“Hay que poner la lupa y revisar la micro”, se sinceraba este miércoles por la tarde un funcionario del equipo económico, mientras el Gobierno apura un reajuste del mecanismo de autorización de acceso a dólares para la importación. El diagnóstico que sobrevuela los despachos oficiales es que en los últimos meses el último endurecimiento del cepo no redujo el ritmo mensual de compras al exterior y que, en ese universo, se filtran importaciones “especulativas”.
Definen de esa manera a aquellas operaciones con el exterior que no se correspondan con el nivel de crecimiento de la actividad que pueda tener determinado sector, o que no tengan como explicación una situación de tipo de cambio real. Una estimación que circula en el mercado y el Gobierno fue realizada por la consultora PxQ del ex viceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis y habla de unos USD 10.000 millones en importaciones de este tipo.
Al tratarse de un cálculo anual, representaría cerca de un 15% de las importaciones de los últimos doce meses, que superan por poco los USD 70.000 millones. “Lo que hacemos es comparar las cantidades importadas contra el nivel de actividad y el nivel de tipo de cambio real. Miramos cantidades para excluir el efecto precio. El nivel de importaciones está alto para el nivel de actividad actual, podría responder a un tipo de cambio especialmente apreciado pero cuando miramos el nivel de tipo de cambio real tampoco explica que las importaciones estén tan altas”, explicaron a Infobae desde la consultora.
En el Poder Ejecutivo eligen no validar esa cifra, pero admiten que el ritmo mensual de importaciones resulta insostenible para la dinámica de acumulación de reservas y de política cambiaria que necesita llevar adelante el Gobierno en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
“En el día de ayer se comenzó a plantear la necesidad de controlar la dinámica de las importaciones. Unos USD 10.000 millones de importaciones que no se explican ni por el nivel de actividad ni del tipo de cambio real parecen haber generado un replanteo de los mecanismo de administración del comercio exterior y las divisas. Sin una compra de reservas contundente por parte del BCRA, su rol como market maker puede resultar contraproducente”, planteó PxQ en un informe a clientes.
Otro informe, de Ecolatina, advirtió que “con un BCRA al que le cuesta hacerse de dólares pese a exportaciones récord, la relación Reservas / Importaciones se ha deteriorado sostenidamente, limitando la posibilidad de garantizar el sostenimiento de la actividad sin descuidar la meta de reservas”, estimaron.
Además, le pusieron números al recorte que podría llevar adelante el Gobierno en las importaciones. “La cantidad de dólares disponibles para importaciones no energéticas se verá limitada: en virtud de nuestra proyección sobre el balance cambiario estimamos que la disponibilidad de divisas será insuficiente para atender al mismo tiempo un incremento en las importaciones por encima de los USD 6.000 M actuales y garantizar la meta de recomposición de reservas”, calcularon.
En el Gobierno hacen una autocrítica porque esperaban que el último gran ajuste del cepo a las importaciones, tuviera un efecto disuasorio más pronunciado del que terminó por tener en el ritmo mensual importador
“¿Qué abanico de opciones se le abren al Gobierno ante esta encrucijada?”, se preguntó por último Ecolatina. “Descontando un escenario de aceleración devaluatoria brusca o salto cambiario que frente importaciones e induzca una contracción de la actividad, se abren dos principales caminos: un relajamiento de la meta de reservas que permita darle aire a la economía o una mayor restricción a las importaciones que enfriaría la actividad y recalentaría la inflación”.
En el Gobierno también hacen una autocrítica porque esperaban que el último gran ajuste del cepo a las importaciones, que tuvo lugar en marzo con la inclusión de la categoría B dentro del esquema del Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI), tuviera un efecto disuasorio más pronunciado del que terminó por tener en el ritmo mensual importador. Fue, además, la medida que levantó los cuestionamientos más sonoros del sector privado.
Eso sucedió porque esa nueva categoría dentro del esquema de autorización de importaciones implementó como condición nueva que aquellas empresas que superen determinado límite, estarían obligadas a financiar sus importaciones por un período de al menos 180 días esas operaciones de comercio exterior. Para algunas firmas implicó un proceso de difícil cumplimiento por la necesidad más urgente de determinados insumos para producir. Desde que salió esa nueva normativa, los funcionarios nacionales debieran fatigar extensas reuniones con cámaras empresarias para explicar el sentido de ese reajuste y contemplar casos excepcionales que puedan ser adaptados para evitar parates de actividad.
