“Al Banco Central se le van los dólares como agua entre los dedos” dijo a Infobae Martín Redrado, ex presidente del Banco Central, desde Malasia, donde codirige una Maestría en Banca Central, mientras se aprestaba a dictar un seminario sobre “desafíos actuales de los bancos centrales”.
Aunque consideró improbable que la economía argentina caiga en hiperinflación, Redrado advirtió que el proceso inflacionario “va subiendo por escalones” y la proyectó en 72% anual, si es que para fin de año no hay novedades adversas, como una fuerte presión devaluatoria a raíz del aumento de las tasas de interés internacionales.
“Argentina está fuera del mundo, todos se preguntan cómo es posible que no encuentre su rumbo”, dijo el ex funcionario del Banco Central, al que renunció en 2010 tras un tironeo con el kirchnerismo por el uso de las reservas.
Redrado codirige el curso académico en Malasia junto a Robert Merton, premio Nobel de Economía 1997 por sus aportes a la valuación de opciones financieras y encontró también allí perplejidad de algunos colegas internacionales acerca de la Argentina. La actual es la cuarta edición de la Maestría, que Redrado definió como “un título único en el mundo”. Se inauguró en 2019 y se dictó de manera remota en 2020 y 2021. El expresidente del BCRA fue convocado a ella por Zeti Adhtar Aziz, la mujer que entre 2000 y 2016 presidió el Banco Central de Malasia y creó la la Asia School of Business, en cuyo seno funciona la Maestría. La de Aziz, dijo el economista, fue “una visión sarmientina”, porque salió a buscar profesores de todo el mundo y se apoyó en instituciones como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). A la maestría asisten funcionarios de bancos centrales de varios países de Asia y otros de África, como Sudáfrica, Egipto y Sudán.
Mientras observaba a lo lejos el perfil de una construcción cuya altura superará la de la mítica Torre “Petronas”, un edificio icónico de Kuala Lumpur, el también presidente de la Fundación Capital y autor de varios libros (el último de ellos “Argentina Primero”, que presentó en la última edición de la Feria del Libro), respondió a la requisitoria de Infobae.
-¿Qué tipo de preguntas le plantean en la Maestría?
-Preguntas muy interesantes. En países como Malasia e Indonesia la inflación no se siente, pero sí la desaceleración de la economía china. En este momento las preocupaciones tienen que ver con la suba de las tasas de interés y la salida de capitales de los mercados emergentes, por la tensión cambiaria que pueden generar en esos países. Los países asiáticos han tenido la política de morigerar esas tensiones. Malasia tiene un superávit muy fuerte en cuenta corriente y eso le permite hacerlo. Acá ven la invasión de Rusia a Ucrania de manera distante. Sobre los precios no han tenido tanto impacto. Malasia es un importante productor de petróleo y gas y la presión sobre el precio de los alimentos la compensa con subsidios. En suma, lo que más preocupa acá es la tasa de interés, los flujos de capital y el efecto sobre los tipos de cambio. Malasia siempre mantuvo el dólar entre 3 y 3,10 ringgits, pero éste se devaluó 25% desde que empezaron a aumentar las tasas de interés. De todos modos, tienen las expectativas de inflación bien ancladas. Y les preocupa la desaceleración de la economía china, por la vinculación industrial.
-Jamie Dimon, el CEO de J.P.Morgan advirtió un posible “huracán” sobre la economía de EEUU y la economía mundial.
-Eso por lo menos acá no se percibe. Asia es bastante autosuficiente y en alimentos tiene la provisión de Australia. Sí se ve la desaceleración de la economía mundial, pero “Huracán” en esta parte del mundo no se ve. Lo de EEUU tiene que ver con el escenario de la guerra Rusia-Ucrania. La peor región en ese sentido es Europa: inflación, aumento de los costos de la energía. EEUU tiene un nivel de deudaalto: 150% del PBI y también es alto el endeudamiento corporativo. Lo que ve Dimon es un aumento potencial de morosidad, crecientes problemas y probable caída de empresas. La gran ventaja de Asia es que tienen nivel de ahorro muy alto, una gran reserva de capitales domésticos que les permite autofinanciarse y no depender tanto de flujos externos como América Latina o el sector privado de EEUU. Aquí prevén nubarrones, no un huracán.
-¿La Argentina está aplicando la política económica adecuada ante el actual escenario internacional?
-Argentina está muy débil. Es cierto que al no tener acceso al financiamiento internacional, estamos aislados financieramente, pero el canal de transmisión de una crisis de esta naturaleza está dado por el tipo de cambio: devaluaciones que pueden repercutir en un Banco Central, que ya está bastante débil. En los próximos 60 días la principal preocupación, después de la liquidación récord de divisas de mayo, que fue de US 4.250 millones, es que el BCRA no tiene capacidad de acumular reservas. Se le van los dólares como agua entre los dedos, entre importaciones, pago de deuda corporativa y servicios. Argentina tiene una brecha cambiaria que no estimula un normal funcionamiento de la economía. El canal de transmisión es el tipo de cambio; cómo las monedas emergentes se terminan devaluando La sensibilidad a las devaluaciones puede ser un canal de transmisión importante para la Argentina.
-¿Es lo único?
