Volvió al ruedo luego de casi tres años. De a poco y -asegura. sin intenciones de buscar cargos futuros.
Nicolás Dujovne, el ex ministro de Hacienda de Cambiemos que renunció a mediados de 2019, luego la derrota del gobierno de Mauricio Macri en las PASO y en medio de un tembladeral económico y financiero, dijo que prefirió mantenerse en silencio –y ”lamerse las heridas” trabajando para el sector privado– hasta que pasara lo que, afirmó, sabía que iba a pasar: “el fracaso de una nueva experiencia populista”.
Distendido y con un semblante más relajado que cuándo ocupó la silla principal del Palacio de Hacienda, habló con Infobae sobre la situación económica, de cómo será el 2023 para Juntos por el Cambio, de su eventual regreso a Economía y del actual acuerdo con el FMI. La nota se hizo unas horas antes de la renuncia de Martín Guzmán, cuya gestión evaluó como “muy, muy pobre”. Y comparó la política antiinflacionaria local con la de Zimbabwe, el país africano que es sinónimo de precios desbocados.
“Hoy tenemos tasas de inflación anuales de más de 80% y si se sigue en 5% mensual estaríamos por arriba del 80% en el año, pero con el ritmo de emisión estará por sobre 100 por ciento. Hay que evitarlo”
También criticó al presidente Alberto Fernández, quien días atrás y analizando la corrida contra los bonos en pesos, dijo en referencia a economistas de Cambiemos: “Seguramente están buscando un golpe de mercado. Sabemos con qué bueyes aramos. No les pido que me ayuden, les pido que se callen porque confunden con expectativas adversas”.
“Es una pavada pensar que a un año y medio del cambio de gobierno lo que diga un economista de Juntos por el Cambio respecto de la deuda influye en el mercado. Es irrelevante. Lo que me parecen llamativas son las declaraciones del Presidente pidiendo a los economistas de Juntos por el Cambio que no hablemos. Se precia de ser democrático y eso es más propio de países con los que él se asocia, como Cuba, Venezuela, Nicaragua o como cuando coqueteó con Putin antes de la invasión a Ucrania. No corresponde y hay que hacer un llamado de atención. Todo el mundo tiene derecho a opinar, le guste al Presidente o no”, dijo quien fue ministro un año y medio. Hernán Lacunza, quien lo sucedió en el final del mandato de Macri, fue el principal señalado por el Presidente.
— La semana pasada le exigió por Twitter responsabilidad al Gobierno. Dijo también que la inflación es consecuencia del desmanejo fiscal y monetario y que el fisco está fuera de control…
— Me preocupa lo que estamos viendo. La inestabilidad de los tipos de cambio paralelos y la aceleración inflacionaria tienen su fuente en el desempeño fiscal del Gobierno, con un déficit muy grande que genera dudas en los inversores porque se está financiando con emisión monetaria. Es muy importante para tranquilizar las aguas que el Gobierno anuncie un programa fiscal creíble. Tienen un compromiso de déficit primario para el año de 2,5 puntos y es un mal objetivo, dados los buenos precios internacionales. Hay que ser mucho más ambiciosos: el Gobierno y el Fondo son responsables. El rubro más flexible del gasto son los subsidios a la energía y el transporte, pero en vez de disminuirlos como se había acordado, aumentan. En mayo, el gasto público antes de intereses creció 88%: es una cifra insólita. Es urgente que el Gobierno tome las riendas fiscales. Es la única manera de devolverle la tranquilidad a los argentinos. Hoy tenemos tasas de inflación anuales de más de 80% y si se sigue en 5% mensual estaríamos por arriba del 80% en el año, pero con el ritmo de emisión estará por sobre 100 por ciento. Eso hay que evitarlo.
“Es urgente que el Gobierno tome las riendas fiscales. Es la única manera de devolverle la tranquilidad a los argentinos”
— ¿Ve al Gobierno, al presidente Fernández y al ministro Guzmán, dispuestos a recorrer este camino?
