Los precios de los bonos soberanos argentinos, emitidos tan sólo dos años atrás, alcanzaron valores mínimos inimaginables para emisiones de deuda similares en las últimas semanas. Los títulos surgidos del canje que el ahora ex ministro de Economía, Martín Guzmán hizo en agosto 2020 llegaron a cotizar a paridades tan bajas como 18 centavos por dólar. Son precios que están por debajo del “valor de recupero” teórico que obtendrían sus tenedores en caso de que los riesgos que percibe el mercado se concreten y se necesite una nueva reestructuración, en el orden de los 30 centavos por dólar. El valor irrisorio que alcanzaron hizo que inversores se animen, finalmente, a hacer algunas compras. Pero admiten que es una estrategia riesgosa.
El riesgo país se aproximó en la última semana a 2.800 puntos básicos por primera vez desde la reestructuración de deuda, cerrada en 2020, cuando JP Morgan recalculó el indicador y lo bajó de 2.120 pb el 9 de septiembre a 1.101 pb, con el ingreso al mercado secundario de los nuevos bonos del canje.
Los títulos de deuda fueron víctimas -en parte- del mal clima en el mercado global, pero donde los bonos de otros países latinoamericanos sufrieron retrocesos, los papeles argentinos directamente se hundieron en mínimos difíciles de imaginar. En el medio, claro, Guzmán dejó en forma sorpresiva el Ministerio de Economía y el Gobierno tuvo que reemplazarlo con Silvina Batakis.
Los bonos más cortos como el Bonar 30 llegaron a caer a USD 17,93 por lámina de USD 100 valor nominal
En el derrumbe de los precios, los bonos más cortos como el Bonar 30 llegaron a caer a los USD 17,93 de precio. Una paridad cercana a los 18 centavos por cada dólar de valor técnico.
La paridad es la relación entre el valor de mercado del bono y el valor técnico. Cuando es del 100% se dice que cotiza a la par. Si es mayor está sobre la par (ocurre cuando devenga intereses que se liquidan más adelante) y si es menor, bajo la par. Los operadores las expresan muchas veces como centavos por dólar o dólares por cada USD 100 de valor técnico o nominal. Y es vista como el ticket de entrada a una eventual reestructuración: cuánto van a valer esos títulos si, efectivamente, el riesgo implícito en precios se transforma en un evento de crédito.
Lo llamativo es que son paridades por debajo del valor teórico al que suele cotizar un bono que está en default o cuya cesación de pagos es considerada inminente, como ocurrió con los papeles de Rusia, a fines del mes pasado. El título soberano en default suele cotizar en torno a 30 centavos por dólar.
Entonces, ¿no tendría sentido comprar al infinito títulos a precios tan bajos? Bueno, no es tan así explican expertos. “Se teme que el proceso hacia una normalización de los valores de la deuda pueda ser prolongado, además de que la desfavorable posición técnica que enfrentan puede generar overshooting”, dijo a Infobae el analista Gustavo Ber.
“Habría muchos inversores externos cansados de los bonos, por la calidad crediticia y la estructura financiera de bajos cupones, y ello lleva a una continua presión vendedora, lo cual puede activar por momentos incluso castigos excesivos en las cotizaciones”, explicó.
Habría muchos inversores externos cansados de los bonos, por la calidad crediticia y la estructura financiera de bajos cupones, y ello lleva a una continua presión vendedora (Ber)
Los títulos argentinos tienen, sin embargo, una particularidad que explica los precios irrisorios. La reestructuración de deuda buscó darle “un aire” al Tesoro con largos períodos sin pagos significativos de capital e intereses. Con lo cual, los “cupones” -pagos periódicos de interés- que se incluyeron en los contratos fueron prácticamente nulos. Así, las compras en el mercado secundario de esos papeles quedaron desincentivadas. Sobre todo porque los bonos argentinos compiten con los de otros países emergentes y empresas que pagan cupones anuales o semestrales y, así, permiten ir recuperando la inversión -o reinvirtiendo esos pagos- con resultados más rápidos y tentadores.
Eso explica que a pesar de estar regalados, los bonos argentinos tienen muchas dificultades para encontrar compradores. “Es que otros países de América Latina o mercados emergentes en general ahora rinden 12% a 18% y te compiten en retorno”, explicó a este medio el economista Belisario Álvarez de Toledo.
Entonces, como apuesta riesgosísima pero atractiva al fin, algunos (pocos) inversores vieron la caída de los bonos argentinos de esta semana como una oportunidad. No es una inversión para cualquiera. Sólo para valientes. A estos precios, la posibilidad de una reestructuración problemática o hasta de un largo juicio no está ausente en la mente de los operadores. Pero la relación entre costo beneficio empezó a cerrar para algunos pocos.
“Partiendo del escenario de que el Bonar 2030 promete pagar al vencimiento USD 104, lo que hoy vale USD 18 parece un negoción. ¿Por qué promete? Porque Argentina es campeón mundial de defaultear sus obligaciones y el precio estima una probabilidad de incobrabilidad de casi el 95%”, dijo a Infobae Mariano Marcó del Pont, de Silvercloud Advisors.
Si miramos el caso de Ecuador el día después de sus elecciones los bonos tuvieron un salto de 40% (Del Pont)
“Habiendo dicho esto, creo que el riesgo-beneficio a USD 18 vale la pena. Con el simple hecho de que el bono mantenga su tasa interna de retorno a un año la ganancia seria de 45%. En un escenario de mayor compresión por motivos electorales y en el que la tasa interna de retorno llegase a 25% estaríamos hablando de casi un 140% de ganancia.
¿Es probable? “Puede ser, si miramos el caso de Ecuador el día después de sus elecciones los bonos tuvieron un salto de 40%”, concluyó Mariano Marcó del Pont.
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