El acuerdo con el FMI del 25 de marzo, con meta de contención del gasto público y baja del déficit fiscal, avanza en la dirección opuesta a lo comprometido por el ministro Martín Guzmán. El total de erogaciones primarias aceleró en mayo el ritmo de incremento respecto del año anterior a 88,3% y el rojo de las finanzas públicas se multiplicó por 3,8; volvió la asistencia monetaria del Banco Central; se achicó el superávit comercial en un mes de alta estacionalidad de liquidación de exportaciones del agro; se mantuvo en alza el ritmo de inflación respecto de un año antes, y el Banco Central intensificó la pérdida de reservas.
Frente a ese escenario, y clara desaceleración del ritmo de actividad económica y pérdida de vitalidad de la débil recuperación que insinuaba el consumo de los hogares, los pocos inversores en títulos públicos volvieron a buscar refugio en el dólar: subieron los tipos de cambios alternativos al oficial en el circuito financiero, y el Índice de Riesgo País volvió a niveles previos al canje de deuda de agosto de 2020, aunque con una renovada estructura de bonos e igual pérdida de valor, el índice actual del RP es equivalente a más de 3.200 puntos básicos de dos años antes.
Para peor, la ex presidente y actual vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner dijo que hay “un festival de importaciones”, y alienta al Banco Central a pensar en mayores restricciones a las compras externas, cuando el nivel de mayo que informó el Indec en la semana fue similar al que se registró en agosto de 2011, bajo su presidencia, pero ajustado por la inflación del 25% en los EEUU desde entonces equivalen a unos USD 9.200 millones de hoy.
Ajustado por la inflación del 25% en los EEUU en 10 años, el anterior récord de importaciones de agosto 2011 equivale a unos USD 9.200 millones de hoy
Dante Sica, ex ministro de Producción y Trabajo de la Nación, y socio fundador de la consultora Abeceb, destacó en diálogo con Infobae las causas del clima de incertidumbre que domina a los mercados y sus efectos sobre la economía real.
— El Banco Central mantiene la pérdida de reservas brutas, y profundiza el rojo de las disponibles, y sólo atina a pensar en más restricciones sobre las importaciones, que en incentivar de las exportaciones a través de la política cambiaria ¿Qué piensa?
— Hoy tenemos un gobierno que no gobierna, que sólo administra los desequilibrios para aguantar hasta el 2023 y que no tiene capacidad política para generar alguna expectativa favorable. Esta incompetencia agudiza la incertidumbre: hoy tenemos una economía muy inestable, discrecional y sin ninguna coordinación de políticas. Lo primero que el Gobierno debería hacer es no castigar a las exportaciones, sobre todo, en este momento donde se abren oportunidades únicas en el mundo para nuestros productos. Castigarlas hoy es castigo doble: a la rentabilidad y a perder la oportunidad que se le abrió a la Argentina con estos altos precios internacionales.
¿Por qué el Gobierno castiga las exportaciones? Por dos razones: porque no tiene una política de inclusión eficiente que no sea basada en la exclusión de la competitividad (por ejemplo: prohibir las exportaciones de carne) y porque no tiene una política de estabilización macroeconómica. La estrategia actual consiste “en atar todo con alambre” para aguantar hasta el 2023 sin devaluar significativamente y el único alambre que tiene es endurecer el cepo y las restricciones a las importaciones, además de subir las tasas, en el intento de que no se le caiga la demanda de activos en moneda doméstica.
— Si bien desde comienzos del año el BCRA aceleró el ritmo de devaluación, no logró achicar la brecha negativa con la inflación, y de ese modo no sólo pierde la capacidad del señoreaje sobre la nueva deuda en pesos, tanto a tasa de interés como más aún la ajustable por CER, ¿hasta cuándo cree que se podrá sostener ese proceso?
— El BCRA carece de instrumentos para influir en la economía. Está muy restringido con lo que ocurre con la inflación, la emisión para financiar el déficit fiscal, las operaciones de deuda y lo que es fundamental, la demanda de dinero y deuda en pesos del sector privado que por estos días se muestra inestable y frágil.
