Jorge Vasconcelos: “La Argentina ha atravesado por episodios de brecha superior al 100% pero, en general, han sido fugaces”

El economista de Ieral Fundación Mediterránea analizó en una entrevista con Infobae la delicada situación económica y los costos que habrá que enfrentar para bajar la diferencia entre los tipos de cambio

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"El recorrido ascendente de la
"El recorrido ascendente de la inflación tiene una explicación excluyente por el lado fiscal y de la emisión monetaria asociada"

Parte del sindicalismo en las calles y parte de los empresarios en foros internacionales le reclamaron al gobierno lo mismo, pasar del plano de los anuncios de objetivos y promesas al de las acciones con medidas concretas donde haya más protagonismo del sector privado que del sector público para no solo desacelerar la inflación, recuperar reservas netas propias en el tesoro del Banco Central, sino reactivar la producción y el comercio interior y exterior.

Sin embargo, ese no parece el foco del Gobierno, habida cuenta de que según los datos anticipados del Indec por el ministro Sergio Massa la actividad está muy próxima a alcanzar el pleno empleo, dado que la desocupación se redujo en el segundo trimestre a 6,7% de la oferta laboral, la menor en 7 años, producto de haber generado más de un millón de empleos, mitad en blanco y mitad en negro, aunque eso no se corresponde con los datos parciales de la Encuesta de indicadores Laborales del Ministerio de Trabajo, ni con la preocupación primaria del Gobierno de diseñar un “puente” para el traspaso de 200.000 beneficiarios de planes sociales a programas de empleo estable en el sector privado registrado, porque en una economía pujante eso sería un proceso natural que aliviaría las finanzas del Estado y mejoraría el índice de formalidad general.

Frente a este cuadro Infobae entrevistó a Jorge Vasconcelos, economista e investigador de Ieral de Fundación Mediterránea, para que de su mirada sobre la situación macro y microeconómica y sus expectativas para el próximo año.

— ¿Se puede estabilizar la economía con una política en la que la suba del dólar oficial y el aumento de las tarifas corran detrás de una inflación que se acelera y con un Banco Central que no logra sumar reservas?

— Lamentablemente, el recorrido ascendente de la tasa de inflación tiene peldaños por escalar, medida de modo interanual (el acumulado de doce meses). Arrancamos el 2022 con una inflación interanual de 50%, siete meses después estamos en el escalón del 70%, y todo indica que hacia fin de año estaremos superando el 90%. Este recorrido ascendente tiene una explicación excluyente por el lado fiscal y de la emisión monetaria asociada, porque de hecho las tarifas se han rezagado de un modo inaudito, el tipo de cambio sigue perdiendo terreno y los salarios también. Este combo hace que se esté armando bastante consenso alrededor de la idea de un 2023 en el que la inflación anual termine siendo superior a la de 2022, por el hecho que se incluye entre los supuestos cierta actualización de tarifas y recomposición del precio del dólar, sin que se puedan prever cambios significativos en el déficit fiscal y su financiamiento con emisión monetaria, aunque ahora los mecanismos resulten menos directos que los llamados “Adelantos Transitorios” transferidos desde el BCRA al Tesoro. Esos mecanismos indirectos pasan por la compra de bonos del Tesoro en el mercado secundario por parte del Central y de incentivos para que los bancos desarmen posiciones de Leliq (lo que implica emisión del BCRA para recomprarlas) desplazando parte de sus activos hacia la tenencia de títulos públicos. Todo esto en un contexto en el que cada vez más contratos se indexan a la inflación y, a su vez, con plazos cada vez más cortos.

“Se está armando bastante consenso alrededor de la idea de un 2023 en el que la inflación anual termine siendo superior a la de 2022″

— “Nunca más las tarifas van a estar dolarizadas”, dijo el presidente Alberto Fernández ¿Esa es la causa del atraso tarifario y el principal problema de la economía argentina?

