La última suba de tasas que definió el Banco Central, llevando el rendimiento efectivo a más de 85% anual, está generando el efecto deseado de corto plazo. Según la última información difundida por el Banco Central, los plazos fijos en moneda local efectuados por el sector privado crecieron 6,8% en agosto, es decir por encima de la inflación esperada de ese mes. El stock superó por primera vez los 6 billones de pesos y en los primeros ocho meses del año registra una suba de 69%.
El objetivo de Sergio Massa cuando ordenó el aumento de 9 puntos ni bien asumió en el ministerio de Economía fue justamente bajar la tensión sobre el tipo de cambio y promover la inversión en instrumentos en pesos.
Un dato llamativo del mes pasado es que, al contrario de lo que vino sucediendo a lo largo de 2022, cayeron más de 3% los depósitos ajustados por UVA. Existen dos posibilidades detrás de esta tendencia: la primera es que los bancos limitaron a las empresas la posibilidad de realizar estas colocaciones, que básicamente indexan el depósito en pesos según la inflación mensual. Como no hay colocaciones en pesos que rindan tanto, la decisión de la mayoría de las entidades es restringirlos.
El “carry trade” llegó para quedarse aunque sea un ratito, fogoneado por altas tasas en moneda local, que incluso podrían llegar a incrementarse un escalón en la próxima reunión de directorio del BCRA o luego de conocerse los datos de inflación de agosto
Por otra parte, la última suba de tasas ya deja mucho mejor parados a los plazos fijos tradicionales, que incluso podrían por primera vez igualar o incluso llegar a ganarle en rendimiento a los ajustados por UVA. A diferencia de estos últimos, que deben ser realizados a un plazo mínimo de 90 días, los tradicionales pueden pactarse a sólo 30 días, lo que permite un margen de maniobra mayor.
La evolución del volumen de plazos fijos es bastante pareja en el año y demuestra que la expansión se mantiene más allá de los movimientos del dólar. Por supuesto que el cepo termina siendo un instrumento importante, porque le da menos opciones a las empresas que buscan dolarizarse.
Además de los depósitos, también se recuperaron de manera sostenida los bonos en pesos luego el cimbronazo que sufrieron en junio y julio. Con el último canje realizado a principios de agosto por cerca de $2 billones, Massa despejó el riesgo de un “reperfilamiento” de la deuda en moneda local, lo que impulso la suba de las cotizaciones.
El canje de deuda en pesos, altas tasas de interés y un tipo de cambio estable motivaron a inversores a posicionarse en plazos fijos y bonos en moneda local. La amenaza es ahora la acumulación de vencimientos entre los meses de junio y septiembre de 2023, justo en la previa de las elecciones presidenciales
Pero la preocupación respecto a la capacidad de repago de los bonos en pesos no se disipó del todo. Sucede que los vencimientos ahora se acumulan en la segunda parte del año que viene, justo en medio del proceso electoral. El economista Diego Giacomini, por ejemplo, advirtió que entre junio y septiembre de 2023 vencen 6,7 billones de deuda en moneda local y la cifra podría seguir abultándose. “Con devaluación oficial brusca de un salto y fuerte aceleración inflacionaria, estos vencimientos se potencian como nitroglicerina en montaña rusa”, indicó.
Pero por ahora nada de esto parece preocupar demasiado a los inversores, aunque siempre con una mirada cortoplacista. La caída de casi 20% en un mes de los distintos dólares financieros también impulsan la inversión en plazos fijos y bonos en pesos. El “carry trade” llegó para quedarse aunque sea un ratito. Esta renovada bicicleta financiera está fogoneada por altas tasas en moneda local, que incluso podrían llegar a incrementarse un escalón en la próxima reunión de directorio del BCRA o luego de conocerse los datos de inflación de agosto.
El nuevo “dólar soja” de $200 también ayudó a tranquilizar el mercado cambiario, ante la promesa de las cerealeras de ingresar USD 5.000 millones, lo que mejora el colchón de dólares del Central. A esto se le suma el compromiso de desembolso del BID por USD 1.200 millones que ayer anunciaron junto a Massa y falta el nuevo desembolso por USD 4.000 millones del FMI, contra el cumplimiento de las metas correspondientes al tercer trimestre.
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