Antonio Pronsato, el ingeniero que renunció a hacer el gasoducto Kirchner: “No se tomaban las decisiones para que la obra avance”

“Quien debe hacer la obra es Enarsa, pero no puedo explicar por qué se demoró”, le dijo el ex funcionario a Infobae. La sospechas de corrupción y los plazos

Pronsato, el lunes en Comodoro Py

Antonio Pronsato, interventor del Enargas durante buena parte de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, era el técnico contratado por el Gobierno –por Energía Argentina, Enarsa, en rigor– para llevar adelante la construcción del polémico gasoducto Néstor Kirchner (GNK). Duró poco más de tres meses en ese puesto y renunció.

Su salida del proyecto anticipó tempestades. Pocos días después fue el acto de YPF en Tecnópolis, la vicepresidente le pidió a Alberto Fernández que use más la lapicera y criticó a Techint, luego llegó un off the record de Kulfas y pocas horas después el ministro de Desarrollo Productivo renunció dejando un manto de sospechas sobre la obra, que luego desestimó en la Justicia.

Pronsato también estuvo en el tercer piso de los tribunales de Comodoro Py, ante el juez Daniel Rafecas y el fiscal Carlos Stornelli. Declaró tres horas como testigo.

“Qué importa Kulfas o Basualdo, el caño tiene que hacerse. Hay que hacerlo de una vez por todas, aprendamos de los errores”

En diálogo con Infobae, el ex responsable de GNK, reiteró que no presenció ningún hecho de corrupción y que nunca recibió presiones. Explica, pero no terminan de quedar de todo claros los motivos de su salida. “No se tomaron las decisiones que había que tomar”, repitió varias veces en la charla sin más detalles.

¿Por qué renunció?

— Es un sólo motivo, se lo dije al juez. Las decisiones empezaron a ponerse muy lentas. No se tomaban todas las necesarias para llevar adelante la obra y terminarla cuanto antes. Esto empezó a pasar luego del feriado de Semana Santa, a diferencia de los primeros meses, cuando este proyecto “volaba”.

¿Por qué cree que el proyecto “se puso lento”?

— No sé, nunca nadie me lo explicó. Hasta ese momento se había hecho de todo, se adelantó la ingeniería seis meses, se licitaron válvulas y cañerías y se contrataron los estudios de impacto ambiental. Se puso todo lento sin motivo. Me decían a todo que sí y no pasaba nada. Era todo “sí, sí” y las cosas no sucedían. No hubo explicaciones. Avisé y un día me fui. Me contrataron por mi experiencia y conocimientos para hacer esta obra que es fundacional para Argentina y no avanzábamos, entonces era obvio que no me necesitaban.

En el medio Agustín Gerez, presidente de Enarsa. A su izquierda, Pronsato. Y en el extremo derecho de la imagen, Federico Basualdo, subsecretario de Energía Eléctrica

¿Cómo se dio cuenta que no le respondían?

— Esto es tomar una decisión detrás de la otra. Qué se hace con las circulares, con los pliegos de la construcción, las contrataciones, los permisos de paso en los campos; hay que hablar con los gobernadores y con los productores de gas, con todos. Un caño vacío no sirve de nada, como no sirve de nada sacar el gas si no se lo puede transportar. ¿Si Kulfas tenía una duda genuina sobre los caños y espesores, por qué no vino a preguntarme a mí y mi equipo? En 15 minutos se resolvía todo. Y no pasó. Está cada uno en su isla, todos separados.

¿Se llegaba a hacer el gasoducto en un año?

— Por qué no.

Usted aceptó el cargo, se supone que sí lo creía.

— Sí, hicimos varias obras en un año.

¿Cuáles, por ejemplo?

— Las ampliaciones de los gasoductos Norte y San Martín. El estrecho de Magallanes se cruzó en 30 días, con un barco que soldaba los caños y los tiraba al mar. Esas licitaciones estuvieron listas en dos meses.

“Me decían todo que sí y nada. Era todo ‘sí, sí’ y las cosas no sucedían”

¿El GNK puede estar listo para el invierno de 2023, como prometió el Gobierno?

