Con el renovado blanqueo destinado específicamente a la construcción, Sergio Massa va en busca de más dólares frescos que permitan engrosar las reservas del Banco Central, recaudar y de paso movilizar la economía. Tanto en el equipo económico como en las empresas esperan que en esta oportunidad el resultado sea muy superior al que se puso en marcha el año pasado, por el que apenas ingresaron USD 200 millones.
Entre los empresarios indican que el blanqueo que se había implementado anteriormente tuvo fuertes problemas de implementación. El más importante fue el largo tiempo que transcurrió entre la sanción de la ley y su reglamentación, por lo que en la práctica estuvo poco tiempo vigente.
Ahora, con la prórroga que se definió por decreto, los tiempos son más claros: en los primeros 90 días de vigencia la tasa que habrá que pagar por blanquear será del 5%, luego pasa al 10% en los siguientes 90 días y finalmente salta al 20%.
En la práctica implica que por cada USD 100.000 aplicados habrá que pagar una alícuota en pesos equivalente a unos USD 2.500 calculando el tipo de cambio financiero
Pero en la práctica el costo efectivo es mucho menor para el que decida blanquear, porque se toma en cuenta el tipo de cambio oficial para calcular ese 5%. En la práctica implica que por cada USD 100.000 aplicados habrá que pagar una alícuota en pesos equivalente a unos USD 2.500 calculando el tipo de cambio financiero.
El mercado cambiario permitió una tregua en las últimas jornadas y especialmente ayer el Banco Central consiguió capturar USD 140 millones, aprovechando el mayor caudal de exportaciones y a su vez las trabas para importar. Se trató del volumen más importante desde junio pasado. Pero además hace ya casi dos semanas que no muestra resultados negativos, todo un avance luego de caídas continuas registradas en los últimos meses.
Damián Tabakman, titular de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU), indicó que las condiciones para participar del blanqueo se mantienen: “El proyecto debe presentarse ante la AFIP y cumplir con la principal condición, que es una obra avanzada a menos del 50%. En ese caso, los aportes que hagan los inversores podrán entrar en el blanqueo depositando esos dólares en una cuenta especial del Banco Nación, que luego se van aplicando a la obra. La idea es justamente incentivar una mayor actividad en la construcción”.
Además de capital dólares, el blanqueo busca dinamizar la construcción. Sin embargo, no se ataca el problema principal que tiene el mercado inmobiliario, que pasa por la virtual paralización de la venta de inmuebles nuevos y usados
Bajo el esquema anterior sólo entraron USD 200 millones, una cifra ínfima para lo que se mueve en el sector. Pero aquella experiencia lanzada durante la gestión de Martín Guzmán tardó mucho tiempo en implementarse y estuvo poco tiempo vigente. Ahora, en cambio, ya está todo el circuito organizado, por lo que se supone que habrá más interesados en ingresar, aún teniendo en cuenta la desconfianza que existe entre los posibles inversores.
Al reflotar este blanqueo, Massa busca un efecto a tres bandas: impulsar la construcción, conseguir dólares que engrosen las reservas y al mismo tiempo aumentar la recaudación, aunque este último efecto sería más bien marginal. El ministro de Economía además apuntó al efecto multiplicador que tiene la construcción, que no sólo genera mucha mano de obra, sino que además es “un sector que es madre de industrias”.
Este blanqueo es diferente al de años anteriores. Durante el gobierno de Mauricio Macri, la “exteriorización de activos” no implicaba el ingreso de los fondos ni su aplicación a ningún rubro en particular.
En relación al segundo mandato de Cristina Kirchner, entre 2012 y 2015 estuvieron vigente los Cedines, certificados que podían aplicarse al sector inmobiliario, pero directamente a la compra de inmuebles en vez de destinarlos a la construcción. Aquella experiencia no tuvo un gran volumen, pero ayudó a revitalizar parcialmente un sector en los primeros años del cepo cambiario.
Los objetivos de este blanqueo son mucho más modestos, en medio de un fuerte clima de desconfianza de los mercados y sobre todo la ausencia de inversiones en casi todos los sectores.
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