En las pocas palabras que pronunció luego de su asunción, Silvina Batakis hizo foco de manera explícita en la situación fiscal. La flamante ministra de Economía arrancó su gestión en medio de un fuerte clima de desconfianza de los inversores, empresarios y del público, por lo que está obligada a dar algunas señales urgentes para tratar de dar vuelta esas expectativas negativas. “Creo en el equilibrio de las cuentas públicas”, reiteró casi al final de sus escasos dos minutos y medio de presentación.
Horas antes, los mercados la habían recibido con el pulgar hacia abajo, a pesar de que se suponía que el feriado en EEUU iba a significar un auxilio tras el fin de semana crítico. Pese a las operaciones limitadas, no hubo bienvenida: todo lo que funcionó, fue con resultado negativo. Todas las cotizaciones del dólar subieron y el BCRA debió vender USD 100 millones, aún con el cepo y con los problemas en el homebanking de los bancos que frenaron a muchos ahorristas que querían sus USD 200 mensuales.
Los bonos en pesos siguieron en caída y el Banco Central debió salir al rescate para evitar que caigan aún más en el primer día de la era Batakis. El mercado escapa de esos títulos y eso obliga al BCRA a seguir emitiendo para comprarlos, tal como lo venía haciendo con Martín Guzmán. Ese cóctel de inflación, atraso cambiario y brecha de más del 120% entre el tipo de cambio oficial y sus alternativas, genera aún más expectativas de devaluación.
En la reunión de la nueva ministra con el titular del Central, Miguel Pesce, no sólo se abordó la crítica situación de las reservas y cómo lograr una mayor acumulación en los próximos meses. Pero también estuvo sobre la mesa otra de las cuestiones urgentes: cómo abordar la desconfianza de los inversores en los bonos en pesos, que sólo ayer requirió la emisión de casi $ 300.000 millones al Banco Central, que se agregan a los cerca de $ 700.000 millones que había emitido durante junio.
En términos futboleros, Batakis –fanática de Boca- arrancó el partido con un 2 a 0 abajo. Tendrá que hacer grandes esfuerzos –y posiblemente exagerar los gestos- para dar vuelta este resultado negativo. La buena noticia es que todavía tiene algún margen de maniobra para lograrlo, la mala es que el cansancio por la falta de resultados y de rumbo de Alberto Fernández dejó al Gobierno muy desgastado.
El “madrinazgo” de Cristina Kirchner tampoco le juega a favor a la flamante ministra, al menos desde el punto de vista del impacto en el dólar y otros activos financieros. La vicepresidenta viene machacando hace meses en contra del acuerdo firmado con el FMI, pero además también se manifestó de manera reiterada en contra de los intentos de Martín Guzmán por bajar el gasto y reducir el déficit fiscal. A tal punto que lo culpó por ese motivo de la derrota electoral en las legislativas del año pasado. ¿Por qué habría que confiar en la declamada austeridad fiscal que adoptará Batakis, que fue bendecida por Cristina?
El Banco Central debió emitir ayer casi $ 300.000 millones, que se agregan a los cerca de $ 700.000 millones que había emitido durante junio
Incluso el acuerdo con el FMI entra en zona de alto riesgo. El organismo hizo la “vista gorda” con los incumplimientos fiscales y monetarios del segundo trimestre, flexibilizando las metas temporalmente. Sin embargo, los técnicos de Washington insistieron en la necesidad de acumular USD 5.800 millones de reservas netas y sobre todo en la baja del déficit fiscal al 2,5% del PBI. Todo el esfuerzo deberá hacerse en este segundo semestre y recaerá en la gestión de Batakis, pero nadie tiene claro si hay margen económico y sobre político para conseguirlo.
Sin señales muy fuertes de moderación fiscal será casi imposible ponerle paños fríos al dólar y llevar cierto nivel de tranquilidad a los mercados. Si bien parece casi imposible achicar el déficit de acuerdo a lo comprometido con el Fondo, al menos habrá que avanzar en esa dirección y dejar atrás el “festival” de gasto del segundo trimestre.
El kirchnerismo culpó a Guzmán de la derrota electoral en las legislativas del año pasado por reducir el déficit. ¿Por qué habría que confiar en la declamada austeridad fiscal que adoptará Batakis, que fue bendecida por Cristina?
La reapertura de Wall Street, tras el feriado de ayer por el Día de la Independencia, representará el primer test de Batakis ante los inversores. Ayer el mercado local operó toda la jornada a ciegas, teniendo en cuenta que la ministra todavía no había asumido y ni se conocía el contenido de sus primeras declaraciones.
Pero no hay que esperar milagros ni mucho menos. Seguramente la caída de las acciones argentinas que cotizan en Nueva York se acercarán al 10% en dólares, en línea con lo sucedido en la operatoria local. Y también será una jornada de debilidad para los bonos. Pero será prematuro sacar conclusiones por lo que ocurra en las primeras horas de negociaciones o las caídas iniciales de precios.
Las primeras palabras de la ministra son auspiciosas en la medida que dejan trascender la preocupación por la situación fiscal. Pero aún falta mucho para determinar si realmente la ministra tendrá la vocación y sobre todo el apoyo político para hacer el ajuste por las buenas. La alternativa es que lo haga el mercado por las malas, a través de una inflación de tres dígitos (que está cada vez más cerca) y una aceleración de la devaluación, tanto de los distintos dólares financieros como finalmente del tipo de cambio oficial.
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