— Los veo confundidos. Además del tema fiscal, la reacción ante la caída en el precio de los bonos fue inadecuada. El Banco Central salió a comprar y a emitir más. Hoy los bonos tienen una tasa de interés inferior al riesgo que perciben los que los tendrían que comprar. Entonces, el BCRA se está convirtiendo en el único comprador. No hay un diagnóstico correcto: hay que plantarse muy duro en lo fiscal, subir las tasas de interés y utilizar el mecanismo de precios.
— ¿En sus tuits comparó a Fernández con Mugabe, quien gobernó 40 años y convirtió a Zimbabue en un sinónimo de inflación desbordada?
— Comparé la política monetaria del Banco Central, no al Presidente. Esta política monetaria se asimila mucho más a la de Zimbabue que a la que llevó adelante el ex presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, hoy jefe de Gobierno de Italia. El BCE en su momento dijo que iba a hacer lo necesario para salvar al euro y emitió para comprar los bonos de Italia y Grecia. Poner al Central a ser el único comprador de bonos del Tesoro es una jugada que tiene que ser muy quirúrgica, muy acotada, porque el exceso de oferta de pesos es lo que nos está llevando a una aceleración inflacionaria muy importante.
— ¿Hay riesgo de hiperinflación?
— Estamos en el 1988 y no debemos llegar a 1989. Cuando fuimos a la hiperinflación de ‘89 la base monetaria de la Argentina era 1% del PBI y el déficit fiscal era de 10%. Emitíamos diez veces la base monetaria. Hoy, la base monetaria es entre 5 y 6 puntos del PBI y estamos emitiendo el equivalente. Estamos lejos, pero si el déficit fuese más grande y lo financiamos con emisión podríamos acercarnos a un escenario así. Creo que no va a ocurrir. Apagando la maquinita se evitaría, pero se necesita un programa fiscal serio.
— Una parte del Gobierno afirma que no hay razón por la cual vincular el déficit con la alta inflación. Cambiemos terminó con un déficit de 0,4 y una inflación de casi 55 por ciento.
— La política monetaria tiene rezagos. No nos financiamos emitiendo sino en el mercado y en 2019, en los últimos meses antes de las PASO, hubo una desaceleración importante de la inflación. En julio fue de 2,1% y agosto ya venía para 1 y un poquito. Cuando perdimos las PASO el mercado reaccionó. Se depreciaron la moneda y los activos, las acciones cayeron 50% en un día, también los bonos, y no se recuperaron nunca más. La oposición de ese entonces venía diciendo que iba a pagarle a los jubilados con Leliqs, hacer una mega emisión, reestructurar la deuda, poner controles de capitales y un tipo de cambio más alto. Y el mercado reaccionó. Lo que estamos viviendo pone en valor la necesidad de tener políticas macroeconómicas sanas. Los que sueñan con magia tienen que saber que el Gobierno que venga en 2023 tiene que retomar lo que veníamos haciendo nosotros, no hay matices. En 2017 pasamos cuatro reformas importantes: Responsabilidad Fiscal, Pacto Fiscal, Reforma tributaria y Cambio en la fórmula previsional. Pusimos a casi todas las provincias en superávit, íbamos eliminando el impuesto a los Ingresos Brutos, en cinco años íbamos a convertir el sistema impositivo en la Argentina a algo muy parecido al que tienen países que funcionan muy bien, como México, y con la fórmula previsional hoy los jubilados estarían ganando 20% más.
— Ninguna de las cuatro prosperó.
— Las dieron vuelta a las cuatro. Hubo una idea de tierra arrasada con el cambio de gobierno.
— Los argentinos no votaron ese proyecto que está describiendo.
— En las elecciones de 2021 los argentinos recordaron lo bien que estábamos cuando estábamos mal y nos volvieron a acompañar. Las reformas son difíciles y tienen costos. La sociedad argentina en su momento se dejó llevar por el canto de sirena de que las cosas se podían hacer más fáciles y que la cosas pasaron así porque Macri era neoliberal y Dujovne un ajustador. La realidad es otra.
