El Executive Summary con que el Fondo acompañó la aprobación del desembolso de fondos para la Argentina y dio por cumplidas las metas del primer trimestre del programa acordado en marzo con el gobierno de Alberto Fernández es un compendio de alertas sobre los riesgos presentes y por venir.
El Fondo considera que la guerra en Ucrania tendrá un “impacto limitado” sobre la actividad económica, pero que el aumento de las presiones sobre el gasto pone en riesgo las metas fiscales, la acumulación de reservas y el financiamiento del mercado, al tiempo que “las tensiones sociales y políticas siguen elevadas” y que la inflación, ya alta, seguirá siendo tironeada por el gasto y las demandas salariales.
El documento reconoce que las metas de desempeño e indicativas se cumplieron en el trimestre terminado en marzo y que hubo “progresos en la agenda estructural”, con las audiencias públicas sobre tarifas y el aumento inicial de las mismas. Sin embargo, añade, “el programa está sujeto a riesgos excepcionales”, entre los cuales menciona la intensificación de la guerra, un resurgimiento de la pandemia, un mercado financiero más apretado y una desaceleración en las economías emergentes.
Según el Fondo, “el programa está sujeto a riesgos excepcionales”
En ese contexto, dice el documento, implementar las políticas acordadas en marzo es una necesidad “aguda” en el marco de lo que describe como un “muy complejo entorno económico, político y social” de presiones fiscales y salariales y en el que “la alta inflación, de no ser abordada, alimentará aún más el descontento social y debilitará el apoyo político al programa”.
Por eso es clave, según el organismo “una firme implementación del programa sigue siendo esencial para combatir la alta inflación y mejorar las reservas”. Cumplir las metas fiscales de fin de año, requerirá, dice, “políticas fiscales más apretadas en la segunda mitad del año”, para lo cual aconseja “reorientar” el gasto para compensar las mayores erogaciones en energía (respecto de las metas) y ayuda social.
Es que, reitera varias veces el documento, las metas anuales “no cambian”, aunque sí lo hacen las trimestrales y en particular –por pedido del gobierno- las del segundo trimestre,
Además, el Fondo subraya la exigencia de que el presupuesto a presentar en septiembre, incluya la meta de 1,9% de déficit para 2023, ratificando que el gobierno deberá hacer un ajuste fiscal de 0,6% en un año electoral.
En cuanto a 2022, el FMI subraya que hasta abril la política fiscal fue “acomodaticia”, con fuerte aumento del gasto fiscal, de 13% en términos reales, superior al escaso 3% que creció la recaudación, algo que atribuye al “efecto Tanzi”: la recaudación real empieza a sufrir los efectos negativos de la alta inflación, debido al rezago entre la obligación y la percepción de los impuestos.
Subsidios desbordados
Más énfasis aún hay sobre el crecimiento del gasto, en particular los subsidios, que –precisa el documento- aumentaron 70% real por la suba de los precios de la energía y la importación de gas antes del invierno. Pero incluso descontando los subsidios, nota, el gasto creció un 9% real hasta abril, por transferencias a provincias, gasto en obras y ayuda social, incluido el “bono de refuerzo de ingresos” a unos 13,6 millones de personas de bajos ingresos y jubilados y a la tarjeta Alimentar y el programa Potenciar Trabajo.
Eso no es todo. El Fondo marca también que el superávit de cuenta corriente (básicamente, a través de la balanza comercial) se está achicando y dificulta la acumulación de reservas, una meta clave. Incluso el balance comercial se achicó, señala, a USD 5.300 millones en el primer cuatrimestre, contra USD 6.400 millones en igual período de 2021. Y hubo un fuerte aumento del costo de servicios, divisas para el turismo y menos exportación de servicios.
De postre, el Fondo apunta a la mayor volatilidad y el deterioro del mercado de deuda en pesos “después de fuertes colocaciones durante el primer trimestre, con tasas de rollover de 150%”. Pero el financiamiento doméstico con títulos indexados, subraya, se volvió ahora más “desafiante” y le mete presión a los bonos denominados en pesos.
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