Isabel Martínez de Perón y Cristina Fernández de Kirchner en la Argentina, Lidia Gueiler en Bolivia, Dilma Rousseff en Brasil, Michelle Bachelet en Chile, Laura Chinchilla en Costa Rica, Violeta Chamorro en Nicaragua, Mireya Moscoso en Panamá, Xiomara Castro en Honduras, entre las latinoamericanas.
Corazón Aquino en Filipinas, Angela Merkel en Alemania, Kolinda Grabar en Croacia, Jacinta Ardern en Nueva Zelanda, la ahora cuestionada Sanna Marin, en Finlandia, por otras latitudes.
O, yendo más atrás en el tiempo, Indira Ghandi en la India y Golda Meir en Israel. Por no hablar de viejos o actuales reinos y reinas, principados y princesas.
La cuestión es que los casos de mujeres jefas de Estado o de gobierno se cuentan de a decenas.
Vicki Hollub, en cambio, fue en 2015 la primera y hasta ahora única mujer en asumir la máxima posición, jefa ejecutiva (CEO), de una gran petrolera, una major internacional, Occidental Petroleum, más conocida en el mundo del Big Oil como Oxy, cuya acción fue la que más subió en los últimos doce meses en el índice S&P 500, nada menos que 165%, muy por encima de otras petroleras, como Chevron, que en igual período subió 62%, y ExxonMobil, la más grande de EEUU, que aumentó 74 por ciento.
La fortísima trepada de Occidental, creen algunos, es el anticipo de un futuro take-over por parte de Warren Buffett, el “mago de Omaha”, factótum de Berkshire Hathaway, que hace dos semanas recibió la autorización de la SEC, el regulador bursátil de EEUU, para aumentar del actual 14% al 50% su participación en la petrolera que maneja Hollub.
Cuando le preguntaron por qué quería hacerlo, el legendario inversor hizo una larga disquisición sobre la obra del economista John Keynes, cuestionó la lógica de “casino” de la bolsa y finalmente dio la razón de fondo por la que quería invertir miles de millones de dólares más en Occidental: tiene como CEO a Vicki Hollub.
Sur profundo
Nacida en 1960 en Birmimgham, Alabama, en el sur profundo y atrasado de EEUU, cuando allí todavía tallaba fuerte el racista y misógino Ku-Klux-Klan, Hollub siguió la muy poco “femenina” carrera de Ingeniería en Minas, con una especialización en combustibles, en la muy poco glamorosa universidad de ese Estado, lejana a la Ivy League, la liga de las más prestigiosas universidades norteamericanas. En 1981, apenas egresada, empezó a trabajar en la petrolera Cities Service, que al año siguiente fue comprada por Occidental.
La larga carrera de Hollub en Oxy incluyó desafíos internos y externos, en Rusia, Venezuela y Ecuador. En 2005 se hizo cargo de la expansión de la compañía en la cuenca Permian, la más productiva cuenca de recursos “no convencionales” de EEUU, que le permitió a ese país ser hoy el principal productor mundial de petróleo y actor destacado en el mercado internacional del GNL, el Gas Natural que se licúa a temperaturas inferiores a los 160 grados bajo cero para transportar en buques metaneros, un negocio que ya venía creciendo y explotó a partir de la guerra en Ucrania, debido al recorte de la venta de gas ruso a los países de la Unión Europea vía gasoductos.
Su principal decisión fue, en 2019, la compra de Anadarko, una petrolera texana, en fiera disputa con Chevron, otra de las majors norteamericanas, por entonces cinco veces más grande que Occidental
Gracias a sus exitosas gestiones en California y también en la división “Américas” de Occidental, en 2016 Hollub fue elegida para asumir la máxima posición ejecutiva de la empresa, la primera mujer –como ya se dijo- al frente de una gran petrolera.
Desde entonces su principal decisión fue, en 2019, la compra de Anadarko, una petrolera texana, en fiera disputa con Chevron, otra de las majors norteamericanas, por entonces cinco veces más grande que Occidental.
