Siempre que el dólar en el mercado libre registra movimientos alcistas se despiertan las dudas acerca de la magnitud de ese recorrido, el esperado “techo”, y crece la incertidumbre sobre el futuro de la economía. A la vez, se se reavivan las operaciones de corto plazo para arbitrar las distintas cotizaciones del billete, una estrategia para sobrevivir -en términos financieros- a una economía inflacionaria e inestable.
Una maniobra típica de la City porteña, es la del llamado “dólar puré”, que ofrece una rentabilidad apreciable, aunque sensiblemente menor a la del récord de precios del dólar libre en julio pasado.
La maniobra de “puré” permite una rentabilidad inmediata de 14% o 60 pesos por dólar, sin competencia respecto de otros instrumentos financieros
Con años de trabas cambiarias de experiencia en sus vidas, los ahorristas argentinos tienen muchos recursos aprendidos para buscar hacer diferencias en momentos de incertidumbre cambiaria. El puré, la compra de dólares en el mercado oficial para su posterior reventa en el mercado informal, es una de ellas. Y en las últimas horas se volvió más que tentadora, más allá de los esfuerzos oficiales por limitarla.
La brecha que separa al dólar que pagan los ahorristas cuando compran con fines de atesoramiento con el paralelo vuelve a llamar la atención. Con un dólar libre a $297 y un dólar “ahorro” a $237,78 en el promedio de bancos, la diferencia es de casi 60 pesos o 14% por cada dólar. Basta recordar que el 10 de junio pasado, hace dos meses y medio, esa diferencia era de apenas el 0,2 por ciento.
Esta brecha se da porque el avance gradual del dólar oficial mantiene al dólar minorista estabilizado, con un cupo máximo de USD 200 mensual. La suerte del “puré” depende entonces de la volatilidad del dólar “blue”, cuando este se escapa, se gana la brecha.
El pasado 8 de junio se despertó la volatilidad cambiaria, cuando comenzó el desarme de posiciones en deuda del Tesoro en pesos. la salida de fondos de inversión obligó a la intervención del banco Central para operaciones de recompra de deuda pública, con la inyección de $1,5 billón para tal fin. Parte de esa montaña de liquidez se desvió a la demanda de dólares a través de canales alternativos, como el “contado con liquidación” y el MEP negociados en Bolsa.
La disparada de las paridades bursátiles arrastró también al dólar libre. El billete “blue” llegó a operarse a $350 el 22 de julio, un récord nominal, mientras que el “liqui” llegó a operarse a 340 pesos.
Los dólares alternativos al “cepo” recortaron posiciones en el último mes, aunque quedaron estabilizados en un umbral muy superior al de junio. En aquel mes el dólar libre ganó 15%; en julio trepó un 24%, mientras que en agosto el billete resigna solo un peso. Así, la maniobra del “puré” -penada por la Ley Penal cambiaria pero prácticamente ignorada en las cuevas de la City- mantiene su atractivo.
El dólar “ahorro” no está barato. Su precio es el del tipo de cambio oficial -el dólar mayorista o comercial-, más la comisión que se cobran los bancos por la intermediación; un 30% de recargo por Impuesto Para una Argentina Inclusiva y Solidaria (PAIS) y una retención de 35% a cuenta de Ganancias y Bienes Personales. En el caso de los dólares demandados para consumos de bienes y servicios a proveedores del exterior -dólar “turismo”-, el recargo alcanza el 75 por ciento.
Considerando que las normas vigentes permiten a las personas físicas comprar hasta USD 200 mensuales de “dólar ahorro”, al tipo de cambio actual los minoristas necesitan de $47.560 para adquirir el cupo completo. Esos mismos USD 200 en billetes se pagan en el mercado informal $59.400, con una ganancia neta por la reventa de unos 11.800 pesos.
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