El récord que nadie batió en 6 décadas: un casino de Las Vegas, dos mecánicos y una de las hazañas más asombrosas de la aviación

La historia del avión Cessna 172 y su histórico viaje en 1958

Guardar
(https://www.damninteresting.com/the-unceasing-cessna-hacienda/)
(https://www.damninteresting.com/the-unceasing-cessna-hacienda/)

Desde que nació la aviación moderna los humanos no han hecho otra cosa que perpetuar su fascinación por volar.

En los primero años del fenómeno los pilotos se batían por saber quién establecía el mayor récord, ya sea de velocidad, distancia, altitud, y hasta cantidad de horas en vuelo sin aterrizar. Estas pruebas estaban atadas al rendimiento del motor de cada aeronave. Pero todo cambió en 1923 cuando se logró repostar por primera vez en el aire.

Al momento de conseguir recargar combustible en pleno vuelo, el récord de trayecto más extenso era de 37 horas y 15 minutos. Pero este nuevo descubrimiento generó que la unidad de medida cambiara de horas a días enteros.

En 1935, el récord ya era de 27 días, 5 horas y 34 minutos. Catorce años después se superaron los 46 días y luego, en 1949, se alcanzaron más de 46 jornadas en el aire, un total de 1.200 horas y 16 minutos. Pero todavía el humano quería demostrar más.

Foto de archivo del Hotel-Casino La Hacienda  (https://www.damninteresting.com/the-unceasing-cessna-hacienda/)
Foto de archivo del Hotel-Casino La Hacienda (https://www.damninteresting.com/the-unceasing-cessna-hacienda/)

Todo empezó cuando Warren “Doc” Bailey, propietario en 1956 de La Hacienda, un hotel casino de Las Vegas, les consultó a sus empleados por ideas para promocionar el negocio, que estaba pasando por un difícil momento.

La Hacienda apuntaba a las familias modestas de los Estados Unidos y no a los ricos que iban a “la ciudad del pecado” a gastar grandes sumas de dinero. De hecho, en un momento se lo apodó Hayseed Heaven (El Cielo de los Hayseed, palabra vulgar para referirse a la población rural estadounidense), sobrenombre que Bailey adoptó sin rechazo ya que él tenía un hotel para cualquier persona sin importar su nivel de ingresos o estatus social.

Pero el negocio no iba bien, y un día se reunió con sus empleados, con los cuáles mantenía un trato casi familiar, para consultarles por ideas para ayudar a reflotar el negocio. Entonces, Bob Timm, un mecánico que trabajaba en las máquinas tragamonedas y que había sido piloto de bombardero en la Segunda Guerra Mundial, sugirió la idea de realizar un “vuelo de resistencia”, prueba aeronáutica que ya se había usado en el pasado para publicidad.

A “Doc” no lo convenció la idea de lanzar las apuestas sobre un vuelo de resistencia que promocionaba un casino. Anteriormente, un vuelo de similares características había sido exitoso mientras promocionaba la reapertura del aeropuerto militar de Yuma. Bailey no creía que la prensa tomaría su vuelo de la misma forma: era una iniciativa de un casino ubicado en la ciudad con la peor reputación del país.

Por ello, decidió hacer el vuelo de resistencia, pero oficialmente sería para recaudar fondos para el Damon Runyon Cancer Fund, aunque llevaría en su fuselaje el nombre “La Hacienda”, para promocionar el casino. Los apostadores podían sugerir cuántos días duraría “El vuelo contra el cáncer” sin tocar tierra, y el que más se acercase ganaría un premio de 10.000 dólares.

Un anuncio del "Vuelo contra el cáncer" en un periódico de la época (https://www.damninteresting.com/the-unceasing-cessna-hacienda/)
Un anuncio del "Vuelo contra el cáncer" en un periódico de la época (https://www.damninteresting.com/the-unceasing-cessna-hacienda/)

“Doc” le dió a Timm 100.000 dólares para los gastos: contratar equipo, comprar el avión y su salario junto al de un co-piloto, entre otras cosas. El mecánico compró un Cessna 172 y junto a otro mecánico -Irv Kuenzi- comenzaron a modificar el avión para que pudiese cargar más combustible, instalaron una cuerda enrollable para que sea más fácil subir víveres y hasta modificaron la puerta para poder recargar el tanque en pleno vuelo.

Luego de casi dos años de modificaciones, pruebas, intentos fallidos, despidos y más, el avión Cessna 172 estaba listo, equipado con un tanque que soportaba 431 litros de combustible y todo el equipo necesario para que piloto y co-piloto pudiesen pasar semanas en vuelo.

Finalmente, un 4 de diciembre de 1958 “La Hacienda”, con sus ruedas pintadas de blanco para que no pudiese haber ningún aterrizaje clandestino, tomó vuelo desde el aeropuerto McCarran Field de Las Vegas, con Bob Timm y el co-piloto John Cook en su interior.

Así comenzó la travesía aérea que quedaría en los libros de historia hasta el día de hoy como el vuelo más largo de la historia. El Cessna 172 voló 64 días, 22 horas y 19 minutos sin tocar tierra, recorriendo una distancia de 240.000 kilómetros, cerca de 6 veces la circunferencia de la Tierra.

El Cessna era suministrado de combustible y víveres dos veces por día, con la ayuda de una camioneta Ford Thunderbird (https://www.damninteresting.com/the-unceasing-cessna-hacienda/)
El Cessna era suministrado de combustible y víveres dos veces por día, con la ayuda de una camioneta Ford Thunderbird (https://www.damninteresting.com/the-unceasing-cessna-hacienda/)

Dos veces por día el avión debía ser reabastecido de combustible, comida y agua para los comandantes. Dentro, tenían instalado un camastro y un pequeño lavabo. Sus necesidades las hacían en bolsas que lanzaban a tierra a la par que realizaban la recarga, y que luego eran recogidas por el equipo en tierra.

El avión Cessna había sido propiamente modificado para realizar esta hazaña, y a pesar de que ya habían superado el último récord vigente, que había sido de más de 50 días y que tuvo lugar ese mismo año, antes del despegue de “La Hacienda”, Timm y Cook decidieron continuar volando hasta agotar al motor.

El Cessna 172 de la hazaña puede observarse colgado del techo del Aeropuerto McCarran de Las Vegas (https://www.damninteresting.com/the-unceasing-cessna-hacienda/)
El Cessna 172 de la hazaña puede observarse colgado del techo del Aeropuerto McCarran de Las Vegas (https://www.damninteresting.com/the-unceasing-cessna-hacienda/)

Así, recién el 7 de febrero la pequeña aeronave tocó tierra, las bujías y las cámaras de combustión estaban tapadas de carbón y el Cessna tenía dificultades para ascender cuando le cargaban combustible. Antes del aterrizaje, se revisó desde un automóvil que las marcas de pintura blanca sigan allí, estaban intactas.

A pesar de que financieramente Bailey había perdido dinero -la recaudación fue de 50.000 dólares, la mitad de lo que había invertido-, él estaba convencido de que la publicidad había valido la pena. Tras la hazaña que sigue siendo un récord luego de 64 años, la vida de los protagonistas continuó de la forma más normal, más allá de alguna aparición esporádica en televisión por parte de los pilotos.

Hoy, los viajeros del mundo que lleguen al Aeropuerto McCarran pueden levantar la vista y observar el Cessna 172 récord, que fue pintado con la pintura original con la leyenda “La Hacienda” y que pende del techo de la terminal, como signo de la historia de los intrépidos pilotos que decidieron aguantar todo lo posible en el aire... hasta que el avión dijo basta.

SEGUIR LEYENDO:

Guardar