— Más que el slogan en particular, lo preocupante desde el punto de vista económico es la poca o nula importancia que se le asigna a los precios, que son el verdadero GPS que guía las decisiones de la oferta y de la demanda, de la inversión y del ahorro. Los precios son el GPS que induce a ahorrar a los consumidores o a gastar en exceso, y lo son también para hacer o no atractiva la inversión en la producción de ese bien o servicio. Eso no significa ignorar o minimizar las cuestiones sociales. Simplemente, se trata de buscar compensaciones con subsidios directos a las familias que se encuentran por debajo de determinado umbral en sus ingresos, sin alterar las señales de precios por la importancia que éstos tienen.

— Los economistas y el nuevo ministro de Economía, Sergio Massa, destacan la necesidad de reducir el déficit fiscal ¿Cuáles son las áreas que observa que se pueden lograr avances inmediatos en esa dirección y cuáles no?

— Un estudio reciente de Ieral muestra que si el gobierno se propusiera realmente llevar el déficit primario de 2022 a 2,5 puntos del PBI, tal como se comprometió ante el FMI, entonces tendría que ajustar fuertemente en los ítems de gasto no indexado, ya que son muy modestos este año los recortes de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos. Asumiendo supuestos dentro del consenso (inflación, recaudación, etc.), las variables de ajustes serían la obra pública, las transferencias discrecionales a las provincias, y los planes sociales. Para estas partidas, el margen disponible sería el de una variación interanual de 34% para lo que resta del año, a un ritmo inferior a la mitad de la inflación esperada. El freno necesita ser tan brusco porque en el andarivel de gastos e ingresos del primer semestre, el déficit proyectado para el año es equivalente a 3,7 puntos del PBI (contabilizando gastos devengados), o sea 1,2 puntos porcentuales excedido respecto de la meta. A esta altura del año lo que el gobierno debe estar empezando a negociar con el FMI es una dispensa para cerrar el déficit algunas décimas por debajo de 3% del PBI, para que el ajuste del gasto referido no sea tan drástico. El tema es cómo se financian estos desequilibrios, si es que es factible.

"Las variables de ajustes serían
"Las variables de ajustes serían la obra pública, las transferencias discrecionales a las provincias, y los planes sociales. Para estas partidas, el margen disponible sería el de una variación interanual de 34% para lo que resta del año"

— ¿Con un Banco Central que acumula deuda por más de $7 billones, y un nivel de crédito al sector privado equivalente a 7% del PBI, la suba de la tasa de interés de referencia del mercado es la mejor política para inducir a la estabilización de precios?

— Me temo que este giro de la política económica va a frenar más el nivel de actividad que la trayectoria de la inflación, pensando en lo que resta del año. Se combina el inevitable ajuste fiscal con el hecho que el Banco Central pasó de pagar una tasa efectiva anual de 79,8% por las Leliq a un 96,8% desde la semana pasada. Ese es un piso elevado para las tasas por créditos. Dado que las expectativas de inflación no parecen haber cedido y, en un contexto de fuertes restricciones del lado de la oferta, por los problemas de abastecimiento de las cadenas productivas, puede conjeturarse que el efecto más visible vendrá por el lado del nivel de actividad que, de hecho, en julio ya mostró una marcada desaceleración, a juzgar por los datos de la recaudación de impuestos asociados al mercado interno. Luego de crecer en términos reales a un ritmo cercano al 7% interanual en el segundo trimestre, en el arranque del tercer trimestre ese guarismo pasó al 4% interanual.