-Lo segundo son los problemas de renovación de deuda doméstica. Se vio con el aumento en abril y mayo de los Adelantos Transitorios (ATs) del BCRA y esta semana otra vez con un artilugio monetario para poder cumplir las metas del acuerdo con el FMI. El jueves cancelaron ATs por $ 235.000 millones con Derechos Especiales de Giro (DEGs, enviados por el FMI) para pagar deuda y crear pesos de manera artificial, porque el sector público no se está pudiendo financiarse lo suficiente en el mercado doméstico o lo está haciendo a muy corto plazo y el 80% con títulos indexados por CER, lo que genera mayor emisión potencial hacia adelante. En este contexto, el BCRA no tiene capacidad para afrontar esta tormenta. Son cada vez más pesos, alta inflación, crecimiento de la pobreza y ralentización de la economía. Se está demostrando en los datos que lo de 2021 fue un rebote: el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) desestacionalizado ya muestra caídas del nivel de actividad. Es una posición frágil.
-¿Hay riesgo de híperinflación?
-La inflación en la Argentina viene creciendo escalón por escalón. Para que haya híper tiene que haber una caída brutal de la demanda de pesos. Si bien es cierto que aumentó velocidad de circulación y si bien los depósitos a la vista y a plazo en pesos están cayendo en términos reales, aunque no en términos nominales, a su vez están aumentando los depósitos indexados por UVA. Algunos bancos incluso los están rechazando porque el costo de fondeo es muy alto. Además, hay una economía encepada. Muchos que tienen pesos no saben adónde ir: entidades reguladas, como bancos y seguros, y la industria, que tiene enormes restricciones para acceder al mercado oficial de cambios. Una economía con tanta represión va postergando la caída de demanda de dinero. Hasta que eso no se dé no hay posibilidad de hiperinflación. ´
-¿Y cuál es su proyección de inflación?
-La que tenemos en la Fundación Capital para mayo es 5,3%. En junio impacta tarifas y luego la inflación se mantendrá. Si sigue la política de patear la pelota hacia adelante, con la anuencia del FMI, que parece dispuesto a postergar todo hasta el próximo mandato y con este comportamiento del dólar oficial, después de septiembre habrá que mirar mucho la brecha cambiaria, cuando empiece la época de vacas flacas de dólares. Por eso veo una inflación subiendo por escalones. Para una híper tendría que caer muy fuerte la demanda de pesos o aumentar fuerte el tipo de cambio. Hoy proyectamos un piso de inflación anual del 72%. Dependerá también del aumento de tarifas y el comportamiento de la política cambiaria hacia adelante. Si solo son los aumentos de junio y el dólar oficial sube 4% promedio mensual, estaremos en 72 por ciento.
-¿Es sostenible la estrategia actual?
-La política económica corre por un desfiladero muy angosto. En los próximos 60 días el Banco Central debe acumular al menos USD 3.000 millones de reservas y deben irse renovando los vencimientos de deuda pública sin depender de la emisión monetaria como en los últimos 60 días. Si no, habrá creciente tensión cambiaria y la brecha se irá expandiendo. Se termina la época de liquidación de la cosecha. Queda algo hasta agosto, pero después de eso, sin acumulación de reservas la situación se vuelve aún más frágil.
-¿No alcanza el aporte de la balanza comercial?
-En este momento en Asia veo muchas oportunidades de complementación comercial. La Argentina necesita insertarse en nuevas cadenas productivas, producto de la pandemia y la guerra hay reconfiguración de cadenas alimenticias e industriales. Argentina tiene, sobre todo en materia de alimentos, la posibilidad de vender alimentos procesados. Debería tener una política comercial externa mucho más agresiva. Pero con una brecha cambiaria que se expande el superávit comercial va a sufrir y también impactan las importaciones de energía, en particular en próximos meses. Vamos a ver un superávit comercial disminuyendo. Nuestra proyección es que el superávit pasaría de USD 15.000 millones en 2021 a 10.500 millones este año, consecuencia de la política cambiaria.
-¿Cuánto influirá sobre la Argentina la ralentización de la economía china?
-Argentina necesita buscar nuevos mercados No puede depender tanto de China. China probablemente no crezca más de 3 a 3,5% este año y con un aumento importante de costos logísticos. Que esté cerrado Shanghai genera aumentos de costos logísticos muy altos, hay que busca alternativas. Cuando se vende commodities se pueden buscar mercados como la India, Vietnam, el norte de África. Pero sin duda Argentina debe diversificar mercados.
-¿Qué impresiones recogió allí sobre la Argentina?
-Lamentablemente, la Argentina está fuera del mundo, que no está en las idas y vueltas de la política argentina. Pero todos se preguntan cómo es posible que el país no encuentre su rumbo. Ayer un profesor de MIT, Athanasios Orphanides, me dijo “por favor, explíqueme el fenómeno argentino”. Uno explica los problemas insitucionales, la falta de continuidad, el fenómeno del endeudamiento y el financiamiento monetario, e igual les resulta muy difícil entender.
-¿Usted ha tenido diálogo con la vicepresidente. Qué habló de todo esto, y qué piensa ella al respecto?
-Se ha magnificado este tipo de conversaciones. En 2020 se abrió un canal de diálogo, yo procuro estar por encima de la grieta. También me consultan de la oposición y trato de plantear soluciones hacia adelante. No lo veo como una consulta, sino como intercambios con referentes políticos que preguntan mi opinión y qué vías de solución veo hacia adelante. Lo que pregunta la vicepresidenta es para su consumo interno. Cada uno hace su propia síntesis. Ella consulta a varios economistas, como lo hacen también otros dirigentes políticos. Hay preocupación por cómo salir de esta situación extremadamente compleja.
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