Con toda la atención puesta en el desempeño del “dólar soja” y su impacto en la brecha cambiaria y las reservas del Banco Central, otro dato comenzó a generar interés en el mercado a última hora de la jornada. De acuerdo a las estadísticas difundidas ayer por la autoridad monetaria, la masa de billetes y monedas en poder del público, es decir, la cantidad de pesos en la calle, cayó por primera vez en al menos cuatro meses, lo cual los analistas lo consideran una buena noticia. Tras concretar a mediados de mes la cancelación de adelantos al Tesoro por $10.000 millones que anunció el ministro de Economía, Sergio Massa al asumir, el BCRA apagó la máquina de imprimir billetes y no volvió a asistir al Tesoro, al menos de manera directa. Así, de acuerdo al informe monetario de ayer, la base monetaria se contrajo el mes pasado en $125.000 millones, mientras que los pesos en poder del público lo hicieron en $84.600 millones al tiempo que, en contrapartida, aumentaron en $20.000 millones los depósitos bancarios. En niveles estratosféricos e impensados para las propias autoridades hasta hace menos de seis meses, la suba de las tasas de interés hizo parte del trabajo.
Las cifras están lejos de representar impactos significativos. Sin embargo, marcan un cambio de tendencia y, eventualmente, son interpretadas como indicios del rumbo que pretende tomar la nueva gestión económica. “Veníamos de una gestión económica muy errática, desdibujada. Ahora es más racional. Todo suma, aunque se trate en definitiva de esa racionalidad en el margen”, apuntó el economista Gabriel Caamaño, director de la consultora Ledesma. “Racionalidad en el margen” es el término que empieza a ponerse de moda entre los operadores, consultores y analistas del mercado para definir todas aquellas medidas que están bien orientadas pero que, en definitiva, no resuelven estructuralmente las profundas distorsiones de la economía argentina. La implementación del dólar soja, por caso, califica dentro de esta nueva categoría, lo mismo que las leves mejoras en términos monetarios obtenidas en agosto. Tales avances, de todos modos, serán difíciles de sostener a partir de este mismo mes.
“Veníamos de una gestión económica muy errática, desdibujada. Ahora es más racional. Todo suma, aunque se trate en definitiva de esa racionalidad en el margen” (Gabriel Caamaño)
“Es importante porque es una buena noticia que el Tesoro haya sido contractivo”, afirmó Martín Polo, jefe del departamento de Estrategia de Cohen, uno de los primeros en advertir el cambio, relevante en un contexto altamente inflacionario en el que un mayor crecimiento de la base monetaria podría resultar explosivo. Y ése es, precisamente, el principal desafío para el Gobierno a partir de ahora. Es que la implementación del tipo de cambio diferencial para los exportadores sojeros por este mes, traerá aparejada una emisión monetaria no prevista de unos $300.000 millones para cuya esterilización el Banco Central deberá hacer un enorme esfuerzo. Como todos los años, también deberá afrontar el mayor déficit de fin de año, siempre con el escaso margen que dejó la mega emisión para sostener los precios de la deuda en pesos tras el desarme virulento de posiciones en títulos CER que se desató en junio.
En la columna a favor de un entorno algo más benigno, Massa logró lo que a su antecesor Martín Guzmán le resultaba extremadamente complejo: reemplazar emisión monetaria por deuda en el mercado doméstico. Tras el canje de principios para descomprimir vencimientos, en el que ofreció un título “contra todo riesgo” para los inversores -el famoso bono dual que paga ajustado por inflación o por tipo de cambio, el rendimiento más alto-, Finanzas volvió a salir al mercado a fin de mes para captar otros $90.000 millones. Ambas operaciones le dieron algo de respiro y, sobre todo, financiamiento para pagar las cuentas del mes. “Massa estuvo en gran parte ayudado por un importante colchón que le dejó Batakis a fin de julio más la suba de tasa y el Banco Central operando consistentemente. Todo eso hizo que el circulante cayera en agosto”, dijo Caamaño, quien aportó que la ex ministra dejó en la cuenta del Tesoro unos $300.000 millones a disposición de su sucesor.
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