De la mano de Warren
¿Cómo se decidió la batalla? Muy simple; tras una gestión previa de Brian Moynihan, director ejecutivo del Bank of America (BoFA), Hollub abordó el Gulf Stream, el jet privado de Occidental, voló a Omaha, y al cabo de una hora y media convenció a Buffett de aportar USD 10.000 millones para la compra de Anadarko.
La operación le valió a Occidental el reproche y una demanda de Carl Icahn, otro viejo inversor y activista por los derechos de los accionistas, que por entonces tenía 83 años y USD 1.600 millones invertidos en la compañía. Icahn consideró “descaminada” y de un “enorme sobreprecio” la adquisición en USD 55.000 millones de Anadarko. El acuerdo con Buffett, dijo, le costará a Occidental USD 800 millones anuales en dividendos de acciones preferenciales, además de garantías de más de USD 1.000 millones por eventuales demandas y una comisión de UDD 50 millones para Berkshire, la firma de Buffett.
Eso pasa, argumentó Icahn, cuando las cosas se negocian en 90 minutos entre un viejo zorro de las finanzas y una inexperta como Vicki Hollub.
Lo que siguió pareció darle la razón. La deuda de USD 30.000 millones que Occidental asumió para comprar Anadarko, por la que pagó un “premio” de 65%, se volvió un collar de piedras cuando sobrevino la pandemia de coronavirus y los precios petroleros colapsaron. En abril de 2020 llegaron, insólitamente, a niveles sub-cero. Colapsada la actividad económica y la demanda de hidrocarburos, las petroleras no tenían donde guardar o enviar su producción y llegaron a pagar para que empresas de transporte y almacenamiento se lleven su mercadería, cual si fuera un residuo tóxico, de valor económico negativo.
Pero así como Occidental fue entonces de las peores de su sector (su capitalización pasó de USD 50.000 millones antes de la compra de Anadarko a menos de USD 9.000 millones en 2020) pasó a ser la de mejor desempeño a partir de la recuperación. El valor de su acción, que había caído por debajo de los USD 10 a fines de 2020, superó el pasado 31 de agosto los 75 dólares, una diferencia entre extremos del 650 por ciento.
Todo a Vicki
Ahora, dos de las principales razones de Buffett para aumentar su inversión y su participación en Occidental se deben a Vicki Hollub, de quien elogió en particular el mensaje que dio al informar las ganancias del segundo trimestre, remarcando la importancia de la disciplina financiera, aun en tiempo de vacas gordas, como los precios petroleros de los últimos tiempos. Lo que dijo Hollub, declaró el “mago de Omaha” a la cadena CNBC, de alto rating entre quienes operan en Wall Street, “es exactamente lo que yo haría”. Otra razón de la incursión de Buffett en Occidental son los más de 1,1 millones de hectáreas que tiene en la cuenca Permian, gracias a la compra de Anadarko, financiada en parte con el aporte de Berkshire.
Finalmente, otra razón de la confianza de Buffett en Occidental es su fuerte apuesta a la “transición energética” mediante inversión en “tecnologías limpias” y la expresa asunción corporativa de la meta Net Zero (balance neutral entre emisión y absorción de dióxido de carbono y gases que contribuyen al cambio climático) para 2050.
De hecho, mientras las petroleras agrupadas en el Instituto Americano del Petróleo (API, según su sigla en inglés) criticaron el proyecto de ley de reducción de la inflación del presidente de EEUU, Joseph Biden, porque “desalienta la inversión en petróleo y gas” y “ofrece políticas equivocadas en el momento equivocado”, Hollub lo consideró “muy positivo”, probablemente porque Occidental es uno de los principales defensores del sistema de créditos de carbono y su nuevo proyecto es construir la planta de captura directa de aire más grande del mundo, para ganar USD 180 dólares de crédito fiscal por tonelada capturada.
“Esa es mi chica”, podría decir Buffett, que el martes pasado cumplió 92 años, de Vicki, que con 62 bien podría ser su hija.
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