Aunque desde ayer rigen en el país nuevos precios para los servicios de gas y luz, será en el último trimestre del año cuando el impacto del aumento de tarifas golpee de lleno el bolsillo de los usuarios. Combinado con un escenario de incertidumbre económica y la perspectiva de una aceleración de precios que no da tregua, la primera víctima del ajuste tarifario será el consumo masivo. Eso es lo que ya ocurrió, señalan los especialistas, entre 2016 y 2017, cuando la administración anterior implementó el tramo más duro de lo que ahora el Gobierno denomina “redistribución de los subsidios” pero que en las boletas se traduce como un fuerte incremento. Ese antecedente sumado a comportamientos que ya empiezan a advertirse en las distintas mediciones y relevamientos privados, indican que el avance que registró el consumo masivo durante el primer semestre del año encontrará un nuevo freno. Así, en el mejor de los escenarios, el saldo de 2022 sería un muy leve repunte respecto al retroceso que viene registrando en los últimos 6 años. En cifras concretas, el avance acumulado durante los primeros siete meses del año que alcanza 4% podría quedar recortado a apenas 1% hacia fin de año.
“Durante la primera parte del año, el consumo masivo entendido como productos envasados de alimentos, bebidas, cosmética, higiene y limpieza, avanzó en gran parte porque la base de comparación del año pasado era muy baja. Pero a partir de ahora los indicadores van a ser todos negativos”, anticipó Osvaldo del Río, titular de la consultora especializada Scentia. El experto aclaró que en ese resultado se conjugan varios factores: por un lado, que los consumidores tendrán menos recursos disponibles en función de que tendrán que orientar una mayor parte de sus presupuestos al pago de tarifas pero también el deterioro de los ingresos, variable que también miden. Por otra parte, la base de comparación también es más alta ya que hacia el segundo semestre del año pasado, se inició una recuperación post pandemia que ya no será sostenible.
En el mejor de los escenarios, el saldo de 2022 sería un muy leve repunte respecto al retroceso que viene registrando en los últimos 6 años
“Todas las categorías de consumo están deterioradas aunque los alimentos básicos son lo que más resiste. Incluso en julio se destacó un fenómeno particular, que arrojó un aumento de ventas que no esperábamos”, admitió Del Río, quien explicó que durante ese mes se registró en supermercados un salto de consumo en las categorías esenciales como aceite, café, arroz, pastas secas. Atribuyó a esa suba a un fenómeno de stockeo, ante la imprevisibilidad de lo venía. En este sentido, en julio coincidió una mayor disponibilidad de ingresos por el aguinaldo y pago de algunas ayudas oficiales con el cierre de importaciones que instaló la posibilidad de que escasearan o aumentaran mucho de precio algunos productos, que de hecho registraron una suba de 6% mensual.
Ante esa realidad, los consumidores reaccionaron anticipando las compras. Pero lo hicieron exclusivamente en supermercados, donde el aumento rozó 8% mientras que cayó en los almacenes de barrio. La mayor capacidad de las grandes cadenas de absorber transitoriamente aumentos y amortiguar el traslado a los precios de las góndolas es uno de los factores que impulsó, según Del Río, a que el mayor consumo se concentrara en los supermercados en detrimento de los comercios de cercanía.
“Durante la primera parte del año, el consumo masivo avanzó en gran parte porque la base de comparación del año pasado era muy baja. Pero a partir de ahora los indicadores van a ser todos negativos”, anticipó Osvaldo del Río
Pero existe un segundo factor que contribuye a la concentración: Precios Cuidados. Los programas oficiales de precios no llegan a los negocios de barrio por lo que los compradores buscan comprar más barato en el súper. “El peso de Precios Cuidados en el total de ventas es enorme y la diferencia entre canales de venta es cada vez mayor”, aseguró el especialista.
En cualquier caso, la perspectiva para el consumo masivo es consistente con la trayectoria esperada para toda la actividad económica hasta fin de año. Si bien la economía cerrará el año con un avance en torno al 3%, a ese nivel se llegará promediando el crecimiento del primer semestre con la retracción que la falta de dólares impone desde el mes pasado. En este sentido, el impacto del cepo a las importaciones es una recesión para los últimos dos trimestres del año a la que no escapará el consumo masivo.
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