“El nivel de actividad en julio ya mostró una marcada desaceleración, a juzgar por los datos de la recaudación de impuestos asociados al mercado interno”

A su vez, respecto de la inflación, hay que tener en cuenta que la llamada “Base monetaria amplia”, que incluye los Pasivos Remunerados del Central, ya se acerca en su variación interanual al 70%. Y este “taxi” no es sencillo de frenar. Los intereses de Leliq y pases se acercan rápidamente a una cifra de $300.000 millones por mes, cuando la Base Monetaria de agosto se sitúa en torno a los $4,3 millones de millones. Por ende, hay una expansión “autónoma” de base monetaria del orden del 7% mensual para pagar esos intereses, un guarismo que apunta a ser mayor en setiembre. Esta es una de las razones por las que resulta difícil lograr una desaceleración marcada de la tasa de inflación. Luego del 7,4 % de julio, el piso de la variación del IPC de agosto parece hacerse firme en torno al 6,4%. Y perforar el 6% mensual de aquí a fin de año habrá de requerir de demanda de dinero estable y….. una confirmación del freno en el nivel de actividad.

— Dadas las restricciones fiscales y monetarias ¿Cuál sería la mejor política para posibilitar la recuperación de las reservas en divisas del Banco Central?

— Con una brecha cambiaria que se mantiene por encima del 100%, no se advierte que pueda lograrse un punto de inflexión nítido en la dinámica del sector externo. Lograr un impacto significativo y duradero demandaría una corrección de la política cambiaria, pero para llevar adelante esta tarea sería necesario robustecer las anclas fiscales y monetarias, con medidas todavía más profundas que las anunciadas. Es posible que el gobierno prefiera apostar por medidas gradualistas en el plano cambiario porque no está dispuesto a asumir los costos de ajustes fiscales y monetarios más intensos, pero este enfoque impide salir del escenario de “prueba y error”. Y, al final del día, vuelve la estrategia oficial más dependiente de los desembolsos del FMI, para evitar un default. En este tipo de escenarios de “frazada corta”, las opciones difícilmente permitan lograr grandes resultados con mínimos costos. Un temor legítimo frente a la necesidad de endurecer verdaderamente la política monetaria y fiscal es el impacto que esto habrá de tener sobre el nivel de actividad. Sin embargo, la aceleración de la tasa de inflación y las restricciones al abastecimiento de productos importados ya están jugando su papel, frenando el funcionamiento de la economía tanto del lado de la oferta como de la demanda.

"Es posible que el gobierno
"Es posible que el gobierno prefiera apostar por medidas gradualistas en el plano cambiario porque no está dispuesto a asumir los costos de ajustes fiscales y monetarios más intensos" (Reuters)

— La mayor parte de los países parece estar abocado a la suba de la tasa de interés para bajar la inflación ¿Qué efectos cabe esperar para la economía argentina, dado su efecto bajista sobre los precios de las materias primas que más exporta?

— El dato de inflación de julio de Estados Unidos trajo alivio y aumentaron las apuestas a favor de un “aterrizaje suave”, esquivando el riesgo de una recesión inducida por una suba abrupta de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal. Sin embargo, es temprano para relajarse. Se desaceleró la suba del precio de los bienes, fenómeno explicado en buena medida porque aflojaron las commodities, especialmente el petróleo. Pero, internamente, el mercado laboral sigue muy tirante y esto le pone un piso todavía elevado a la “inflación de servicios”, por lo que no puede descartarse una acción más firme del Fed. Las apuestas siguen teniendo bastante dispersión, ya que hay quienes creen que la suba de tasas de los Estados Unidos se detendrá antes de traspasar el 4% anual, mientras que otros están convencidos de que ese guarismo puede llegar a 4,5% en los primeros meses de 2023.

Respecto de las cotizaciones de las materias primas agrícolas y agro-alimentos, es posible que se mantengan en un escalón superior al de años previos (que no se vuelva a una soja de USD 350-400 por tonelada), pero un descenso de precios respecto de los techos alcanzados en 2021/2022 (soja por encima de USD 600 / ton) es perfectamente posible para un futuro no tan lejano (¿500/550 / ton en 2023?), de acuerdo con el escenario trazado por Juan Garzon, investigador de Ieral.

