A 65 kilómetros de Buenos Aires, casi en la intersección de las rutas 3 y 205 y sobre las vías del ferrocarril, se vende una construcción de 90 años de antigüedad conocida como “el Castillo de Cañuelas”. Se observa fácilmente desde la ruta provincial 6 o de la autopista Ezeiza-Cañuelas, por ejemplo, en un nudo de autovías que conectan la zona, industrias y lugares de servicios de esta parte de la provincia de Buenos Aires.
El inmueble de 5 niveles de alto conserva su chimenea intacta y, con más de 5.000 metros cuadrados totales, fue por mucho tiempo la edificación más elevada de Cañuelas, y la primera en tener ascensor. Se comercializa por 3,8 millones de dólares.
Tuvo momentos de éxito, pero culminó mal y su último destino fue un lugar de bailantas que cerró en 2007. Actualmente está ocupado por una familia que lo tomó, pero según los dueños “lo cuidan”.
Cómo se construyó
“Es un punto focal para los automovilistas de paso, su imponente estructura con chimenea es como un faro que identifica la zona”, destacó a Infobae Germán Hergenrether del portal Info Cañuelas.
La edificación tiene una rica historia. Es del tipo industrial europeo y fue encargada por Gustavo Eugenio Artaux, quien había nacido en Chassey Lès Montbozon, Francia, en 1886, y se había especializado en la elaboración de alimentos deshidratados. La construcción se inauguró en 1932.
Artaux creó la empresa Finaco que funcionaba en “el Castillo de Cañuelas” y se dedicó a producir leche y huevo en polvo. Llegó a tener 400 empleados y a procesar 80.000 litros diarios de leche y 80.000 docenas de huevos. La empresa operaba en una zona donde la industria tambera y avícola eran muy fuertes.
“El inmueble y su imponente estructura con chimenea es como un faro que identifica la zona” (Hergenrether)
Fue muy activa en plena Segunda Guerra Mundial, cuando exportó sus productos en grandes cantidades hacia Irlanda e Inglaterra.
Además en la planta se fabricaron otros productos como el dulce de leche de marca Che-roga (”mi casa”, en guaraní); mate cocido con leche Yerbalet y Matelet, y té en hebras Khiber, entre otras.
A fines de esa década del ‘50, Finaco fue transferida a Industrias Materiales Fotográficos Argentinos (Imfasa), compañía que se dedicada a la importación de películas fotográficas cuyo dueño era el alemán Guillermo Woters.
A partir de 1961, antes de la quiebra definitiva, IMFASA fraccionaba bobinas de película fotográficas que provenían de la fábrica alemana Adox Photo Werke. Se vendían el mercado nacional baja la marca “Wena Pan”.
La reconocida fotógrafa y retratista Annemarie Heinrich -amiga de Woters- tuvo un local comercial en Buenos Aires donde se promocionaba las películas Wena procedentes de Cañuelas. Heinrich se especializada en retratos y desnudos, y pudo fotografiar a las estrellas del cine nacional, sus trabajos pueden verse en distintos museos y fue declarada Ciudadana Ilustre de Buenos Aires.
En 1965 presentó quiebra y fue rematada en el marco de la causa “Banco Industrial de la República Argentina contra IMFASA s/ ejecución hipotecaria”.
Las versiones dice que el edificio pasó a manos del empresario Jorge Antonio, aunque permaneció abandonado por más de 20 años. En 1986 fue adquirido por el empresario Néstor Corsi, propietario del salón “La Biela” de Ezeiza, donde exponía autos clásicos y otros elementos de la industria automotriz.
La intención de Corsi, vinculado al menemismo, era crear en Cañuelas el principal museo de autos clásicos de América del Sur con exposición de distintos modelos y un parque de plantas tropicales. Incluso se planificó una cadena de montaje de un Ford T similar a la que ideó Henry Ford en Estados Unidos. El proyecto fue anunciado en 1989 y si bien hubo algunos avances, no prosperó por problemas familiares. El plan se derrumbó por completo.
Pasaron varios años hasta que en los ´90 se transformó en un tenedor libre (todavía permanece en lo alto de su fachada el precio del plato: 3,50 pesos) y según se sabe era el paso obligado de quienes pasaban o tenían que ir hasta Cañuelas. Su último destino fue una bailanta a cargo de Ricardo Magallán, un fallecido empresario de la noche reconocido en la zona.
Cómo está hoy y su figura legal para que pueda venderse
Este ícono de Cañuelas con toque medieval tiene su estructura bastante dañada, pero que se observa fuerte.
Puede ser para un emprendimiento comercial tipo shopping, o para lo logístico. Ariel Morales, asesor técnico en alianza con la comercializadora del inmueble, dijo a Infobae que “con una buena refuncionalización el Castillo de Cañuelas se podría recuperar para distintos destinos. En el inconsciente colectivo del cañuelense se dice que sería un lugar ideal para ser la terminal de ómnibus, pero aspirarnos a que pueda transformarse en un hotel de primer nivel, o un complejo de viviendas premium o una universidad, entre otros usos”.
Está en una zona de franca expansión, con cercanías a parques industriales y muy bien conectada por distintas rutas. Por el momento no fue catalogado por el municipio como edificio patrimonial o protegido, aunque en Cañuelas todos saben que es un verdadero monumento histórico.
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