Como una mosca blanca dentro de una economía en crisis permanente, las fintech argentinas continúan generando desarrollos que les permiten replicar sus servicios en otros países de América latina, para lo cual consiguen financiamiento de capitales internacionales y exportan soluciones con desarrollos tecnológicos propios. El último caso es el de Tapi, una startup fundada por Tomás Mindlin, Kevin Litvin, Nicolás Andriano y Bruno Cortinovis, que ya opera en la Argentina, Colombia y Perú con 14 acuerdos a punto de cerrarse para ofrecer servicios replicables en toda la región.
Tapi nació de la experiencia de la billetera digital Tap, lanzada el año pasado por Mindlin y Litvin con el foco en el cobro de facturas de servicios públicos. Con ese aprendizaje, surgió el proyecto de ofrecer soluciones para mejorar la experiencia en los “pagos recurrentes” y darle pelea al efectivo y a la tradición del sistema presencial de pagos, algo tan presente en la Argentina como en cualquier país de América Latina. Tapi (marca surgida de Tap y API, el nombre que recibe el software para integrar aplicaciones) espera desarrollar servicios y soluciones para aplicaciones, bancos, crypto wallets o retails. A su vez, se trabajará en productos que agreguen valor a plataformas de recargas, suscripciones e impuestos. Todos esos sectores son sus potenciales clientes.
“Estamos transformando la experiencia de pagos en la región. Vamos a acompañar a todas las plataformas digitales para que en el corto plazo tengan la capacidad de ofrecer a sus usuarios diferentes soluciones financieras a través de una única conexión en todo Latinoamérica” explicó Mindlin, CEO de Tapi.
“Tenemos conversaciones avanzadas con más de 30 actores de la industria. Aspiramos a corto plazo concretar 14 acuerdos regionales, 8 argentinos y 6 internacionales, y a fin de año tener el doble de cuentas operativas cubriendo todo el continente”, agregó.
Tap se formó mediante la asociación de la familia Mindlin y el Banco BST con una inversión de USD 8 millones. Tomás es uno de los hijos de Marcelo Mindlin, el dueño de Pampa Energía, empresa que no tiene vínculo alguno con el proyecto. Para el nuevo negocio de Tapi, la startup logró el respaldo de “inversores internacionales de renombre a través de una importante ronda de capital que pronto se dará a conocer”, explicó Mindlin. Aunque sus nombres no fueron divulgados, se sabe que algunos de ellos tendrán su primera experiencia en la Argentina y en la región.
Según Mindlin, “las barreras de entrada serán cada vez menores para las fintechs que buscan regionalizarse”, lo que permite que billeteras digitales y neobancos “proliferen a ritmos nunca antes vistos”. Aspira a que Tapi se posicione como el partner que permita desarrollar soluciones sobre pagos recurrentes. Su propuesta aspira a “generar conexiones escalables nativamente digitales y con el diferencial de poder llevar adelante conversaciones técnicas entre equipos que hablan el mismo idioma.”
Mindlin y sus socios recuerdan que, tanto en el país como en la región, más del 60% de esos pagos de facturas que se repiten mes a mes se siguen haciendo en efectivo y bajo una experiencia que no siempre es la mejor, dada las deficiencias de infraestructura digital.
Según Tomás Mindlin, “las barreras de entrada serán cada vez menores para las fintechs que buscan regionalizarse”, lo que permite que billeteras digitales y neobancos “proliferen a ritmos nunca antes vistos”
El caso de Tapi se suma al de una larga lista de fintech argentinas que se ubicaron en un lugar inusual: siendo pymes, consiguieron desembarcar en otros mercados y conseguir inversores de relevancia. A la consabida adaptación a los escenarios complejos que demuestran los emprendedores argentinos, se sumaron dos factores objetivos: el interés de muchos fondos de inversión en apoyar el sector fintech y la pandemia, que impulsó la digitalización de los servicios financieros.
Más allá los casos del gigante Mercado Libre o de Ualá, que ya se desarrolló en México y Colombia, hay muchas otras fintech de origen argentino que están expandiéndose en la región. Lemon, la startup fundada por Marcelo Cavazzoli y Borja Martel, desembarcó en marzo en Brasil, en el marco de “un plan de expansión para llenar de Bitcoin a toda América Latina”, según Cavazzoli. Lemon arrancó en 2019 con 5 personas y a fin de esta año espera emplear a 500 en toda la región. En 2021 dio el salto con una ronda de inversiones de USD 16 millones.
Otra fintech argentina que se expandió en el exterior es Wenance, la empresa fundada por Alejandro Muszak dedicada al crédito online para el consumo. Con su marca Welp comenzó a operar en Perú, que se suma a su presencia en México, Uruguay y España, con planes para sumar otras plazas. Para fin de 2022, Wenance espera colocar préstamos por USD 1 millón en Perú en el marco de un objetivo más ambicioso: duplicar la oferta de créditos en todas las mercados en los que opera, en especial en los sectores de la población sub-bancarizados y no bancarizados. En todos los mercados, Wenance tiene una cartera histórica de 847.000 préstamos otorgados y 400 empleados.
Afluenta, una de las primeras fintech del país fundada en 2012 por Alejandro Cosentino, tiene a México como su mercado principal y opera fuerte en Perú, además de la Argentina. Fuera del país, Afluenta ya tiene una comunidad de más de 2.600.000 personas y ha facilitado préstamos por más de 60 millones de dólares.
Pomelo, un fintech dedicada a brindar infraestructura de servicios financieros a otras compañías, ya está presente en Argentina, Brasil, México y Colombia con poco más un año de actividad. Geopagos, una plataforma que presta servicios para la aceptación de pagos digitales fundada en 2013, ya puede considerarse una compañía regional, con negocios en Argentina, Chile, México, Ecuador, Perú, Colombia, Bolivia, República Dominicana, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Honduras, El Salvador y Guatemala. Son otros ejemplos de compañías argentinas que pudieron replicar sus desarrollos para ofrecerlos a otros países con la adaptación a cada necesidad local.
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