La economía comenzó a sentir, de a poco, el impacto de la falta de dólares y la aceleración inflacionaria, que repercutió especialmente durante julio y que siguen afectando la performance de algunas actividades. El freno todavía no es generalizado, pero a estos factores se le sumarán, en estos próximos meses, el aumento en las tasas de interés, la suba de tarifas y el plan de recorte general de gastos que anunció el ministro de Economía, Sergio Massa, con el objetivo de lograr la meta de superávit fiscal primario de 2,5% del PBI acordada con el FMI. Cuánto afectará este combo a la actividad es un gran signo de interrogación, principalmente porque sobrevuelan las dudas respecto de si ingresarán o no las divisas que prometió el flamante ministro.
Por lo pronto, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de junio seguirá mostrando una performance vigorosa de la economía y oficializará un alza en torno al 6% interanual durante el primer semestre. Las estimaciones de los analistas es que en el séptimo mes del año empezaron a visualizarse algunos datos más desalentadores que los que se venían registrando hasta ahora y que el segundo semestre será más recesivo. El año no cerrará en el 5% de crecimiento proyectado por el Gobierno, sino que se ubicará más cerca de 3%, coinciden en el mercado.
“La economía ya entró en un estado bastante malo, de menos consumo por menores salarios y menos inversión por incertidumbre y falta de insumos” (Fernando Marull)
“Empezó a pegar la inflación en nivel de actividad. No es obvio ni en todos los sectores, pero hay algunos indicadores que lo reflejan, como el dato de ventas de la CAME, que en julio fueron negativas (cayeron 3,5% interanual). Además, el stock de financiaciones con tarjetas de crédito cayó en los últimos 30 días 3% en términos nominales, es decir que en términos reales disminuyó 10%. Si bien puede haber algo de estacionalidad, son datos que sorprenden”, sostuvo el economista jefe de Econviews, Andrés Borenstein. Además, mencionó la pérdida de poder adquisitivo de los salarios en julio y problemas de actividad en sectores donde faltan productos. “No se huele que sea una bruta caída del nivel de actividad, pero se empezó a sentir”, agregó.
Coincidió con esta visión Fernando Marull, quien planteó que la economía ya entró en un “estado bastante malo de menos consumo por menores salarios y menos inversión por incertidumbre y falta de insumos”. En su opinión, lo único que está mostrando una buena performance dentro del PBI son las exportaciones, con una liquidación que acumula en agosto USD 1.746 millones, 13% más que el mismo mes del año pasado. Su proyección para el segundo semestre es de una caída de la actividad de 2,5%, por lo que el promedio de crecimiento sería de 3%. Marull minimizó el plan anunciado por Massa de recorte del gasto y planteó que la suba de las tasas de interés tendrá algún impacto en la actividad, pero “lo que más afecta es el cepo a las importaciones”.
“hay que tener en cuenta que este modelo de emisión monetaria, desconfianza e inflación han determinado que los billetes duren poco. La velocidad de circulación aumenta y eso alienta la demanda” (Facundo Martínez)
No todos los indicadores de julio fueron negativos. Los despachos de cemento alcanzaron las 1.152.412 toneladas y registraron un crecimiento del 9,4% respecto del mismo mes del año pasado. La producción automotriz también tuvo un buen mes, con una suba de casi 38% en la comparación interanual. Frente a junio, el sector produjo 9% menos pero esta baja se explica por paradas técnicas realizadas por varias terminales en el marco del receso invernal.
Con estos datos sobre la mesa, desde Macroviews, el economista Facundo Martínez, todavía no percibe un aterrizaje y que “habrá que esperar a tener los datos de agosto y septiembre” para que eso se cristalice. Sobre el número de junio, que se conocerá la semana próxima, dijo que mostrará un crecimiento más flojo y que en la medición desestacionalizada daría caída, pero que aún no reflejará los problemas de faltantes por el cepo importador.
Para el economista, la actividad se va a planchar en el tercer trimestre, con un crecimiento que rondaría el 1% respecto del mismo período del 2021. “La duda es qué pasará en el cuarto trimestre. Va a coincidir el impacto de la suba de tarifas sobre el bolsillo con el efecto, de manera contundente, de los faltantes en determinados sectores que importan insumos, y ahí veremos. Estamos proyectando un último período del año negativo; pero aún así, el 2022 cerraría con un crecimiento de entre 2 y 2,5%”, manifestó Martínez.
El analista destacó que así como hay muchos elementos que hoy juegan en contra de que la actividad siga creciendo, “hay que tener en cuenta que este modelo de emisión monetaria, desconfianza e inflación han determinado que los billetes duren poco. La velocidad de circulación aumenta y eso alienta la demanda. No son modelos que generen recesiones como la de 2018 o 2019; sino que son modelos de estanflación”.
“Si no se destraban las importaciones y no se consigue financiamiento fresco, o se establecen más restricciones o se produce un salto cambiario. Y eso termina en más recesión” (Lorenzo Sigaut Gravina)
En Equilibra coinciden en que en junio todavía no se detectaron signos de recesión, pero sostienen que el golpe en la actividad sí se verá con los datos del bimestre julio-agosto. Para el economista Lorenzo Sigaut Gravina, ya el primer dato de julio que tienen de actividad muestra un freno en algunos sectores que no sabían a qué costo vender a partir de la crisis generada tras la salida de Martín Guzmán del Palacio de Hacienda. “Vimos una inflación de 7,4% que no respondió tanto a un aumento de salarios ni del tipo de cambio oficial, sino a la disparada de la brecha y la incertidumbre sobre el abastecimiento de importaciones. Vemos julio y agosto con signos recesivos, dos meses difíciles en términos de actividad”, afirmó el economista, para quien lo que suceda a partir de ahora dependerá de la disponibilidad de divisas que haya, ya que “si no se destraban las importaciones y no se consigue financiamiento fresco, o se establecen más restricciones o se produce un salto cambiario. Y eso termina en más recesión”.
Por su parte, Nadin Argañaraz, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), remarcó, por un lado, que la economía viene con un alto dinamismo reflejado, por ejemplo, en una recaudación del impuesto al cheque 7% más alta que en 2021 durante los primeros siete meses del año y del IVA, 4% arriba, y por otro, que el Gobierno ha dado señales concretas de querer reducir el déficit fiscal. El dinero que el Estado deje de erogar concentrado en pocos meses -desde ahora y hasta fin de año- tiene un impacto no menor en la actividad económica, pero podría atenuarse en la medida en que el Gobierno dé señales de ordenamiento que alienten, por ejemplo, las inversiones, explicó Argañaraz. “En ese escenario, podría minimizarse ese impacto recesivo. En definitiva, veo un freno de la actividad, no una recesión”, resumió el economista del IARAF.
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