— No importa esa meta fija. Si la miramos tanto se pierde el horizonte y la necesidad. Ahora hay que laburar sin pausa y saber que cada vez habrá que tomar más decisiones instantáneas. Se licita, se adjudica y ahí recién empiezan los problemas.

¿Las demoras son por desconocimiento de quiénes tienen que tomar las decisiones?

— No tengo explicación. Lo que sí aseguro es que no vi un sólo caso de corrupción. Nada raro, ni cerca. Además, ni se llegó a gastar plata. Simplemente no se tomaban las decisiones para que la obra avance.

Kulfas habló de “internismo exasperante”.

— No sé. Insisto: ¿si tenía alguna duda por qué no vino a preguntar? No a Gerez, que es abogado, a mí. Yo trabajé muchos años con De Vido y Cristina. No éramos todos amigos, no tomábamos el té juntos. Me llevaba muy bien con Daniel Cameron (ex secretario de Energía) y no tan bien con sus técnicos, pero trabajábamos. Lo único que importa es la decisión política. Acá hay un DNU que dice que la Argentina se desangra económicamente y que cualquier demora puede generar peligro de desabastecimiento. Qué importa Kulfas o Basualdo, el caño tiene que hacerse de una vez por todas, aprendamos de los errores.

Caños para la foto del gasoducto que unirá Vaca Muerta con la provincia de Buenos Aires

¿Lo presionaron para hacer algo o contratar a determinada empresa?

— Nunca, jamás en mi vida me pasó. Ni ahora ni antes. Nunca en los ocho años que estuve con De Vido me llamaron para poner o sacar a alguien, jamás. Se lo dije al juez.

¿Cómo se llevaba con Agustín Gerez, presidente de Enarsa?

— Muy bien. Tengo un gran aprecio personal por él. Muchas veces discrepamos profesionalmente.

¿Él trababa las cosas?

— No había trabas en sí. Si no, se destrababa y listo. Lo que pasa es que no se tomaban las decisiones.

Usted se fue por algo... ¿quién no tomaba esas decisiones?

— Entre todos no las tomábamos. No se iba para adelante. Quien debe hacer la obra es Enarsa, pero no puedo explicar por qué se demoró. No se me dijo. Qué sé yo.

“No hay que explicar con maldad lo que puede explicar por desconocimiento”

¿Hubo inoperancia o mala intención?

— No vi mala intención. No hay que explicar con maldad lo que puede explicar por desconocimiento.

¿La política metió la cola en esto?

— No. Con Cristina a mí me decían “andá y hacé”. Y se hacía. Internas hay siempre en todos lados. Una vez que la política decide, el resto es hacer. Los caños son redondos, no hay vueltas. Un gasoducto es ingeniería.

¿Esta bien hecha la licitación por los caños que ganó Techint?

— Claro que está bien. Estas licitaciones requieren de ingeniería básica, dictámenes jurídico y financiero y de un informe técnico. No hay dudas. Los espesores y las cañerías salen de las normas de seguridad, no hay alternativa. Hay muchos proveedores, para eso se hizo la licitación internacional.

Se presentó solamente Techint...

— Sí. ¿Y? Dijeron que van entregar el 95% de los caños entre agosto y diciembre. Si era así se llegaba a cumplir los plazos.

Matías Kulfas y Paolo Rocca (Maximiliano Luna)

La vicepresidenta quiere que Techint haga la chapa para los caños en el país...

— Lo que dijo Cristina políticamente es intachable: quiere construir acá, mano de obra nacional y valor agregado. Pero en ningún momento dijo que no había que comprarle las chapas a Techint. No dijo que había que esperar a que Techint produzca acá para terminar el gasoducto.

¿Irse le dejó un sabor amargo?

— Si, claro. Cada día que pasa nos tiene que quedar un sabor amargo a todos. No tiene que haber grieta en este gasoducto.

¿Si lo llaman, vuelven?

— Yo estoy siempre para ayudar a mí país. No tengo resentimientos: esto se hace o se hace. Va a dar vuelta al país. Estamos sentados en una reserva extraordinaria. ¿Cómo puede ser que no la ponemos en valor? Esto hay que llevarlo adelante a patadas en el culo, como sea.

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