A través de la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, el Gobierno anticipó que habrá medidas antes del fin de semana, pero además detalló que una de ellas será la aplicación de un tipo de cambio diferencial para el turismo. La medida avanza así en un desdoblamiento cambiario de hecho, con un dólar financiero para casi todas las transacciones y uno oficial reservado para un grupo cada vez más selecto de empresas o individuos.
El desdoblamiento es visto por el mercado como el último paso antes de que se produzca lo inevitable, que es un sinceramiento cambiario. La brecha con el dólar financiero ya llega al 140% y se hace cuesta arriba detener su aumento sin un salto brusco del tipo de cambio oficial.
Ofrecer un dólar financiero para el turismo plantea si será solo para los que visitan la Argentina o también para los que viajan al exterior. La lógica indicaría que debería ser una medida para ambos, aunque oficialmente solo se puso énfasis en aquellos que gastan en la Argentina y que cambian sus divisas en el mercado informal.
De esta forma, el “dólar MEP”, que cerró levemente arriba de los $ 300, pasa a ser la referencia no sólo para el atesoramiento, sino también para el sector turístico.
El desdoblamiento de hecho al que se dirige el mercado cambiario es un reconocimiento por parte del Gobierno de la imposibilidad de sostener el actual esquema cambiario por mucho más tiempo sin sufrir graves consecuencias para la economía. Por más que la ministra de Economía, Silvina Batakis, haya declarado que se siente “cómoda” con el valor del dólar oficial, el comportamiento de los mercados marca una realidad muy diferente.
Cristina Kirchner avaló un salto del tipo de cambio en 2014, cuando pasó de $ 6,50 a 8. Luego llegó al final de su gobierno con una brecha cercana al 50%. Pero ahora la distancia es sustancialmente mayor y las perspectivas hacia delante no son buenas. Todo indica que sin una corrección profunda esa diferencia está más para agrandarse que para achicarse.
Las demoras de Silvina Batakis para anunciar medidas vinculadas a un mayor control del gasto y de la emisión incrementaron la inquietud de los inversores, sumado a las propias internas dentro del gobierno que debilitaron aún a la flamante ministra
Pocos piensan hoy que exista alguna posibilidad de conseguir un retroceso del dólar financiero arriba de $ 300. Martín Guzmán lo consiguió en octubre de 2020, cuando el tipo de cambio tocó un máximo en aquel entonces de $ 195, pero a costa de medidas de austeridad fiscal que en aquel momento resultaron creíbles. Pero ahora las peleas internas en el oficialismo, la falta de apoyo a Batakis y la soledad de Alberto Fernández complican mucho más las cosas.
Javier Timermam, managing partner de AdCap, criticó los adelantos relacionados con el dólar turista: “Es tan infantil toda la discusión que asusta. Se necesitan medidas que generen credibilidad, oferta genuina de dólares, inversión y varios años de un esfuerzo colectivo. Dejen de fantasear con soluciones facilistas, porque no las hay”.
Este razonamiento resume bien cómo perciben los mercados financieros la crisis y los próximos pasos que buscará dar el Gobierno. Sin medidas contundentes será difícil dar vuelta la profunda crisis de confianza, que se expresa en un dólar que subió casi 80 pesos desde que renunció Martín Guzmán, un 32%.
El consenso es que será inevitable avanzar en serio con un ajuste real de las cuentas públicas, que por lo menos permita acercarse al compromiso asumido con el FMI, que establece un rojo máximo de 2,5% del PBI.
Batakis quedó en el medio de la interna del kirchnerismo duro con el Presidente, Alberto Fernández, y hasta ahora no logró impulsar medidas concretas que apunten a esa dirección. Ahora se acortan los tiempos a medida que la crisis avanza. Los anuncios de las próximas horas serán una verdadera prueba de fuego para disminuir la desconfianza de los mercados, luego de la oportunidad perdida tras los anuncios con sabor a poco de hace diez días.
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