Aparecen los primeros síntomas de agotamiento de la recuperación económica post-pandemia

Mediciones de consumo, cifras oficiales y estadísticas privadas convergen en un sólo punto: el signo negativo que anticipa la evolución de la economía en el segundo semestre

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Ya no se trata sólo de proyecciones o expectativas cargadas de pesimismo. La economía empieza a dar señales concretas de un proceso de recuperación post pandemia que está agotado. Cifras oficiales, estadísticas privadas y mediciones de consumo empiezan a converger en un mismo signo a la hora de determinar su evolución y, en menor o mayor medida según el caso, es negativo. Son datos aislados que se van sumando para ratificar los pronósticos de recesión para el segundo semestre que sostiene el consenso de economistas y consultoras privadas, en un entorno de alta inflación, con falta de dólares para la producción y encarecimiento del crédito, también para el consumo.

Las primeras luces de alerta se conocieron en los últimos días de agosto con la difusión de mediciones privadas de actividad económica en general y también la performance industrial en particular del mes anterior, que indicaron variaciones negativas en términos intermensuales. Es que julio fue el punto de inflexión, tanto por la implementación del súper cepo a las importaciones dada la falta de dólares como por la inestabilidad financiera que provocó la intempestiva renuncia del ex ministro de Economía, Martín Guzmán. Aun así, gran parte de las compañías continuaron operando con stocks y trasladaron a precios la incertidumbre por el valor de reposición. Eso marcó un mes de alta inflación (7,4%) y un retroceso económico relativamente menor, de 0,3% para la actividad general y de 0,9% para la industria según los índices respectivos que elabora la consultora OJF. Pero sobre el inicio de septiembre llegó el primer dato oficial: por primera vez en casi dos años, la recaudación cayó en términos reales respecto del año anterior. Es decir, los ingresos tributarios crecieron por debajo de la inflación, lo que es un síntoma claro de una actividad ralentizada.

Los ingresos fiscales crecieron en agosto 72,2% respecto al año anterior cuando, a pesar de que aún no se conoce el dato de inflación del mes pasado, se asume incluso dentro del propio Gobierno que el piso de inflación ya se ubica entre 75% y 76% interanual. El IVA DGI, el impuesto que en definitiva sirve de gran termómetro del nivel de consumo salió casi empatado con ese nivel de inflación, lejos del dinamismo que mostró en meses anteriores y creció muy por debajo del del avance de precios respecto de julio, con una suba de apenas 4,5% cuando el piso de inflación para agosto se ubica en 6,5%, dato a confirmar la próxima semana con el dato oficial del INDEC. Sin embargo, la nota la dan las retenciones, que, en plena expectativa por la mejora del tipo de cambio, apenas cosecharon una suba de 3,8% y en el año acumula un diferencial negativo mayor a los 20 puntos respecto del año pasado. Aun cuando existan muchos otros factores que determinan este resultado, el menor nivel de recaudación por derecho a las exportaciones, particularmente con precios récord de las commodities a nivel internacional, indica una economía con desempeño “no positivo”.

“Los comercios trabajaron con mayor certidumbre, con precios relativamente más estables, pero con un consumidor medido al momento de realizar compras. Se sintió la falta de dinero en la calle para sostener ventas, especialmente en el rubro indumentaria”, ahondó el informe de CAME

En este sentido, se conoció en las últimas horas el índice de ventas de pequeños y medianos comercios que marcó un nuevo retroceso, en línea con lo que ocurre desde mayo.

Las ventas minoristas pymes cayeron 2,1% en agosto frente al mismo mes del año pasado, medidas a valores constantes”, señaló el comunicado de CAME, la asociación de comercios de todo el país que elabora el indicador donde se aclara que las ventas “aún acumulan un crecimiento de 1,0% en los primeros ocho meses del año (vs igual período 2021). Lo cierto es que agosto, aun contemplando las ventas por el día del niño que tuvieron una variación positiva respecto a la misma fecha del año pasado, la tendencia se mantuvo negativa. Ya en mayo y junio se había evidenciado la retracción de los consumidores. “Los comercios trabajaron con mayor certidumbre, con precios relativamente más estables, pero con un consumidor medido al momento de realizar compras. La observación general es que se sintió la falta de dinero en la calle para sostener ventas, especialmente en el rubro indumentaria”, ahondó el informe de CAME.

La estadística comercial coincide con las mediciones de las grandes consultoras de consumo masivo, que marcan una fuerte caída de las ventas en autoservicios y comercios independientes, particularmente en la zona metropolitana (-7,3%), en julio aunque un pico de ventas en categorías esenciales en supermercados donde, a fuerza del programa oficial de precios retrasados Precios Cuidados que se atribuye a un fenómeno de stockeo dada la combinación del “efecto aguinaldo” con la expectativa de más alta inflación y elevadas dosis de incertidumbre económica.

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