Mientras que Martín Guzmán había asegurado que emitiría “todos los pesos que sean necesarios” para sostener la cotización de la deuda emitida por el Tesoro, su sucesora en el cargo, Silvina Batakis, se está volcando por una estrategia diferente. Por eso, junto a Miguel Pesce están induciendo a las entidades a comprar títulos del Tesoro para no perder rentabilidad.
El Banco Central había emitido $700.000 millones a lo largo de junio para ponerle un piso a los bonos del Tesoro en pesos. Aquella medida extrema tuvo que ver con una fuerte caída de la cotización de estos títulos, que puso en peligro la estrategia del Gobierno de financiar el déficit con emisión de deuda en el mercado local. Después de la renuncia de Guzmán se mantuvo la misma tónica el lunes, cuando el BCRA tuvo que emitir otros $300.000 millones adicionales, completando un total de un billón de pesos.
Pero ahora la estrategia pactada entre Batakis y Pesce es arrinconar a los bancos para que sean directamente ellos los que compren títulos del Tesoro en pesos. Para lograrlo, el BCRA está prorrateando los vencimientos de Leliq diariamente. Eso significa que los bancos renuevan parte de lo que vence, pero otro porcentaje lo reciben en efectivo.
El acuerdo que firmó el acuerdo con el FMI tenía como un componente central la refinanciación de vencimientos del Tesoro en el mercado de capitales
La consecuencia es una enorme cantidad de liquidez en el sistema que no tiene dónde ser colocada. En los últimos días los bancos rechazaron plazos fijos de las empresas porque no encuentran destino para sus pesos. Y los fondos comunes de inversión que invierten a su vez en plazos fijos también empezaron a rechazar nuevas suscripciones porque no consiguen bancos donde colocar esos recursos.
El único refugio para este exceso de liquidez fueron en las últimas horas las cauciones bursátiles, depósitos a corto plazo a través de agentes de Bolsa (Alyc). Pero hay tanto fondeo que la tasa para colocaciones a un día cayó al 20% anual en pesos, mientras que para siete días se mantiene abajo del 30% anual. Con una inflación que ya apunta a ubicarse por encima del 70% este año, para los bancos representa una licuación enorme de sus activos.
La estrategia pactada entre Batakis y Pesce es arrinconar a los bancos para que sean directamente ellos los que compren títulos del Tesoro en pesos
El miércoles el BCRA llegó a un extremo y renovó menos del 50% de los vencimientos y ayer subió levemente hasta el 65%. La semana pasada el BCRA ya habían incursionado en este terreno (todavía con Guzmán como ministro), aunque tímidamente.
A través de este juego de pinzas, el ministerio de Economía y el BCRA buscar forzar a los bancos a participar en las próximas licitaciones del Tesoro. Si no lo hacen, la inflación hará su juego y licuará con rapidez los pesos que no están colocados.
Esta política no deja de tener su lado riesgoso. En primer lugar, porque no hay seguridad de que participen masivamente en las próximas colocaciones que efectúe el Tesoro. Pero sobre todo porque al haber más pesos en la calle (ya que no se refinancia el 100% de las Leliq) el peligro es que se produzca un salto mayor de la inflación y que se registre un aumento de la presión cambiaria.
El acuerdo que firmó el acuerdo con el FMI tenía como un componente central la refinanciación de vencimientos del Tesoro en el mercado de capitales. Pero además una porción sustancial del déficit fiscal también debería financiarse con la colocación de nuevos títulos. Hoy toda esa estrategia se encuentra en riesgo, ante la fuerte caída de las cotizaciones y el aumento de la tasa de interés de la deuda en moneda local. Para seguir consiguiendo esos recursos, el Gobierno se verá obligado a colocar deuda cada vez más corta y con tasas de interés más alta, con lo cual acumula una bola de nieve cada vez más grande.
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