De la cantidad de nombres que eligió Sergio Massa para que lo acompañen en la gestión económica, posiblemente el que más sorprendió fue el de Daniel Marx. Fue uno de los grandes protagonistas de los ´90: llevó adelante la renegociación de la deuda a través del Plan Brady al principio de esa década y luego ya en el año 2000 fue el artífice del “blindaje”, un colchón de USD 40.000 millones que no fue suficiente para salvar a la Convertibilidad.
La designación de Marx marca el tono pragmático que le quiere dar Massa a su gestión, despojado casi totalmente de consideraciones ideológicas. Se trata posiblemente del primer funcionario que ocupó un alto cargo en la gestión de Domingo Cavallo al frente del ministerio de Economía que se incorpora a un gobierno kirchnerista. A Massa ni siquiera le importó que el nombre de Marx estuviera ligado al largamente criticado “megacanje” del 2001 por parte del kirchnerismo. Aquella operación buscó canjear deuda de corto plazo por bonos largos pero con tasas de interés en dólares más altas. Pero ya la crisis estaba desatada y pocos meses después sobrevino la debacle del “1 a 1″.
La excepción posiblemente haya sido en su momento la de Martín Redrado, que ocupó la presidencia del Banco Central durante parte de la gestión de Néstor y luego de Cristina Kirchner. En el gobierno de Carlos Menem había ocupado un rol de segundo rango como presidente de la Comisión Nacional de Valores. Su nombre fue vetado en varias oportunidades por la vicepresidenta.
El regreso de Daniel Marx a una gestión ejecutiva es una fuerte señal de pragmatismo de Sergio Massa, que procura una mejor llegada con inversores de Wall Street y organismos internacionales. Tiene la muy difícil tarea de conseguir fondos frescos para fortalecer las reservas del Banco Central
El ex secretario de Finanzas tendrá a cargo la responsabilidad –según se especificó- de fortalecer el nivel de reservas, administrar la deuda e incentivar el crecimiento del mercado de capitales local. Claramente la urgencia pasa por darle un mayor respaldo al Central y conseguir los dólares necesarios para ello.
La opción de algo parecido a un “blindaje” como el de hace poco más de 20 años luce muy lejana. En aquella oportunidad hubo aportes fuertes organismos multilaterales, que hoy no están disponible más allá de los desembolsos del FMI para repagarse su propia deuda. Luego intervinieron bancos internacionales e incluso el gobierno español. Con una Argentina que cayó en un descrédito total y que la mayoría de los inversores ve nuevamente en default estas opciones de dinero fresco serían sumamente difíciles de conseguir.
Massa dejó trascender que sumaría a Qatar como destino de su primer viaje internacional, un agregado a las típicas reuniones en Washington, Nueva York y un par de capitales europeas. La búsqueda de inversiones de los fondos soberanos árabes es una opción abierta, pero que por ahora también luce algo lejana.
Lo intentó Mauricio Macri en 2018, cuando recibió la presencia de importantes funcionarios de ese país. Sin embargo, no logró concretar una sola inversión. También lo intentó el canciller, Santiago Cafiero, cuando viajó a Dubai, que maneja otro fondo de inversión estatal billonario. Pero como le pasó en su momento a Macri, también se volvió con las manos vacías.
¿Habrá algo para ofrecer qué le interesa particularmente a los árabes? Las inversiones de ese origen hoy se dirigen a hoteles y sobre todo grandes extensiones de tierras en el sur argentino. Sin embargo, los riesgos de “hundir” dinero en la Argentina son muy grandes, lo que explica la reticencia de los millonarios fondos soberanos como los de Qatar, Dubai y también de otros países por desembarcar en el país.
Otra opción que circuló, pero sin confirmación oficial, es la negociación de un “repo” con bancos internacionales. El problema es que la garantía de dólares frescos que pueden aportar las entidades serían bonos argentinos con valor de default, es decir muy poco atractivos y difícilmente aplicables como colateral.
La opción de algo parecido a un “blindaje” como el de hace poco más de 20 años luce muy lejana. En aquella oportunidad hubo aportes fuertes organismos multilaterales, que hoy no están disponible más allá de los desembolsos del FMI para repagarse su propia deuda
Más allá de la posibilidad de conseguir dinero fresco, está claro que Marx aporta su gran experiencia en temas vinculados a la administración de la deuda, incluyendo planes de reestructuración. También cuenta con importantes contactos internacionales en Washington y Wall Street, aunque claramente los interlocutores hoy son otros que los de hace 20 ó 30 años. Sin embargo, siguió vinculado con el mercado neoyorkino a partir de su asesoramiento a compañías privadas que en los últimos años llevaron adelante colocación de bonos, acciones o incluso renegociaciones de deuda con el sector privado.
Con Leonardo Madcur como jefe de asesores del ministerio de Economía, Massa deja en claro que detrás de las futuras medidas que se adoptarán estará el sello de Roberto Lavagna. Madcur ocupó un puesto clave durante la gestión del ex ministro de Economía hasta 2005, en los últimos años se desempeñó en el sector privado y además es yerno de Guillermo Nielsen, actualmente embajador en Arabia Saudita y quien también fue mencionado como posible integrante del flamante equipo económico.
Otro nombramiento clave es el de Lisandro Cleri, quien se desempañaba en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad y pasará al Banco Central. Eso significa que Massa pudo quedarse con una silla clave en la institución, pese a que en la ofensiva que llevó a Economía no figuró el BCRA. Ahora está claro que también tendrá injerencia en el manejo de temas claves como la intervención cambiaria, el manejo de las tasas de interés y la negociación de bonos. Se tratan todos de aspectos centrales en medio de la situación financiera crítica que atraviesa la economía argentina.
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