"Las cotizaciones de las materias
"Las cotizaciones de las materias primas agrícolas y agro-alimentos, es posible que se mantengan en un escalón superior al de años previos" (Reuters)

En la dirección opuesta está yendo el precio del gas licuado, que en los mercados de futuro se operó la última semana en USD 66,8 el millón de BTU para el segundo trimestre de 2023. La estacionalidad de bajos precios durante el invierno del hemisferio sur se ha roto por las consecuencias de la invasión de Rusia a Ucrania, con países como Alemania procurando recuperar reservas de combustibles al precio que sea. De allí que resulte extremadamente importante que la ampliación de los gasoductos que salen de Vaca Muerta esté lista hacia junio del año que viene, principios de julio. Me dicen que es factible que eso ocurra, pero de todos modos por el nuevo caño vendría una oferta adicional de gas que equivale a menos de la mitad de los volúmenes de gas importado que se estuvieron consumiendo este invierno. Estamos lejos de ser autosuficientes.

“El dato de inflación de julio de Estados Unidos trajo alivio y aumentaron las apuestas a favor de un “aterrizaje suave”, esquivando el riesgo de una recesión. Sin embargo, es temprano para relajarse”

— Según las estimaciones del Ieral de Fundación Mediterránea, ¿Cómo cierra el año en materia de tasa de inflación, devaluación del tipo de cambio oficial y variación del PBI?

— Si el Gobierno lograra evitar un salto discreto del tipo de cambio, la inflación debería estar cerrando en torno al 90%, diciembre contra diciembre. Sin embargo, con las reservas al límite, ese es un partido que se está jugando. Respecto del PBI, hay que tener en cuenta que si el año cerrara en torno al 2,5% de variación interanual, ese guarismo refiere a un promedio. En ese caso, tendríamos un cuarto trimestre con caída interanual del PBI respecto de igual período de 2021, siendo ese el escenario más probable. De todos modos, hay una peculiaridad notable de esta coyuntura, y tiene que ver con la brecha cambiaria. Desde principios de los años 70, la Argentina ha atravesado por varios episodios de brecha superior al 100% pero, en general, han sido fugaces. Estamos en un escenario inédito, con brecha muy elevada y, a la vez, persistente. Esto es negativo para el comercio exterior “formal”, con divisas que se liquidan a través del Banco Central y, por tanto, es contraindicado cuando se apunta a acumular reservas. Pero la otra cara de la moneda es el fuerte incentivo al comercio exterior “informal”, que ocurre en todas las regiones fronterizas del país. De hecho, podríamos hablar de la aparición de una “provincia 25″ para el consumo de una gama amplia de bienes y servicios producidos en el país, sumando la demanda originada en las ciudades fronterizas de los países limítrofes. Este fenómeno ya podía percibirse en 2020, pero hizo eclosión después que se levantaron las restricciones a la movilidad, en el escenario pos-covid-19. Es difícil esperar, de todos modos, que las empresas beneficiadas por el consumo plus de la “Provincia 25″ realicen inversiones para satisfacer esa demanda adicional ya que es improbable que la brecha cambiaria, por lo menos en esta magnitud, pueda sobrevivir a una nueva gestión de gobierno.

— En una mirada hacia el mediano y largo plazo usted destacaba en una de sus editoriales del Ieral que “una economía que se encuentra lejos de su potencial por crisis recurrentes, inestabilidad, incertidumbre, distorsión de precios relativos, podría por algunos años crecer a un ritmo inédito, si es que se reorganiza de modo tal que los incentivos queden correctamente alineados” ¿Qué se requiere para dar ese salto de calidad?

— Vamos por partes. Primero lo que denominamos el “crecimiento reprimido”. Se ve claro cuando se toma conciencia que entre 2003 y 2021 el Estado nacional recaudó USD 150.000 millones en el impuesto a las exportaciones agroindustriales (las retenciones). Se trata de recursos gigantescos que, al volcarse al gasto corriente y a subsidios focalizados en el conurbano bonaerense, truncaron la posibilidad de inversiones en infraestructura en el interior del país y de una expansión más acelerada del propio sector. Así, en lugar de ser una palanca para revertir la macrocefalia del país en torno al puerto, se acentúo esa malformación: no se generaron los empleos en el interior que podrían haberse creado, y se afincó más gente en los conurbanos, dónde escasean las fuentes de trabajo.