— ¿Tienen sentido esas reformas si a quien las hace le terminan costando el gobierno?
— El contrafáctico es lo que vivimos ahora. Me animaría a decir que el desempeño electoral de este gobierno en 2023 no va a ser tan bueno como el que tuvo Juntos por el Cambio en 2019, donde nos fuimos con el 41% de los votos y una coalición sólida que se mantuvo en la oposición y puso coto a proyectos descabellados, como la reforma de la Corte Suprema. Vale la pena el camino virtuoso, el de intentar perdurar haciendo las cosas bien y de reformar para perdurar. Aprendimos lecciones sobre la secuencia de las reformas y cómo hay que hacer las cosas a partir de 2023. Hace falta mucha gestión y continuidad.
“Hoy estoy en el sector privado. Sigo haciendo política, por supuesto, pero no estoy buscando un cargo”
— ¿Restringir más las importaciones es la única manera que tiene el gobierno en este momento de fortalecer las reservas, algo que está en el acuerdo con el Fondo?
— Apretar más el cepo es el camino equivocado. El exceso de demanda de importaciones por parte del sector privado es el reflejo del exceso de oferta de pesos. Cerrar las importaciones es atacar el resultado de una política defectuosa. Hay una macroeconomía que está desequilibrada. Transitoriamente, prohibiendo importaciones se puede acumular reservas pero es pan para hoy y hambre para mañana.
— ¿Por qué ahora la deuda en pesos, uno de los pilares de la estrategia de Martin Guzmán, se convirtió en un problema?
— El tamaño del mercado de capitales en Argentina es acotado. Para que crezca mucho hacen falta muchísimos años de confianza, cuentas públicas en orden y no reestructurar las deudas. No ayuda que el Gobierno diga que la deuda en pesos no existe, que no hay que tenerla en cuenta porque se puede emitir. No es la señal que quiere alguien que tiene pesos.
— ¿Cómo ve el acuerdo con el FMI? hubo la primera revisión exitosa y ahora algunas dudas sobre lo que vendrá.
— Fue exitosa, pero se revisaron pocos días y pasamos raspando y dibujando los ingresos no tributarios que luego el Fondo pidió que no computar más. En la revisión del segundo trimestre se tuvieron que cambiar las metas trimestrales. Ya hay problemas de implementación y el gasto público que creció 12% real en el primer semestre va a tener que contraerse 8% en el segundo. El Fondo ya está abriendo el paraguas sobre un probable incumplimiento, que esperemos que no ocurra. Más allá de eso, el programa está mal diseñado y el Fondo tiene responsabilidad. Es un programa que no tiene ningún tipo de ancla de credibilidad monetaria. Este problema el Fondo lo tiene en otros países: está perdiendo credibilidad porque avaló programas con mucha laxitud fiscal y mucho financiamiento monetario de los bancos centrales a los tesoros. Tampoco vieron en sus análisis el resurgimiento de la inflación.
— Se equivoca el Fondo con este programa, ¿se equivocó con el que le dio a Juntos por el Cambio en el 2018?
— Cuando el Fondo realizó la autocrítica del programa de 2018 el principal énfasis que hizo es que fue demasiado dinero para una continuidad política que no estaba asegurada. Pero a su vez resaltó que la política fiscal sí funcionó.
— ¿Cómo evalúa la gestión de Martín Guzmán?
— Es muy, muy pobre. La estrategia de reestructurar la deuda sin antes tener un programa macroeconómico con un horizonte de largo plazo fue equivocada. Fue quizás la peor reestructuración de deuda de la historia: hoy tenemos un Riesgo País de 2.500 puntos. Se perdió la confianza con los mercados porque tardaron mucho. tardaron dos años para hablar con el Fondo cuando la lógica tendría que haber sido a la inversa. En lo fiscal, es una procrastinación absoluta con déficits elevadísimos. Todo el foco puesto en el mercado de pesos, en donde nunca se pudo construir confianza. Siempre intentando tener tasas inferiores a las del mercado y con cepo para generar una demanda de pesos que no es genuina. Finalmente, estamos yendo a una tasa de inflación inédita, que no vemos desde finales de los años 80.
