumplir con el 1,9% de déficit para 2023, por lo que va a continuar el ajuste”, consideró el titular de Analytica, Ricardo Delgado. Y agregó: “A lo que apuesta el Gobierno es a evitar una nueva crisis, con una tibia estabilización. Si logra mantener esta calma relativa en los mercados financieros, que dependen de muchas cosas, del ajuste, pero también de cómo vayas acumulando dólares en el BCRA, deberías tener menos inflación”.
Pero menos inflación no significa reducirla a la mitad. Según el economista, ello implicaría tener un 4% promedio por mes, que “es un esfuerzo fuerte”. “Implica sostener una disciplina fiscal y monetaria que en términos electorales es dura de sostener y militar. Quizá la apuesta de Massa sea, sin demasiada militancia pero con la estabilidad financiera y algo menos de inflación, llegar en condiciones más o menos competitivas a ser el candidato del oficialismo”, sostuvo Delgado.
El problema de reducir fuerte la inflación, analizó Lorenzo Sigaut Gravina, de Equilibra, es que hay mucho gasto nacional primario que está indexado, por lo que en la medida en que se desaceleran los precios, eso hace que crezca el gasto en términos reales y, por ende, complica la reducción del déficit. Por otra parte, sostuvo, “no hay medidas puntuales que hagan bajar fuerte la inflación, sino que ello requeriría de un plan de estabilización y para eso tendrías que hacer todos los ajustes este año y comienzos del próximo para luego congelar todo. Si bien no se puede descartar este escenario, habría que pagar costos y ya se estaría muy cerca de las primarias”.
En definitiva, Sigaut Gravina resumió: “Si no se hace nada, lo más probable es que haya una inflación lo más parecida a este año, tal vez un poco menor si, con suerte, hay un proceso de desinflación en el mundo. Pero con mala suerte o problemas cambiarios más cerca de las elecciones, claramente ahí los precios pueden superar el 100%”.
Para Guido Lorenzo, de LCG, este año la inflación rozará los tres dígitos y ése será el piso para 2023. No ve posible un escenario a la baja debido a que “ya se adquirió un cambio de comportamiento que hace que los precios se actualicen al menos una vez por mes. Eso le dio una inercia que será difícil de cortar. Esto se nota en estos meses donde a nivel global hay una desaceleración de la inflación, incluso caída del precio de los alimentos, y en el país eso no se nota”.
Los consultores coinciden en que para que la inflación baje drásticamente el Gobierno debería avanzar con un plan de estabilización, o política de shock
La proyección de EcoLedesma para este año roza el 97%, mientras que las expectativas para el año próximo no prevén un escenario diferente, en el mejor de los casos. El economista Gabriel Caamaño manifestó que debería haber bastante viento a favor por el lado de los precios energéticos con el fin de la guerra para que baje algo la suba de precios. “Y algo es que esté abajo de 100%, pero arriba de 70%. Si el Gobierno pretende bajarla al 50% sin explicar qué harán para lograrlo, no cierra. Es lo mismo que hacía Guzmán”, cuestionó el analista. Añadió que se podría bajar en esa magnitud si existiera viento a favor internacional y el Gobierno avanzara con un bruto ajuste fiscal y monetario, pero planteó que no es lo que están haciendo ahora y “parece poco probable que lo vayan a hacer en un año electoral”.
Para Econviews, la proyección para este año ya se ubica en 100% -a partir del 7% de agosto- y para el próximo prevén 110%, un escenario similar al previsto por FIEL. “No vemos ninguna posibilidad de que la inflación baje a la mitad el año que viene. Vemos una dinámica en la que los precios se mueven al 6% mensual o similar, en un contexto de incertidumbre electoral en el que no se puede usar el ancla cambiaria por la falta de reservas y habrá gasto electoral. Una incógnita es qué pasará con las tarifas el año que viene. Si no las suben, hay que ver cómo financian el déficit; y si las suben, habrá más inflación”, explicó el economista Andrés Borenstein.
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