“El único alambre que tiene es endurecer el cepo y las restricciones a las importaciones, además de subir las tasas”
— En los escenarios de corto plazo, ¿Qué probabilidad le asigna a que el Gobierno disponga una devaluación modesta, al estilo a la que hizo Axel Kicillof en enero de 2014 (23%), cuando vio que se había agotado el cepo que regía desde 2011?
— El Gobierno no tiene capacidad política para sostener un salto devaluatorio. En este contexto, el Banco Central tiene una caja de herramientas muy limitada, por lo tanto, no hay margen para realizar una devaluación ordenada que corrija el sesgo anticompetitivo del tipo de cambio oficial. Por otro lado, las autoridades han demostrado repetidamente que una de sus prioridades es evitar un salto del tipo de cambio nominal por las consecuencias disruptivas en lo social y lo político. En consecuencia, es esperable que se resista una corrección cambiaria importante recurriendo a estrategias como acelerar el ritmo devaluatorio, endurecer el cepo y las restricciones a la importación, los flujos financieros a las empresas y subir la tasa de interés nominal, en el intento de preservar la demanda de pesos.
—— ¿La economía está frente a un “festival de importaciones”, como denunció a comienzo de la semana la expresidente y presidente provisional del Senado, Cristina Fernández de Kirchner?
_ Cuando la brecha cambiaria es tan alta por tanto tiempo, los gobiernos siempre están condenados a correr detrás de la inventiva de los mercados. Evaluar en tiempo real si las importaciones son exageradas o no, implicaría saber sobre variables difíciles de conocer, desde los precios de transferencia de las empresas y hasta de las estrategias de sobrefacturación. Ante el desconocimiento, el Gobierno busca chivos expiatorios. Un día pueden ser las importaciones, y otro los pagos de las empresas al exterior. Si bien las importaciones tuvieron niveles récord de USD 7.870 millones en mayo, con tasas de crecimiento del 44,2% anual en los primeros 5 meses del año, esto no es ningún festival. Por un lado, tenemos “super precios internacionales” (por la pandemia y la guerra, los precios de importación en el primer trimestre de 2022 fueron 17% más altos que en igual trimestre de 2020) que elevan la cuenta de importaciones. Además, en cantidades, los niveles de importación en lo que va del año resultan 5,4% inferiores al promedio de 2017 y similares a las de 2011. Y la elasticidad de cantidades importadas, con relación al PBI, en el primer cuatrimestre fue de 3,3% en línea con los valores históricos.
“Esto no es ningún festival de importaciones. Por un lado, tenemos ‘super precios internacionales”, y por el otro, en cantidades, resultan 5,4% inferiores al promedio de 2017″
— ¿De cara al comienzo del segundo semestre, que estacionalmente crece la demanda de dólares por parte de importadores y del turismo internacional, y desacelera bruscamente la oferta de divisas de los exportadores que cabe esperar de la política cambiaria y sus efectos sobre las paridades en los mercados desregulados?
— El segundo semestre siempre es más difícil que el primero y este año se agregan dos factores críticos: primero, importaciones de energía más cara y segundo, un exceso de oferta de deuda pública en pesos que va a presionar sobre el dólar ya que los inversores están reacios a colocar esa deuda en sus portafolios. El Gobierno viene actuando como si no fuera evidente que se está formando una tormenta perfecta para la segunda parte del año. No corrigió tarifas, la demanda de energía sigue alta y siguió con déficit fiscal como si colocar deuda fuera sencillo.
— Por segundo mes consecutivo, la tasa de inflación se desaceleró respecto del período inmediato anterior, pero no sólo volvió a superar a la que registró Venezuela, sino que, además, se intensificó en la tasa interanual, pese a que aún no se habían puesto en práctica los aumentos de tarifas de servicios públicos, y se mantuvo el atraso cambiario. ¿Qué cabe esperar para el segundo semestre?
— La inflación es la principal preocupación de los argentinos, pero el Gobierno no sólo la deja correr, sino que además toma medidas que la aceleran. Así, el nivel de nominalidad que hoy tiene la economía nos lleva a una inflación promedio mensual fluctuando entre 4% y 5% por mes para cerrar el año con un rango interanual entre 72% y 80%. Y esto seguro es optimista, sobre todo si consideramos dos ejes fundamentales: el primero, la fuerte inercia inflacionaria reflejada en las paritarias y remarcaciones cada vez más frecuentes y segundo, los precios relativos que hoy están muy desacomodados. En la Argentina es muy difícil corregir precios relativos sin acelerar la inflación.