Una forma de cuantificar ese contra fáctico es comparar la trayectoria de las exportaciones de Brasil y la Argentina y su participación en el comercio mundial en casos como el del complejo sojero, las carnes y también del petróleo (que tiene en común con el mercado de la hacienda vacuna la tendencia de los gobiernos a fijar topes a los precios internos y a restringir las exportaciones, para un logro de corto plazo y artificial, el de los combustibles subsidiados).

Hacia los años 2000, un poco antes, un poco después, la Argentina exportaba carne, petróleo y soja y derivados por montos muy similares a los de Brasil. Hoy las diferencias son abismales. Los datos de 2021 muestran que las exportaciones de petróleo de Brasil superan por USD 36.100 millones a las de Argentina, las de carnes por USD 14.800 millones y las del complejo sojero por USD 28.000 millones. Sólo en esos tres ítems, en un tiempo promedio del orden de los 20 años, la ventaja acumulada por Brasil vs la Argentina es de USD 78.900 millones de dólares!!!.

“En un tiempo promedio del orden de los 20 años, la ventaja acumulada por Brasil vs la Argentina es de USD 78.900 millones de dólares!!!”

Si la Argentina reorganizara su economía y recuperara 2/3 de esa brecha, estaríamos hablando de una cifra que equivale a 10% del PBI de nuestro país, considerando sólo esos tres casos. Ejemplos análogos se encuentran en las exportaciones de la industria del conocimiento, dónde si tomamos como referencia países como Rumanía y Polonia, tendríamos un gap a recuperar del orden de los USD 10.000 millones. Hay muchos otros sectores que ilustran la idea de “crecimiento reprimido”.

— Perdón por la insistencia, pero ¿Qué se requiere para dejar atrás esos limitantes del crecimiento?

— En la Argentina, para lograr ese salto (“catch up”), la agenda deberá resolver tres vértices de un triángulo: estabilidad, con progresos ciertos hacia una inflación de un dígito bajo y precios relativos alineados con set mundial; sustentabilidad fiscal, alejando riesgos de default, recuperando capacidad de verdaderas políticas anticíclicas, sin dejar de bajar gasto público y eliminar los impuestos más distorsivos; mayor inserción global, activando incentivos para mejoras continuas de productividad y dejando atrás los cepos al comercio exterior y al mercado de trabajo

— ¿No alcanza con recuperar la estabilidad, entonces?

— La estabilidad es una condición necesaria pero no suficiente para el crecimiento sostenido. Sin sustentabilidad fiscal de largo plazo, los costos de sostener la estabilidad son crecientes (la abultada deuda pública doméstica de Brasil no es un modelo a seguir), y pueden terminar dinamitando la propia estabilidad. Una diferencia que se plantea de cara a 2023, y que fue objeto de mucho debate a fin de 2015, es que ahora queda claro que para bajar la inflación no pueden esperarse resultados con un plan gradualista. La inflación trepando a un andarivel cercano al 100% ha resuelto esa discusión. Y los problemas recurrentes con la deuda pública, las tribulaciones para refinanciar vencimientos y demás, también deberían ayudar a generar consenso a favor de una política de estado basada en la sustentabilidad fiscal de largo plazo.

“La agenda deberá resolver tres vértices de un triángulo: estabilidad, sustentabilidad fiscal y mayor inserción global”

A su vez, la apertura con sesgo exportador de la economía es imprescindible para crecer. Pero, para no degenerar en un régimen de enclaves, tienen que darse, al mismo tiempo, condiciones para consolidar un sólido entramado productivo interno, con capacidad para la “creación y difusión de tecnología”, que es lo que alimenta pyme pujantes. Para avanzar en esa dirección, es evidente que se necesita remover los cepos que traban el funcionamiento del comercio exterior y, al mismo tiempo, aquellos que desalientan la formalización de los trabajadores en el mercado laboral.

