La preocupación por la falta de productos en las góndolas, tanto importados como de fabricación nacional, crece a medida que corren los días y se van consumiendo los stocks tanto de productos terminados, cuyos precios se disparan, como de insumos básicos para la producción de bienes de consumo masivo, particularmente alimentos.
Al faltante de papel en todas sus variantes -hoy el producto más conflictivo para las grandes cadenas de supermercados-, zapatillas y electrónicos, se pueden sumar en las próximas semanas alimentos básicos más allá del café y cacao en polvo. También en la industria de productos de higiene, limpieza y cuidado personal la alerta es total.
La perspectiva de desabastecimiento de productos esenciales de consumo inquieta también dentro del propio Gobierno, a tal punto que el titular del Banco Central, Miguel Pesce, buscó llevar algo de tranquilidad el miércoles a las empresas productoras de alimentos en la reunión que mantuvo con los dirigentes de la Coordinadora de Ias Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), a las que prometió flexibilidad. En ese sentido, el presidente de la autoridad monetaria, por estas horas el principal interlocutor del sector privado mientras se termina de producir el recambio en el Ministerio de Economía tras la salida de Martín Guzmán y la llegada de Silvina Batakis, aseguró que se tendrán en cuenta situaciones críticas con insumos claves. Sin embargo, durante el mismo encuentro, los empresarios pudieron ratificar lo que se presume desde hace días: las restricciones a la importación a dólar oficial se extenderán más allá de septiembre, como establece la norma que obliga a las compañías a pagar a sus proveedores a 180 días.
En una de las compañías alimenticias admitieron que “hay muchísima preocupación porque todo esto genera desabastecimiento o un aumento fuerte de precios por el alto costo de la financiación”
“Pesce se cuidó dar plazos concretos. Si bien no dijo que las restricciones se van a mantener hasta el año que viene, tampoco garantizó que la norma vaya a finalizar en septiembre. Pero cuando habló de toda la situación de coyuntura, hacía referencia a, como mínimo, toda la segunda parte del año”, confió una fuente que participó del encuentro en sintonía con otros representantes de distintos sectores de la industria, quienes también recibieron el mismo mensaje.
Lo concreto es que las consecuencias pueden ser devastadoras. En una de las más grandes compañías de consumo masivo, que fabrica a nivel nacional más del 90% de lo que comercializa, los ejecutivos de los departamentos de compras y finanzas están al borde de un ataque de nervios, esencialmente para tratar de convencer a sus proveedores de que los financien, lo que resulta casi imposible para la gran mayoría de las compañías, incluso para las más grandes y multinacionales.
En una de las más grandes compañías de consumo masivo, que fabrica a nivel nacional más del 90% de lo que comercializa, los ejecutivos de los departamentos de compras y finanzas están al borde de un ataque de nervios, esencialmente para tratar de convencer a sus proveedores de que los financien
Dada la situación, algunos bancos comienzan a desarrollar líneas de crédito en dólares que todavía no están operativas pero que, cuando lo estén, tendrán una tasa entre 8% y 10% anual. “Es un costo altísimo, que se va todo a precios y ni hablar del riesgo de devaluación”, explicaron en una de las empresas eventualmente con capacidad de acceso al financiamiento bancario.
Por el momento, la necesidad más acuciante se concentra en los materiales para empaques, tapas y botellas, además de papel. Pero también en lo que hace al contenido, existen ingredientes y esencias transversales a toda la industria de la alimentación que vuelven el cuadro muy complejo. De ahí que Pesce prometió algún grado de elasticidad, al tiempo que se acordó con los empresarios una mesa de trabajo conjunto para monitorear el caso. “Dejó una puerta abierta para aquellos casos críticos en los que hiciera falta, se van a analizar. Lo que pasa es que no se trata de dos o tres insumos, es generalizado, prácticamente estructural. No queda muy claro cómo van a aplicar esa flexibilidad porque es una urgencia atrás de la otra””, explicó un directivo de una de las compañías citadas quien admitió que “hay muchísima preocupación porque todo esto genera desabastecimiento o un aumento fuerte de precios por el alto costo de la financiación”.
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