— Cómo ex secretario de Industria, y últimamente ex ministro de Industria y Trabajo ¿Cuál es la función de esa cartera, en particular en un país que el sector no genera empleos desde hace más de una década?
— Hay tres verdades que nadie discute. La primera es que sólo las economías que crecen sostenidamente generan empleo. La segunda es que no hay crecimiento sin estabilidad macroeconómica. La incertidumbre destruye la inversión y el espíritu emprendedor. Y la tercera es que para que el empleo sea de calidad y no del tipo informal como el que se crea actualmente, la capacidad de asignar eficientemente los recursos e innovar para la competitividad son fundamentales. En este marco, el Ministerio de Producción y Trabajo tiene la responsabilidad de llevar adelante las reformas micro y estructurales que tiendan a aumentar la competitividad del país, ya sea a través de la modernización laboral, procesos desregulatorios, como de mejorar la competencia en los mercados (internos y externos), y fortalecer los procesos de integración.
— En el frente fiscal, el ministro de Economía mantiene la decisión de no presentar un nuevo Presupuesto 2022, como se había comprometido con el FMI a hacer el 15 de abril, y sólo firmó el Decreto de Necesidad y Urgencia que elevó la pauta de gastos en 52% y el déficit total esperado en 42%. ¿Qué lectura hizo de esas correcciones, más acordes con la realidad inflacionaria?
— Qué lejos quedó el tiempo en que Martín Guzmán afirmaba que el Presupuesto era su política económica. Ahora pasó a sacarlo por Decreto, no por el Congreso y a mitad de año, luego de haber cambiado varias de las metas que aparecían en el Presupuesto anterior enviado al Congreso. Mi lectura es que el Poder Ejecutivo hizo un sinceramiento, pero una vez más se quedó corto y sigue pecando de optimista. En este sentido, admitió que no se cumplirán los objetivos trimestrales, principalmente aquellos del segundo y tercer trimestre (lo cual era obvio considerando la dinámica fiscal y cambiaria evidenciada en lo que va del año). Pero mantuvo las metas anuales lo que pone a la Argentina camino al incumplimiento (y la eventual solicitud de un waiver o una nueva modificación de metas), ya que la probabilidad de cumplir con las metas anuales luce casi imposible. Además, nadie mira el Presupuesto porque es una ficción. Por un lado, la inflación anual estimada para diciembre 2022 se ajustó al alza a un rango de 52%/62%, (desde el 38%/48% incluido en el acuerdo con el FMI) pero sigue muy por debajo de las proyecciones del consenso de mercado cercanas al 75%. Por otro, porque dice que espera mantener los subsidios energéticos en términos del PBI, pero la realidad es que, dados los aumentos de tarifas y la dudosa segmentación anunciada, los subsidios a la energía van a aumentar como mínimo 0,6 puntos porcentuales del PBI este año.
— ¿Cómo ve al Banco Central y su política de tasas de interés?
— Estamos ante un Banco Central que tiene muy pocos grados de libertad para actuar en los mercados. En un sistema financiero tan pequeño (menos del 20% del PBI), la utilización de la tasa de interés es un instrumento muy poco efectivo, es como intentar apagar un incendio con un balde de agua. Por otra parte, aumentar las tasas de interés con el elevado nivel de endeudamiento que posee en Leliq, acelera el crecimiento de pasivos remunerados y deteriora aún más su situación patrimonial de la entidad.
“La utilización de la tasa de interés es un instrumento muy poco efectivo, es como intentar apagar un incendio con un balde de agua”
— ¿Qué opina de la política de financiamiento que impulsa el BCRA exclusivamente para las terminales automotrices y sus proveedoras, para “avanzar en la recuperación del crédito comercial externo afectado durante la pandemia?
— Es una muestra más de la lógica del parche a parche con que “cierra” este modelo. Un instrumento (el cepo) crea una distorsión cuyos efectos colaterales adversos se intentan subsanar con otra intervención (la política a terminales). Puede ayudar en algunos casos, pero no resuelve los problemas de fondo, es difícil su instrumentación y genera un efecto secundario en el mercado interno porque si voy a darle dólares a un proveedor en vez de traer autos, va a haber menos unidades. Es una manta corta y un parche de corto plazo.
