El Gobierno enfrenta problemas para obtener dólares de los bancos regionales y un sombrío panorama sobre la inflación

Hay quejas del exterior por la falta de gestión en el Gobierno para ejecutar préstamos aprobados y también en el equipo económico por la parálisis de varios funcionarios ante la disputa entre el presidente y la vicepresidenta, mientras empeora la perspectiva de los precios

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 Gustavo Beliz
Gustavo Beliz

La ministra de Economía, Silvina Batakis, enfrentará múltiples desafíos en las próximas semanas sin ninguna salida técnica virtuosa, la desconfianza del mercado y la profunda grieta dentro del oficialismo, que paraliza la gestión del Gobierno.

Fuentes oficiales y privadas consultadas por Infobae afirmaron que, tras la decisión del presidente Alberto Fernández de ceder al nombramiento de Batakis por sugerencia de la vicepresidenta Cristina Kircnher, “la gestión económica se terminó de paralizar”, mientras el dólar sube y caen los bonos de la deuda.

“Esto es un descontrol, nadie sabe quién manda”, expresó un influyente funcionario del área económica que no solo no sabe qué decisiones estratégicas planificar, sino tampoco qué acciones cotidianas llevar adelante mientras se define el acotado radio de acción de Batakis.

No se trata solo de una percepción: la falta de gestión se refleja, por ejemplo, en el lento goteo de préstamos de los bancos regionales y multilaterales, que no encuentran en Gustavo Béliz, el encargado de gestionar estos créditos, un interlocutor que pueda resolver los problemas de ejecución que existen en diversas áreas del Gobierno.

“Es un desastre trabajar con la Argentina”, comentó un funcionario de un banco regional que jura que no pueden avanzar siquiera en la cartera acordada para 2022, que estaba contemplada en el programa acordado con el FMI.

Las carencias no solo son financieras; un hombre del sistema financiero de muy buen diálogo con el gobierno pero que no comulga con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, sentenció: “Si Sergio no entra al gabinete finalmente esto va a terminar mal, muy mal; Silvina no tiene espaldas para aguantar tantas presiones”.

El presidente de la Cámara
El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa

Batakis asume con el debe y el haber de contar con el respaldo de la vicepresidenta, pero una mayor equidistancia del Frente Renovador que lidera Massa, que ya tenía preparado su desembarco para hacerse cargo de la política económica el fin de semana, con un plan que comenzó a preparar desde su encuentro en su casa con un asado para un grupo de economistas entre los que se encontraban Martín Redrado, Miguel Peirano, Diego Bossio, Marco Lavagna y Martín Rapetti, entre otros. El domingo, con el llamado entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, ese desembarco se paralizó.

“Vamos a ver cuánto dura esta tregua frágil”, apuntaron desde ese sector de la coalición oficialista, al considerar que nada está dicho sobre el futuro del Gobierno con las elecciones de 2023 tan lejos.

En el corto plazo, Batakis enfrentará en los próximos días varias noticias negativas: la inflación de junio, para los analistas privados, superó el 5%, por lo que ya se acercó al 35% en el primer semestre, frente a la meta anual del 62% fijada semanas atrás por el Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Recalculando precios

Según Camilo Tiscornia, el relevamiento de precios minoristas de C&T para GBA “presentó un incremento mensual de 5,3% en junio, similar al 5,3% de mayo pero muy superior al 3,5% de junio de 2022; por ello, la inflación de 12 meses trepó a 62,2 por ciento”. Para julio, varios analistas arrancaron pronosticando un aumento del 6%, pero luego de la fuerte suba del dólar que le sucedió al redoblamiento del cepo, están “recalculando” el dato de este mes.

En tanto, los analistas privados estimaban hasta ahora que a fin de año el IPC podría llegar al 72%, aunque el ex presidente del Banco Central Guido Sandleris dijo que el piso es del 82% y el techo puede ser del 100% con un ritmo del 6% mensual.

Más osado, el banco JP Morgan afirmó que la Argentina transita un volátil camino que puede derivar en una hiperinflación como la que atravesó en 1989-1990 por la falta absoluta de anclas nominales y la profunda crisis dentro del oficialismo.

Los fuertes vencimientos de la deuda en pesos –detonante de la crisis financiera que arrancó el mes pasado- obligarán a la ministra, según los expertos, a pagar una tasa cada vez mayor, mientras el Banco Central no deja de emitir pesos para cubrir el déficit fiscal y para ofrecerle un salvataje a los inversores financieros al fijarle un piso a los activos soberanos.

“Es un desastre trabajar con la Argentina”, comentó un funcionario de un banco regional que jura que no pueden avanzar siquiera en la cartera acordada para 2022, que estaba contemplada en el programa acordado con el FMI

Desde Nueva York, el dueño de un fondo de inversión explicó en forma anónima que “con estos precios de los bonos pueden interesarse los fondos de cobertura más agresivos, porque el resto de los inversores, que ya tiene títulos soberanos en dólares, está esperando que reboten para poder sacárselos de encima”.

El desinterés por la Argentina es muy profundo y desde afuera solo se observan dos caminos: una hiper o una profunda contracción, o ambas, como ocurrió con Venezuela”, indicó el ejecutivo desde Manhattan.

En tanto, a fines de agosto o principios de septiembre finalizará la segunda revisión del acuerdo con el FMI, referido a las metas del período abril-junio, que en el caso de las reservas del BCRA el Gobierno pudo cumplir al imponer el último cepo a las importaciones a costa de un menor nivel de actividad y una mayor inflación.

Aun así, la vicepresidenta ya dejó en claro que quiere que el acuerdo con el organismo multilateral quede de lado porque la prioridad es asegurarse un triunfo en 2023 –ya que cree que el “ajuste” le hizo perder las elecciones al Gobierno en 2021-, aunque ningún economista del oficialismo se atreva a trazar un panorama si la Argentina entra en default con el organismo multilateral por incumplir el acuerdo. De este modo, al menos en el terreno financiero, la salud del Gobierno parece depender más de lo que se decida en Washington que en el Instituto Patria.

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