“Cuando sacamos la decisión de SIMI B para financiamiento nos habíamos planteado dos objetivos. Por un lado, que haya financiamiento para una parte de las importaciones, y por otro, disuadir a los que quieran importar de manera especulativa. Lo primero se cumple pero lo segundo no”, reconocieron. En despachos oficiales creen que debería repuntar el crédito comercial -aunque las condiciones financieras para la Argentina son difíciles- y estiman que se “perdieron” unos USD 4.000 millones de potenciales préstamos para operaciones de comercio exterior en los últimos dos años.
Las tres áreas que entienden sobre los controles y filtros para el acceso a divisas todavía se encontraban este miércoles por la tarde trabajando en los retoques normativas que tapen las goteras que preocupan al Banco Central. Un funcionario del área admitía las dificultades pero aseguraba que “vamos a sobrellevar la situación como lo hicimos en los últimos dos años. Vamos a responder como ya lo hicimos”, desafió. En años anteriores, tras el freno estacional de liquidación de exportaciones del complejo agroindustrial, el BCRA se vio repetidamente forzado a endurecer los controles, por lo que dejó entrever que será el camino que transitará la Casa Rosada en esta ocasión.
Esta mañana el jefe de Gabinete Juan Manzur, tras la reunión de funcionarios en la Casa de Gobierno, solo mencionó que “el ministro (Guzmán) está trabajando bajo la indicación del presidente en determinadas acciones que se van a tomar que seguramente en los próximos días”, dijo el funcionario ante una consulta de la prensa. “Lo que vemos es que vamos a priorizar el crecimiento, vamos a priorizar el trabajo, la inclusión, el desarrollo, en el marco de un país muy federal”, agregó sin dar más detalles.
Las tres áreas que entienden sobre los controles y filtros para el acceso a divisas todavía se encontraban este miércoles por la tarde trabajando en los retoques normativas que tapen las goteras que preocupan al Banco Central
Según dejaron entrever fuentes oficiales, las medidas no apuntarían a un endurecimiento de las trabas para la compra de dólares para el ahorrista ni para el consumo de dólar tarjeta o turista, que en este último caso ya implicaba una salida pronunciada de divisas para el BCRA. En ese sentido, descartaron un “súper cepo” y aseguraron que buscarán controlar mejor el flujo importaciones.
Entre los empresarios importadores se esperan definiciones inminentes en las próximas horas y saben que implicará restricciones más duras. “Desde que se fue Matías Kulfas el ministerio (de Desarrollo Productivo) se paró. Hace 10 días que no autorizan nada, están preocupadas las empresas que traen insumos o materias primas porque los precios internacionales no pararon de subir, y porque son empresas que necesitan más dólares para mantener el mismo nivel de producción”, afirmó a este medio una fuente del sector.
Un informe reciente de Analytica mencionó, al respecto que “mientras aumenta el número de sectores productivos con problemas para importar insumos, la compra de bienes de consumo en el exterior está en niveles récord”. “La participación de los bienes de consumo importados en el consumo total se encuentra en máximos históricos, y un 20% por encima de lo que se correspondería a la actual estructura de precios relativos e ingresos reales”, aseguró.
“La combinación de brecha cambiaria, elevada inflación e incertidumbre política generan incentivos para estos comportamientos en las empresas y familias, sesgando las decisiones a la adquisición de bienes transables. En palabras simples, lo que tiene olor a dólar, se compra”, continúa el estudio. En ese aspecto, resaltó que “la incertidumbre y las distorsiones asociadas a los controles de capitales y la alta inflación no redundan en un buen desempeño de la producción de bienes transables con elevada productividad sino sólo en su consumo (entre otros bienes importados)”.
“Es evidente que se está en presencia de los grandes efectos distorsivos que tienen la brecha cambiaria y la inflación sobre la economía real, afectando tanto la composición de la demanda como de la oferta agregada y disminuyendo la capacidad de acumular dólares del Banco Central. En el primer cuatrimestre el saldo comercial cayó un 29%, con los términos del intercambio más altos desde 2012. Si se busca evitar una solución de shock, hay que empezar a preparar los mecanismos de contención para cuando disminuya fuertemente la liquidación de divisas del agro a partir de agosto”, anticipaba Analytica.
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