— ¿Le inquieta la magnitud que ha adquirido el endeudamiento del BCRA con su política de regulación monetaria; la cual se suma a la aceleración del crecimiento de la deuda pública por el déficit fiscal y las diferencias de cambio negativas?
— Si, realmente me inquieta el ritmo de crecimiento del stock de Leliq, otras de las promesas incumplidas del Presidente (de aumentar las jubilaciones un 20% con el ahorro de intereses de ese instrumento de regulación monetaria). Pero lo que más me preocupa es la dinámica que ha tomado el financiamiento de la deuda del Tesoro, donde se ha complicado el objetivo de lograr lo que el gobierno llama un financiamiento neto positivo (un eufemismo porque no quieren admitir que tienen el objetivo de incrementar la deuda). Como no consiguen ese aumento de deuda en el mercado, interviene el BCRA emitiendo y luego esterilizando, y colocando más Leliq, lo que deteriora aún más su situación patrimonial y fundamentalmente, aumenta aún más la presión sobre el CCL (Contado con Liquidación) y la brecha cambiaria.
— ¿Cuál fue su lectura del resultado de la primera auditoría del Fondo?
— Lo fundamental es que el Fondo no está en condiciones de exigir demasiado ni el Gobierno de cumplir estrictamente. Esto hace que el acuerdo con el FMI pierda la capacidad de actuar como coordinador de la estabilización. Por eso el cumplimiento de las metas del primer trimestre fue anecdótico. Primero porque no eran tan desafiantes y segundo, porque se cumplieron con atajos (los desembolsos del FMI en el caso de la meta de reservas) y contabilidad creativa (la meta de déficit fiscal primario). A lo que se suma que los resultados oficiales de la auditoría se dieron a conocer justo en un momento en que ya es vox populi que las metas del segundo trimestre (al menos dos de tres) van camino a incumplirse. Imposible que caiga bien el resultado.
“Lo fundamental es que el Fondo no está en condiciones de exigir demasiado ni el Gobierno de cumplir estrictamente”
— Es claro que la Argentina necesita un gobierno que genere credibilidad, para poder implementar un plan de estabilización sustentable en el tiempo, para lo cual se requiere recuperar la aproximación al equilibrio de los precios relativos. ¿En una apretada síntesis, qué debería contener ese programa, y cuando depende su ejecución del Poder Ejecutivo y del respaldo legislativo, para su rápida implementación?
— Hay dos cosas que me gustaría remarcar:
1. Se habla mucho de los primeros 100 días, lo que parece correcto. Pero creo que la parte más importante del partido se juega antes. Ningún gobierno puede aprovechar sus primeros 100 días sin haber construido previamente una legitimidad social que le otorgue credibilidad y sustentabilidad institucional a su programa, y eso se construye siendo claros en el paquete de medidas que es indispensable adoptar inmediatamente.
2. No se puede estabilizar sin un programa consistente para crecer y crear empleo. Por ello es fundamental que los agentes económicos cambien sus expectativas de futuro. Los empresarios tienen que estar convencidos de que no se le van a cambiar las reglas de juego y los trabajadores de que la demanda de trabajo volverá a ser dinámica.
Necesitamos un programa de estabilidad y crecimiento que posea cuatro ingredientes que son ineludibles:
1) Consistencia entre la política fiscal y la monetaria, lo que implica un superávit primario que haga sustentable la deuda;
2) Precios relativos alineados con la demanda de la productividad y competitividad internacional;
3) Un régimen monetario que permita desactivar la inercia inflacionaria y contar con un ancla creíble para los precios. Esto último, no se va a lograr de un día para el otro. A todos los países les tomó su tiempo reducir consistentemente la inflación; y
4) Un programa de reformas estructurales (mencionadas anteriormente) que garanticen la recuperación de un sendero de expansión.
En lo que hace al crecimiento ya he remarcado la importancia del empleo y la competitividad. Solo me gustaría subrayar que la inversión es la llave. El super test para la Argentina es que veamos que mientras la tasa de inversión sube, la dolarización de portafolios se reduce.
Fotos: Matías Arbotto
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