— ¿Qué enseñanzas se pueden extraer de los casos de Brasil y México que han logrado un mejor desempeño que la Argentina en los últimos 40 años en términos de reducción de la inflación al rango de un dígito porcentual al año, pero aún están lejos de ingresar a un sendero de crecimiento sustentable?

La Argentina ha sido “el peor de la clase” en los últimos 40 años, pero México y Brasil, pese a haber logrado estabilidad ambos, y una “apertura exportadora” significativa el país azteca, no se han logrado diferenciar demasiado. En forma extremadamente simplificada, hay que reparar en los siguientes hechos: Brasil logró la estabilidad a partir del lanzamiento del “Plan Real”, en 1994, pero sin resolver el problema fiscal, con elevado gasto público y recurrentes déficits. El endeudamiento público es elevado en términos del PBI, con pasivos externos acotados pero una agobiante deuda doméstica, pese a contar con un sistema financiero y mercado de capitales mucho más profundo que el de la Argentina. Con esta asimetría en los cimientos, la resultante ha sido una crónica tasa de interés ultra positiva en términos reales, que terminó alimentando un círculo vicioso en el plano fiscal, engordando la carga de la deuda y haciendo de pesada ancla en términos de inversiones y crecimiento.

A diferencia de México, Brasil ha tenido una tímida política de inserción externa, lo cual también terminó limitando su capacidad de crecer, aunque sus gobiernos se han cuidado de aplicar impuestos y/o severas restricciones para las exportaciones de materias primas y derivados. Aun así, con exportaciones que fluctuaron por muchos años en el equivalente al 10% de su PBI, la falta de incentivos y competencia ha definido una trayectoria débil para la productividad de sus grandes empresas industriales.

— ¿Por qué se conectan estrategias exitosas de crecimiento con mayor inserción global?

— Hay inversiones que un país no recibe si faltan condiciones para exportar una parte de lo producido; hay avances de productividad que no se logran en un país cerrado al comercio exterior; hay riesgos que alejan a las empresas, caso de los países que no logran una dinámica de exportaciones que haga sostenible su relación con la de deuda externa.

“Hay inversiones que un país no recibe si faltan condiciones para exportar una parte de lo producido; hay avances de productividad que no se logran en un país cerrado”

— Justamente, usted suele poner énfasis en que es necesaria la apertura a un sesgo exportador, más allá de la necesidad de recomponer reservas en el Banco Central, para poder crecer, pero tiene que darse, al mismo tiempo las condiciones para un sólido entramado productivo interno que alimente a las pyme pujantes…

— Una referencia contundente en ese sentido es México, que ha logrado una relación exportaciones/PBI que multiplica los ratios de Brasil y la Argentina, y ha sido cuidadoso en su política de gasto público, lo que ha ayudado a la estabilidad de la mano de déficits fiscales acotados y, sin embargo, tampoco se ha destacado en cuanto al ritmo de crecimiento. Esto confirma la percepción de que la apertura exportadora es una condición necesaria pero no suficiente para el crecimiento sostenido.

El hito de la historia económica reciente de México se ubica también en 1994 (como en Brasil, por el plan real), pero en este caso por la puesta en marcha del Nafta, el tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos. De la mano de este tipo de acuerdos, es por lejos el de mayor inserción global de los tres países comparados. Sin embargo, su dificultad para crecer a mayor ritmo parece originarse en la falta de incentivos que “propicien la creación y la difusión de la tecnología” al interior de su economía, como aconsejan autores como Paul Romer. Así, la elevada ponderación de las exportaciones en el PBI convive con una baja integración doméstica de sus actividades productivas, con pyme en general caracterizadas por su baja productividad. Una prueba de las falencias de su entramado productivo es la elevada informalidad de su mercado laboral, que supera con creces las proporciones de Brasil y la Argentina, siendo que los socios del Mercosur también están dominados por ese fenómeno.

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