En su momento más crítico, Martín Guzmán asegura que cumplió las metas del segundo trimestre y resiste con más medidas

Junio fue un mes crítico, marcado por la megaemisión de pesos por parte del Banco Central y fuertes restricciones a las importaciones para proteger las reservas. El ministro busca resistir las presiones de los que lo quieren afuera rápido

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El ministro Guzmán, junto a los directivos de los fondos comunes de inversión
El ministro Guzmán, junto a los directivos de los fondos comunes de inversión

Aunque Alberto Fernández está dispuesto a seguir sosteniendo a Martín Guzmán, la tarea le resultará cada día más difícil ante la aceleración del deterioro de las variables financieras y su impacto negativo en la actividad. El principal motivo que mantiene al ministro de Economía en su puesto es la falta de un reemplazo potable, pero se vuelve un argumento cada vez más endeble ante la posibilidad cierta de una aceleración de la crisis.

En el medio de este momento crítico, Guzmán buscó llevar algo de tranquilidad en una reunión que mantuvo con los administradores de fondos comunes de inversión. “En el segundo trimestre vamos a cumplir la meta de acumulación de reservas internacionales, hemos cumplido también la meta de financiamiento del BCRA al Tesoro y tenemos plena confianza en que también se habrá cumplido la meta de desempeño fiscal”, afirmó Guzmán, con lo cual no corren peligros los futuros desembolsos comprometidos por el FMI.

El balance que quedó de junio habla a las claras de la situación compleja que atraviesa la economía argentina. El Gobierno tuvo que imponer durísimas restricciones a las importaciones para defender las escasas reservas netas, que subieron a poco más de USD 5.400 millones.

El Banco Central logró comprar más de USD 1.100 millones en dos días en medio de un virtual feriado cambiario, que en realidad se prolongó durante toda la semana. Pero es inviable sostener por muchos días semejante escenario, que provocaría un fuerte desabastecimiento ante las dificultades para acceder a insumos importados.

Al igual que lo ocurrido durante el segundo mandato de Cristina Kirchner, el cepo cambiario es un verdadero “colador” que no consigue el objetivo de frenar la salida de dólares en un contexto de fuerte desconfianza.

Pero el problema de Guzmán no es sólo la escasez de dólares, sino además la sobreabundancia de pesos. El mes que acaba de finalizar tuvo una dinámica sumamente preocupante. El Banco Central emitió alrededor de $ 600.000 millones para comprar bonos en moneda local y evitar un derrumbe mayor de las cotizaciones. Y en forma paralela asistió al Tesoro con adelantos transitorios por $ 377.000 millones. En total casi un billón de pesos en apenas un mes, cerca del 25% del total de la base monetaria.

El BCRA emitió en junio casi el equivalente a 25% de la base monetaria y tuvo que prender la aspiradora de Leliq a toda velocidad. Guzmán busca llevar tranquilidad al mercado y aseguró que cumplió con todas las metas que se habían fijado con el FMI para el segundo trimestre

Esta verdadera tormenta de pesos logró ser transitoriamente controlada a través de la colocación de Leliq y pases por parte del Central, que ayudaron a absorber una parte de ese dinero excedente. En el balance de junio el stock de títulos colocados por el BCRA aumentó en nada menos que $ 677.000 millones.

El diputado de Juntos por el Cambio, Luciano Laspina, salió a criticar duramente a Guzmán por esta política: “La forma de defender la cotización de los bonos en pesos es bajando el déficit fiscal, en vez de emitir como lo están haciendo ahora. Además, están violando los límites de emisión impuestos por la propia Carta Orgánica del Central”.

La brecha cambiaria volvió a niveles de 100%, reflejando las inconsistencias de la política económica y el nerviosismo creciente de los inversores. Todo esto en un contexto internacional que no ayuda para nada, con fuerte caída de los activos financieros a nivel global y salida de capitales de los países considerados más riesgosos.

Posiblemente el gran desafío que deberá atravesar el equipo económico es evitar una “devaluación brusca”, aunque los esfuerzos son cada vez mayores. Un salto cambiario de casi 25% como el ocurrido en enero de 2014, durante la presidente de Juan Carlos Fábrega en el Banco Central, provocaría un impacto adicional sobre la inflación, que ya se proyecta en niveles del 80% para el año.

Guzmán no se quedaría de brazos cruzados. Sabe que con el nivel de déficit fiscal y emisión monetaria que arrastra puede tener una crisis mucho más severa a la vuelta de la esquina

En las últimas semanas recrudecieron las dudas respecto a que el Gobierno no esté en condiciones de sostener un tipo de cambio oficial que está totalmente desarbitrado en relación al dólar financiero. Hoy la posibilidad de reducir la brecha pasaría más por subir el piso que por bajar el techo.

El propio Carlos Melconian reconoció tras haberse reunido con Cristina Kirchner que recomendó un “saltito” del tipo de cambio junto a un aumento de tasas para bajar la brecha y sincerar las variables financieras.

Guzmán no se quedaría de brazos cruzados. Sabe que con el nivel de déficit fiscal y emisión monetaria que arrastra puede tener una crisis mucho más severa a la vuelta de la esquina. Por eso, en el último párrafo del comunicado divulgado ayer por el ministerio de Economía tras la reunión con los ejecutivos de fondos comunes de inversión enfatizó –aunque sin aportar mayores detalles- que “el Gobierno nacional continuará llevando adelante en las semanas sucesivas “acciones para fortalecer las condiciones macroeconómicas que permitan sostener el proceso de crecimiento económico en marcha con generación de empleo e inclusión social”.

Quizás el único camino posible que podría dar buenos resultados para Guzmán es anunciar medidas serias para avanzar en una reducción creíble del déficit fiscal. Ya lo hizo en octubre de 2020 y consiguió frenar la suba del dólar que amenazaba con desbordarse tras haber llegado a los $ 195. Hoy es mucho más difícil todavía, porque los desequilibrios son mayores y sobre todo la interna dentro del propio Gobierno vuelve mucho más complejo avanzar con un ajuste.

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