La Argentina “es un caso patológico” de los problemas que afectan las economías latinoamericanas, desde proteccionismo, baja productividad, mal funcionamiento del estado y rentas monopólicas, distorsiones de mercado por excesivo poder de lobby de algunos sectores o poder sindical y leyes laborales que hacen que tomar empleados sea “prohibitivamente caro”, dice la principal nota de The Economist sobre la economía de la región, parte de un informe (survey) complementado a su vez por el principal editorial y la tapa de la revista británica, que alerta sobre la caída de la calidad de las democracias latinoamericanas.
“La Argentina es un caso patológico de todos esas enfermedades. A causa de su proteccionismo sufre una escasez crónica de divisas y con distorsiones y subsidios conspira contra la inversión y la innovlación. Todo esto socava la confianza en el peso, el síntoma primario de la declinación del país. Ahora algunos brasileños están preocupados de que les ocurra lo mismo”, dice un pasaje de la nota.
Según el artículo, las rentas monopólicas son una clave de la extrema desigualdad de ingresos y riqueza de América Latina. Al respeto, cita a Zeina Latif, una consultora de San Pablo, quien explica que “cada distorsión tiene su dueño”, es decir, el grupo de poder que se beneficia de la misma. “Algunos de esos grupos son los sindicatos, que bloquean cambios a leyes laborales que hacen prohibitivamente caro emplear gente. La protección de las firmas establecidas significa que pueden funcionar con mal gerenciamiento, falta de innovación y falta de inversión”, cita la revista británica a William Maloney, economista del Banco Mundial. Y agrega que, con la sola excepción de Brasil, los países latinoamericanos invierten en investigación y desarrollo menos de lo que sugiere su nivel de ingresos.
Nuevos aires
La nota sobre economía más importante del survey comienza describiendo a Creditas, una fintech brasileña con sede en San Pablo y 4.000 empleados, de los cuales el 20% son desarrolladores digitales basados en México y España.
La empresa ofrece préstamos hipotecarios, prendarios y personales mucho más baratos que los bancos, se financia en los mercados de capital, recurre a inversión de riesgo para financiar tecnología y ganar clientes y es una de las las startups que está revolucionando el mercado financiero brasileño y forzando a cambiar a un sector bancario habituado a altos márgenes y bajos volúmenes de negocios, según afirma Sergio Furio, el español fundador de Creditas.
Por mucho tiempo un lerdo digital, dice The Economist, la región está buscando adaptarse a los nuevos tiempos: el número de fintech se duplicó entre 2018 y 2021, a un total de 2.482, pero firmas como Creditas siguen siendo la excepción en el escenario de negocios regional “dominado por un número pequeño de grandes compañías largamente establecidas, muchas de las cuales son conglomerados familiares, y una masa de firmas pequeñas y de baja productividad”. Esta configuración, dice, hace que la mitad de los trabajadores latinoamericanos trabaje en la informalidad, a su vez causa y consecuencia de la baja productividad de la economía de la región.
Productividad estancada
Al respecto, precisa que los trabajadores de la región tienen un cuarto de la productividad de sus pares de EEUU, que la proporción sigue cayendo y que la productividad total de trabajo y capital esté estancada hace cuatro décadas. La inversión, que llegó a 21% del PBI durante el boom de commodities de la primera y parte de la segunda década del siglo XXI fue de solo 17% en 2020, según datos de Cepal.
Las causas de tan mal desempeño económico, dice la revista, comienzan con la falta de competencia y la prevalencia de oligopolios, derivada en parte del pequeño tamaño de economías nacionales geográficamente distantes de los principales centros de la economía mundial. A esa protección natural se suma la política. Los gobiernos recortaron tarifas en los 90s, cuando la economía de la región parecía abrirse, pero se mantuvieron muchas barreras no tarifarias y regulatorias que permiten a las empresas un mayor mark-up (margen de precios sobre costos) que en los países de la OCDE, el “club de países ricos” que recientemente aprobó una “hoja de ruta” para el ingreso de Brasil y Perú, pero no para la Argentina. En otro artículo del informe, The Economist describe y critica el mal funcionamiento del Estado como una de las losas que pesa sobre las economías nacionales.
Según The Economist, el “poder monopólico” ha aumentado también en las economías ricas en la última década, lo que considera un desarrollo desafortunado: “es un caso de la economía mundial pareciéndose más a América Latina, no al revés”, señala.
Las rentas monopólicas explican a su vez la extrema desigualdad de ingresos y riqueza antes referida y cimentada en poder de lobby y poder sindical.
La baja inversión, a su vez, implica que cuando las firmas locales se ven desafiadas por rivales chinos, simplemente abandonan el mercado. Además, la región sufre una crónica escasez de ingenieros y científicos y produce un exceso de abogados, y 30% de los estudiantes de menos de 12 años alcanzó los estándares mínimos de ciencia en 2019, según datos de la Unesco.
Cuando los países buscan integrarse a la economía mundial, las empresas prosperan.
El proteccionismo causa también que la economía latinoamericana exporte menos de lo que podría y el excesivo peso de las commodities en la canasta exportadora, por falta de incentivos, exceso de protección contra las importaciones, deficiente estructura de transporte y logística cara.
La revista agrega, sin embargo, que cuando los países buscan integrarse a la economía mundial, las empresas prosperan. Y cita al respecto el caso mexicano, en cuyo norte las empresas le han ido ganancias espacio a la competencia china gracias al libre comercio con EEUU y Canadá, mientras en el centro y sur del país la economía y las empresas se parecen más a las de América Central, debido a la mala infraestructura de transporte, los bajos niveles de instrucción y una cultura política anti-empresaria.
De todo eso, dice el artículo, la Argentina es “un caso patológico”.
Democracias en riesgo
Con todo, el principal alerta de la revista inglesa es la caída de la calidad democrática en la región, tema de tapa y de su principal editorial, en el que señala que el próximo domingo los colombianos deberán elegir presidente entre un populista de derecha, Rodolfo Hernández, y uno de izquierda, Gustavo Petro. De modo similar presenta la opción que enfrentarán los brasileños entre Jair Bolsonaro, un político al que The Economist describe como opuesto al mecanismo de pesos y contrapesos, y Lula da Silva, cuyos dos gobiernos estuvieron muy ligados a la corrupción y cuya actual campaña carece de nuevas ideas. La revista también es crítica del mexicanno Andrés López Obrador, y del salvadoreño Nayib Bukele, más aún de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua y lamenta que el joven presidente chileno, el izquierdista Gabril Boric, que parecía ofrecer la chance de un nuevo “contrato social”, esté ahora preso de una convención constituyente plagada de “vicios de utopianismo y sobre-regulación”.
La política en la región, dice el editorial, está marcada no solo por la polarización, sino también por la fragmentación en los extremos, deriva agravada por “la maligna influencia de los medios sociales y la importación de las “políticas de identidad” del norte del mundo.
El survey también da cuenta de la creciente influencia china en la región. “El riesgo no es solo que las democracias se vuelvan dictaduras, sino que también América Latina se aleje de la órbita occidental; China es ahora el principal socio comercial y está invirtiendo en infraestructura; algunos de los gobiernos de izquierda de la región parecen retornar al no-alineamiento de la Guerra Fría y cinco presidentes de la región no asistieron a la reciente “Cumbre de las Américas” organizada por EEUU en Los Ángeles. Tanto EEUU como Europa deberían involucrarse más con América Latina, concluye el medio británico, pero la región también debería reconocer que tiene mucho para ganar si reconstruye lazos más cercanos con Occidente y entiende “que su rol en un mundo dominado por China sería el de una Neo-Colonia”.
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