— Mencionó el impacto en los mercados de las PASO de 2019. ¿Teniendo en cuenta ese antecedente cómo ve el año que viene?
— El comportamiento de Cambiemos en el 2015 fue exactamente el inverso al del Frente de Todos en 2019. Cristina pudo terminar su gestión con poco estrés financiero porque un eventual gobierno de Cambiemos anclaba las expectativas. La perspectiva de un eventual cambio de gobierno puede generar algún entusiasmo, pero hay que bajar el déficit. Yo soy muy insistente con esto y tal vez aburro pero hoy es vital que la Argentina tenga un déficit mucho más bajo y que emita menos pesos. Qué mejor para las autoridades que lleguen que tener la situación fiscal arreglada.
— ¿Le gustaría volver a ser ministro?
— No estoy trabajando para eso. Creo mucho en la rotación. Hay que saber ocupar las posiciones según el momento. Me gusta mucho el modelo de EEUU donde hay mucha rotación entre academia, gobierno, sector privado. Hoy estoy en el sector privado. Sigo haciendo política, por supuesto, pero no estoy buscando un cargo.
— ¿Quién tiene que ser el candidato a presidente de Juntos por el Cambio?
— El que decida la gente. Voy a votar con las dos manos al que elijamos entre todos; seguramente en unas PASO competitivas que tendremos el año que viene.
— ¿Pero quién te gustaría que sea?
— Me siento representado por muchos de los candidatos y hay que esperar que la gente decida.
“En lo fiscal, es una procrastinación absoluta con déficits elevadísimos. Todo el foco puesto en el mercado de pesos, en donde nunca se pudo construir confianza”
— ¿Macri merece un “segundo tiempo”?
— Lo va a decidir la gente. Yo creo que hizo cosas muy, muy positivas y que hay un aspecto que hay que valorar mucho: luego de su gobierno la coalición permaneció unida. Se está demostrando que el rumbo era correcto.
— Hoy Macri parece más cerca de las ideas de Javier Milei que las de los economistas de su espacio.
— No, para nada. Habrán tenido sus conversaciones pero no creo… lo conozco profundamente a Mauricio y estoy seguro de que coincide muchísimo más con las ideas de quienes integramos Juntos por el Cambio que con las de Milei.
— Hace poco, en un acto público, la vicepresidenta Kirchner mostró un conocido video suyo en el que habla del nivel de deuda y hace una comparación entre Argentina y un país de África subsahariana. ¿Qué le provocó verse de esa manera?
— A esta altura, nada. La piel está curtida. Es un recorte de la realidad. Yo estaba dando una conferencia en la fundación de Fernando Enrique Cardoso antes de ser ministro. Contaba la calamidad que había sido la política económica del kirchnerismo que había dejado un déficit altísimo, cepo, atraso tarifario, etc. Políticas tan malas que no le permitieron endeudarse y dije que ese era el puente que iba a tener la próxima administración para usar mientras normalizaba el resto de las variables.
— ¿Se arrepiente de algo de su gestión como ministro?
— Las decisiones se toman con la información que uno tiene en cada momento. Arrepentirse con el diario del lunes es inútil. Con la información que tenía en ese momento volvería a tomar las mismas decisiones. No vale el truquito de “Volver al futuro” donde uno conoce el resultado de las carreras de caballos. Si creo que, como aprendizaje, que debimos hablar más, explicar más. Como dice también Fernando Enrique Cardoso, “gobernar es explicar”. No tomar como dado el clima de época y las restricciones políticas con las que contábamos, si no haber tratado de alterarlas, de correrlas. Ahora también se han corrido las restricciones políticas después del fracaso de este gobierno y de años de inflación y estancamiento. No sé si hubiera podido hacer en ese momento, quizá sí intentado. Ahora queda todo mucho más claro a la luz del fracaso de una nueva experiencia populista.
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