La jefatura del Palacio de Hacienda le llegó a Silvina Batakis siete años después de lo que hubiera querido. Daniel Scioli ya había anunciado, durante la campaña presidencial de 2015, que sería su ministra de Economía en caso de una victoria en el balotaje ante Mauricio Macri. Ahora, con un escenario muy distinto a la de ese momento tuvo finalmente su chance, con una gestión que comenzó con un menú variopinto de urgencias, tironeos desde distintos sectores del Frente de Todos y un empresariado ávido de negociar alguna medida en su favor.
Fue un desembarco lento el de Batakis en el ministerio central de la política del gobierno de Alberto Fernández, desde que fue nombrada el domingo por la noche, se le tomó juramentó un día después y durante todo el resto de la semana fatigó reuniones con el Presidente, algunos ministros y con otras figuras de la coalición de gobierno para dejar definido su equipo de trabajo, que tendrá en la próxima horas desafíos claves en lo inmediato.
La nueva ministra fue, a cuentagotas, ensayando un croquis de su pensamiento económico y de su agenda de gestión. Por un lado, ante un mercado que reaccionó de una manera “esperable”, según definió un alto funcionario del equipo económico, a la salida traumática de Martín Guzmán, buscó dar un primer mensaje, lo más tranquilizador posible. Eso se tradujo en una primera declaración de principios: que cree en el equilibrio fiscal y que será una de las prioridades de su gestión.
Durante todo el resto de la semana fatigó reuniones con el Presidente, algunos ministros y con otras figuras de la coalición de gobierno para dejar definido su equipo
No es para menos: la cuestión sobre un ajuste del gasto público en lo que resta del año no solo forma parte de las exigencias que planteó el Fondo Monetario Internacional en la última revisión del acuerdo vigente, sino que incluso el propio Martín Guzmán antes de renunciar reconocía que el segundo semestre estaría marcado por un proceso de “consolidación” fiscal, en un marco en que el gasto público crece más de 10 puntos porcentuales por encima de la inflación y pone presión al cumplimiento de los objetivos fiscales.
Más allá de sus primeros mensajes, la agenda de Batakis tiene varios mojones en el camino, que aparecerán de manera urgente en la próximas horas y que incluye pagos de deuda, licitaciones de un mercado clave como el de los bonos en pesos, la reanudación de una negociación decisiva como la del Club de París; y la administración de divisas para el sector productivo, principalmente.
El primer test ante el mercado será dentro de muy pocos días. El miércoles próximo tendrá lugar la primera licitación de deuda en pesos. Esa semana no afrontará ningún vencimiento, pero sí será una colocación que podría allanar el camino para que a fin de mes -cuando el Tesoro deba cubrir casi $490.000 millones, de los cuales poco más de $300.000 millones corresponden a tenedores privados.
Batakis ya habló de la necesidad de diversificar la oferta de instrumentos de deuda en moneda local y que buscará afinar el trabajo en ese área, que es la única vía de financiamiento que tiene el Gobierno si no quiere acudir a la asistencia monetaria desde el Banco Central, limitada por el acuerdo con el FMI.
El último viernes ya tuvo un pago de USD 1.300 millones al Fondo Monetario Internacional como parte del calendario acordado de devolución del préstamo Stand By firmado en 2018. Para eso, utilizó los Derechos Especiales de Giro (DEG) que recibió por parte de Washington hace dos semanas. No será el único giro de divisas que deberá hacer este mes y que vuelva a reducir el nivel de reservas brutas en el Banco Central.
Este lunes tendrá lugar el primer pago de su gestión a bonistas privados por unos USD 690 millones y el 29 de julio el segundo vencimiento con el FMI: USD 692 millones
El 29 de julio caerá el segundo vencimiento a pagar al Fondo Monetario, por USD 692 millones. Con este giro el Gobierno habrá abonado casi USD 3.000 millones -más unos USD 260 millones adicionales a otros acreedores y bonistas, según estimó la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC)-.
Este lunes, por su parte, tendrá lugar el primer pago de su gestión a bonistas privados, serán unos USD 690 millones. En este caso, se tratará de los vencimientos de los Bonar en dólares y los Globales en dólares y en euros, mientras esos títulos alcanzaban en los últimos días valores mínimos desde la reestructuración que concretó el ex ministro.
El jueves, en tanto, el Indec dará a conocer el primer dato de inflación de junio que Batakis heredó de Guzmán. Las consultoras esperan que el aumento del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ubique en torno al 5,1% que acusó en mayo, por lo que podría interrumpir la tendencia de desaceleración que se vio en abril (6%) en relación con marzo (6,7 por ciento). Incluso, la cifra interanual será mayor y continúe como la más alta bajo esa medición en más de 30 años.
Ese dato de inflación implicará una nueva revisión a la política de tasas de interés de los bonos del Tesoro y del Banco Central. El acuerdo con el FMI prevé que el Poder Ejecutivo garantice un interés real positivo para las inversiones en pesos y la ministra Silvina Batakis aseguró que buscará garantizar ese aspecto. El dato de inflación de junio, en ese sentido, pondrá a prueba los reflejos del nuevo equipo económico para recalibrar la tasa y evitar un atraso.
Pauta de gastos y recursos
Otro tema que apareció como prioritario en el escritorio del estrenado despacho en el quinto piso del Palacio de Hacienda, y que Batakis heredó de Guzmán, es la elaboración del Presupuesto 2023. Típicamente a esta altura del año el equipo económico envía el anticipo de ese proyecto al Congreso -algo que sucedió la última semana- y elabora la hoja de ruta completa hasta presentar la iniciativa definitiva a mediados de septiembre.
En el anticipo presupuestario que dejó Guzmán firmado dos días antes de su renuncia planteó que el PBI crecería en 2023 en un 3%, lo que marcaría una desaceleración respecto del 4% que aguardaba para este año; el consumo privado 3,2%, la inversión 4,8%, las exportaciones 8,1% y la importaciones un 5,6%. También proyecta una inflación de 57% para 2022 -la actualización acordada con el FMI incluía un 62% como tope-, que se reduciría a 50% el año próximo, 44% en 2024 y 33% en 2025. El tipo de cambio nominal mayorista para fines de 2023 se espera en $223,5, lo que implicaría una actualización de 49,5 por ciento, indicó el documento.
Además, si bien el adelanto del presupuesto no los incluye, la negociación técnica con el FMI ya incluía algunos supuestos macroeconómicos para el año próximo: el déficit primario debería según esa hoja de ruta reducirse desde 2,5% del PBI hasta 1,9% del Producto. El techo de emisión monetaria sería de 0,6% del PBI (1% este año) y acumulación de reservas un mínimo de USD 4.000 millones.
En esa compleja cancha marcada es que tendrá que actuar Silvina Batakis, salvo que logre negociar con el FMI condiciones por fuera de las que están incluidas hoy en el programa.
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