Una nota publicada por el diario británico Financial Times criticó la política agraria del presidente Alberto Fernández, en medio de la crisis provocada por la guerra en Ucrania, y retrató la frustración de los productores argentinos. En el texto, la periodista Lucinda Elliott describe las medidas tomadas por el Gobierno y su impacto en medio de la disparada de los precios internacionales del trigo.
La suba de precios internacionales continúa a medida que la guerra de Ucrania avanza y desencadena una crisis alimentaria mundial. Pero la nota publicada en el medio británico señala que en la Argentina, una de las potencias agrícolas del mundo, los agricultores –como el caso de Aimar Dimo– están recortando la superficie que dedica al cultivo.
Pero en un momento en que deberíamos estar vendiendo al mundo porque nos necesita más que nunca, no tenemos confianza ni incentivo
“Como productor me siento responsable, mi trabajo debe ser ayudar en la crisis”, dijo Dimo, que cuenta con unas 1.500 hectáreas productivas en Rufino, provincia de Santa Fe. “Pero en un momento en que deberíamos estar vendiendo al mundo porque nos necesita más que nunca, no tenemos confianza ni incentivo”.
En la nota, se detalló que la Argentina produjo un récord de 21,8 millones de toneladas de trigo el año pasado, en comparación con los 25 millones de toneladas cultivados en Ucrania. Pero a pesar de que el presidente Fernández prometió el mes pasado que el país aprovecharía la “formidable” oportunidad de satisfacer la demanda, sus agricultores aseguran que se enfrentan a una serie de obstáculos a medida que avanza la temporada de siembra de mayo a agosto.
Entre los obstáculos que describe la nota del Financial Times está la estricta cuota de exportación que impuso el Gobierno y que se redujo aún más en marzo para sostener la demanda interna. La medida que, según los agricultores, va en contra de lo dicho por el presidente. “En lugar de que nuestro Gobierno estimule la producción para facilitarnos las cosas, intervienen”, señaló Hugo Ghio, productor de trigo de Córdoba.
Otra traba señalada por la nota es el aumento del precio de los insumos, como el combustible y los fertilizantes. Mientras tanto, el Gobierno aseguró que estaba considerando aumentar el impuesto del 12% que grava las exportaciones de trigo. El texto también menciona la decisión de implementar un impuesto a las “ganancias inesperadas” en las empresas que, según los analistas, afectaría a los exportadores de productos básicos, como los agricultores.
Bajo las restricciones de exportación de Argentina, solo 10 millones de toneladas de la cosecha de trigo de 2022-23 se pueden enviar al extranjero, frente a los 14,5 millones de toneladas en 2021-22
Bajo las restricciones de exportación de Argentina, solo 10 millones de toneladas de la cosecha de trigo de 2022-23 se pueden enviar al extranjero, frente a los 14,5 millones de toneladas en 2021-22. Citado por el Financial Times, Enrique Erize, presidente de la consultora Nóvitas, dijo que la decisión “desastrosa” del Gobierno de reducir la cuota significaba que el mundo “no debería esperar nada de Argentina” en términos de ayudar a compensar la gran caída en las exportaciones de trigo de Ucrania.
El país envió en promedio entre 12 millones y 13 millones de toneladas anuales a Asia, el norte de África y otras naciones latinoamericanas en los últimos años. Brasil es el mayor cliente de la Argentina en la región, con 6 millones de toneladas al año. La Argentina también es uno de los pocos grandes productores del hemisferio Sur, por lo que la cosecha llega al mercado durante la segunda mitad del año, lo que ayuda a llenar el vacío una vez que se vendió el trigo de los países del Norte.
Los agricultores también se ven afectados por las dificultades de la economía en la Argentina. “Aislado de la mayoría de las fuentes de financiamiento internacional después de que un rescate récord del FMI se desviara en 2019, el Gobierno recurrió a imprimir dinero para financiar su déficit, alimentando la inflación” que superó el 58% en abril, destacó la nota.
La inflación y el aumento de la pobreza provocaron una serie de políticas de congelamiento de precios de productos básicos como el pan y la harina que recortaron el dinero que los agricultores pueden obtener por su venta en el mercado interno. “Los productores de trigo ya están cambiando a otros cultivos como el girasol y la cebada”, según Agustín Tejeda, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA). “Dichos alimentos no se consumen tan ampliamente en Argentina como el trigo, por lo que se considera que corren menos riesgo de intervención estatal. También requieren menos fertilizantes y agua, lo que los hace más baratos de producir”, agregó.
Los agricultores consultados para la nota señalaron que los costos asociados con la próxima cosecha de trigo aumentaron en un 40%: “a las grandes distorsiones en el tipo de cambio local se suman a la presión sobre los salarios y los costos de transporte”, puntualizó el texto.
Por el precio de los fertilizantes químicos, Ghio a reconsideró cuánto trigo plantará este mes. “Es nuestro mayor costo. Tenemos suficiente fertilizante por ahora, pero no estoy seguro de cuánto usar”, dijo. Algunos agricultores ya están aplicando menos fertilizante del que deberían, advirtió Tejeda, poniendo en riesgo el tamaño de la cosecha.
En tanto, en Santa Fe, Dimo dijo que la Argentina debería hacer “todo lo que esté a su alcance” para ayudar a aliviar la escasez mundial de cereales: “Es nuestro deber como nación productora de alimentos”.
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