El ex ministro de Producción y Trabajo Dante Sica advirtió que crece la distorsión de los precios relativos y que los déficit gemelos no son financiables, por lo que el éxito del plan de Sergio Massa será clave para que el Gobierno ordene la situación en los próximos meses y llegue con tranquilidad a las elecciones del 2023.
En sus últimos informes y charlas privadas que brindó a un grupo de empresarios, el ex funcionario de Mauricio Macri indicó que “la inflación, la caída de la actividad y los factores políticos están en el centro de la escena”. En particular, detalló cuáles son los precios que más aumentaron desde diciembre de 2019, cuando Alberto Fernández asumió la presidencia.
Por un lado, la Argentina se encuentra con “un crecimiento global nuevamente revisado a la baja”, con un segundo trimestre peor que el esperado por mayor inflación y menor actividad económica a nivel mundial, por impactos negativos directos e indirectos de la invasión rusa a Ucrania y de las tensiones entre China y Estados Unidos. Hay, por lo tanto, más probabilidades de una recesión en los países centrales y de nuevas situaciones de crisis en China, tanto por el sector inmobiliario como por rebrotes del Covid.
Como contrapartida, aclaró Sica, se mantienen elevados los precios de las materias primas que exporta la Argentina. “Los términos de intercambio récord evitaron un escenario interno peor; en el escenario base se espera que los precios sigan altos por tiempo prolongado”, indicó el fundador de la consultora Abeceb.
Los términos de intercambio récord evitaron un escenario interno peor (Abeceb)
Hacia el mediano plazo, Sica ratificó que la Argentina tiene una serie de ventajas estructurales que podría aprovechar, por las reservas de shale oil y shale gas, abundantes reservas de litio, un sector tecnológico vibrante y, por supuesto, la producción y exportación de granos.
En este contexto, “el plan Aguantar es la última carta del gobierno para llegar al 2023, con señales aisladas y contradictorias, como el ajuste de las tarifas y el aumento de las jubilaciones; expectativas que pierden fuerza y las primeras fricciones en el ala dura del FdT y el sector privado en stand by, a la espera de que se hagan realidad los anuncios de ingreso de dólares”.
Según Sica, se llegó a esta situación por “la incertidumbre política a plano en el seno del FdT, déficit gemelos infinanciables –no hay crédito externo, ni reservas y se restringió el crédito interno- y hay una distorsión de precios relativos y aumento del gasto público”.
“La corrida cambiaria generó temor en el gobierno; el kirchnerismo y Massa delegan poder del presidente y juegan su última carta para llegar al 2023″, sentenció Sica.
Doble déficit
En particular, el economista señaló que hay “déficit externo sin reservas y déficit fiscal con financiamiento del Banco Central”. Frente a esta situación, por el atraso en las tarifas de los servicios públicos, los subsidios llegaron a un pico histórico y otros precios, como el tipo de cambio, también están desalineados. Durante la gestión de Alberto Fernández, el atraso cambiario acumuló un 18 por ciento y, sin reservas, “la política de procrastinar todo se agotó”. En este sentido, mencionó el “cepo plus a las importaciones, los límites a la compra de Cedears, el dólar soja diferencial, el dólar turista a extranjeros y el dólar tarjeta”, entre otras medidas que no lograron un efecto positivo todavía.
En el margen, ayudaron la flexibilización del mercado de cambios para sectores estratégicos, de importaciones previas a fines de junio y el cambio de régimen de líneas financieras del exterior.
Tal como lo señaló Emmanuel Álvarez Agis en su informe de PxQ, Abeceb también indicó que “la situación de deterioro en todos los frentes es mayor a la del 2014″, cuando el gobierno de Cristina Kirchner corrigió parcialmente el atraso cambiario con una devaluación del tipo de cambio oficial: “Hay menores reservas netas, mayor brecha cambiaria, tipo de cambio real más apreciado, mayor déficit fiscal y gasto en subsidios y tarifas casi igual de atrasadas, aunque con mejores precios de commodities”.
Ajuste incompleto
En este contexto, los anuncios del nuevo ministro de Economía, “representan algo más de ajuste pero que no convence: luce muy desafiante porque el gasto no es fácil de reducir, se desconocen los incentivos para la liquidación del agro y se cumpliría la meta con el FMI pero necesitará canjear y colocar más deuda de la que vence”.
Sin embargo, de corto plazo, reconoció Sica, los indicadores financieros mejoraron, salvo la salida de reservas del Banco Central, por una baja del riesgo país desde su pico de 3000 puntos básicos, de los dólares alternativos desde $ 350 y un repunte heterogéneo de las acciones y bonos soberanos.
El ajuste planteado luce muy desafiante porque no es fácil reducir el gasto y se desconocen los incentivos del agro para liquidar, aunque se cumpliría con el FMI (Abeceb)
De modo tal que, afirmó, “hasta ahora hay correcciones a medias que solo compran tiempo, pero el cambio es inexorable porque no se puede seguir atrasando el tipo de cambio ni que el Banco Central continúe como vendedor neto y por lo tanto hay que acelerar el crawling peg, pero con reservas”.
Por este motivo, se abren dos escenarios, indicó Sica: “Un plan de estabilización con apoyo de todo el oficialismo, aunque no hay condiciones políticas para su implementación; o un ajuste desordenado, con crisis cambiaria, inflacionaria y recesiva de mayor profundidad y consecuencias sociales complejas.
Ante este panorama, otros economistas de Juntos por el Cambio han acelerado la discusión técnica de planes alternativos en voz baja en algunos casos y con pronunciamientos en otros, como el de la semana pasada en torno de las primeras medidas anunciadas por Massa. En medio de los problemas propios de liderazgo que también enfrenta la coalición opositora, los expertos que los asesoran reconocen que no resulta sencillo terminar de elaborar un diagnóstico en un contexto político tan volátil.
SEGUIR LEYENDO: