Ayer el presidente Alberto Fernández le pidió la renuncia a Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo, en medio de otro escándalo en el Gobierno. Lo reemplazará Daniel Scioli, ex vicepresidente, ex gobernador y ahora embajador en Brasil,
Hasta que esta nota se terminó de escribir aún no había sido publicada la carta de renuncia de uno de los funcionarios más “odiados” por Cristina Kirchner y el kirchnerismo, uno de los que no “funcionan”, según la definición de la propia Vicepresidente, aunque nunca lo colocó con nombre y apellido dentro de esa lista. Sí lo criticó en público por haber escrito el libro “Los tres kirchnerismos”, donde el ahora ex ministro fue muy duro con el final de su gestión, relató que nunca quiso que llegara al cargo y cómo, supuestamente, despreció a uno de sus enviados.
La intrincada novela de la salida de Kulfas, en medio de una feroz interna del Gobierno, deja muchos huecos y dudas. Más allá de que fue siempre un candidato a la renuncia, el gasoducto Néstor Kirchner, una obra cuya construcción no estaba bajo su órbita, terminó gatillando la decisión del Presidente.
Energía Argentina (Enarsa) es la empresa que lleva adelante la obra que tiene que estar lista dentro de un año y que está manejada por funcionarios camporistas. Según Enarsa y la propia Cristina Kirchner fue Kulfas quien –por medio de una información que publicó el viernes a la noche Infobae– puso dudas y signos de interrogación sobre una licitación “a medida de Techint”. En el aniversario de YPF, la vicepresidenta le había reclamado a esa empresa que en lugar de importar los caños para el ducto de una de sus subsidiarias en Brasil –algo que, dijo, le genera al Banco Central una sangría de USD 200 millones– invierta para fabricarlos en el país.
El detalle del texto que el kirchnerismo le adjudicó a Kulfas decía que esos caños se podían fabricar localmente y se mencionó a la empresa Laminados Industriales, de Villa Constitución. También se aseguró que las válvulas para el tendido, que se importarán, podrían ser made in Argentina. ”Los que están usando incorrectamente la lapicera son los funcionarios de Cristina”, acusó el off the record.
Como sea, Kulfas, que visitó Laminados Industriales el martes pasado, dijo más o menos lo mismo en radio, el viernes desde Tecnópolis, mientras terminaba el acto de YPF y CFK saludaba desde el escenario. “No tenemos amigos en el sector empresario, tenemos relaciones para fortalecer inversiones, generar trabajo y fortalecer los salarios. Y fue fructífero porque estamos creciendo”, le dijo Kulfas a la radio AM750.
“Ieasa hace la licitación y fija las condiciones. Hay un objetivo de que se produzcan más caños en el país y obtener el máximo provecho...”, agregó. E insistió: “Los que licitan son los de Ieasa, una empresa conducida por gente que tiene una relación muy cercana con la Vicepresidenta”. Kulfas mencionó que el país tiene una empresa que volvió a producir chapa naval que se podría usar para hacer gasoductos.
El ahora ex ministro culpó a los funcionarios kirchneristas y los habría acusado, indirectamente, de arreglar la licitación a favor de Techint. No parece un dato menor y por varios motivos. No sólo se trata del grupo empresario más grande del país sino que, además, esta semana Tenaris, la empresa de Techint que es uno de los mayores fabricantes para petróleo y gas del mundo, acordó con la SEC de EEUU pagar una multa de más de 78 millones de dólares por una acusación de sobornos vinculada a su filial brasileña. La empresa “no admitió ni negó las acusaciones”, y arregló.
Al igual que hizo el off, también Kulfas confunde Ieasa con Enarsa. Vale el descuido, en rigor, porque son lo mismo: la empresa volvió a cambiar de nombre hace un mes: dejó el nombre que el macrismo le había puesto, Integración Energética Argentina SA, Ieasa, cuando la integró junto a Ebisa (Emprendimientos Binacionales SA, a cargo de los recursos energéticos compartidos con otros países) para volver a ser Enarsa, como la bautizó Kirchner en 2004, cuando la creó.
Luego de los discursos y trascendidos de ayer, hoy llegaron el comunicado acusatorio de Enarsa, el apoyo de CFK –”Muy injusto y, sobre todo, muy doloroso que este tipo de ataques lo ejecuten funcionarios del propio gobierno del Frente de Todos”– y también un tuit del Presidente apoyando el apoyo de su compañera de lista. Todo muy raro.
“Matías no movía un dedo sin hablar con Alberto”, dijo ayer alguien que gasta zapatos por los pasillos de la Rosada y Olivos. “Los ministros son siempre fusibles, pero el tuit de Alberto fue fuerte: lo acusa casi de buchón. Podría haberlo echado sin tanta saña”, destacó otro allegado que, sin embargo, reconoció estar perdido en un universo de “gestos y supuestos gestos” en medio de la tensión extrema que vive la coalición gobernante.
Los caños
“Ellos armaron un pliego de licitación a la medida de Techint y de la chapa que el grupo fabrica en Brasil, de 33mm de espesor. Si en lugar de poner esa especificación hubieran puesto 31mm, como son los gasoductos en Europa se podría haber provisto caños desde otra firma que produce en Villa Constitución (Laminados Industriales SA)”, detalló el texto atribuido a Kulfas. “Y también adjudicaron la provisión de válvulas a una empresa importadora en lugar de a un fabricante argentino que ofrecía precios y condiciones similares, incumpliendo el compre nacional”, afirmaron intentando correr por izquierda al kirchnerismo.
“Más allá de los milímetros, es absolutamente inoportuna la forma que Kulfas hizo las cosas. Su inexperiencia le costó el cargo, la situación lo sobrepasó”, aseguró a Infobae un muy experimentado político kirchnerista.
Enarsa acusó a Kulfas de “mentiroso”. Sobre el espesor de los caños aseguró que el mensaje oficial difundido “carece de conocimiento técnico y más precisamente del proceso licitatorio llevado adelante” y que la Cámara Argentina de Fabricantes de Caños y Tubos de Acero certificó que el único que puede hacer los caños es SIAT. SIAT es Tenaris, que es Techint. Dicen que no tiene idea qué hace Laminados Industriales y reconocen que la licitación de válvulas aún está abierta “debido a que ninguna de las ofertas recibidas cumplen con los plazos de entrega solicitados”.
“Nosotros firmamos eso mismo: quien puede hacer los caños es SIAT de Techint. Una cosa es la materia prima y otra quién fabrica la chapa, los caños se hacen acá, pero la chapa tiene que venir de afuera porque no hay forma de hacer ese tamaño en el país. No conozco a la empresa que se menciona, pero creo que es de capacidad reducida, no para 1.600 kilómetros de gasoducto, sobre todo por los plazos de entrega”, dijo Ricardo Bernal Castro, vicepresidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Caños y Tubos de Acero.
El sector privado, en general, no comulga con la conducción camporista de Enarsa. Sin embargo, varias fuentes consultadas por Infobae coincidieron en que la información que habría filtrado Kulfas es un “delirio”.
“Esta empresa que apareció de la nada y hace chapa naval no puede hacer caños. Hay una norma técnica de hace décadas que establece cómo deben hacerse los gasoductos y esta empresa hace otra cosa. No es lo mismo chapa para barcos, para autos o para gasoductos”, detalló un reconocido consultor del sector Oil & Gas. “No producen tubos con norma API, que son los autorizados/normalizados para la construcción de ductos”, agregaron desde una empresa petrolera.
“En Europa se hacen con otro grosor porque tienen otras normas. Este gasoducto va a operar a un régimen de presión muy alto, son necesarios caños especiales que estén bajo la norma local. ¿Válvulas? Tiene que venir de afuera, no se pueden hacer acá”, destacó la primera fuente.
“¿Se puede hacer una línea de producción local para tubos, como pidió la Vicepresidente?”, les preguntó a los expertos este medio. La respuesta fue la misma en todos los casos: “No”. O al menos no con las urgencias energéticas de este contexto. Hacer un laminador cuesta unos USD 400 millones y tarda al menos cuatro años.
Las dudas sobre la renuncia de Kulfas ya se plasmaron en pedidos de informes. Ayer el interbloque de Juntos por el Cambio en el Senado avisó que exigirá datos respecto a las denuncias que originaron la salida de Kulfas y “presuntas cuestiones vinculadas a hechos de corrupción”.
Se seguirá hablando de si hubo o no licitaciones a medida y sobre grosor de las chapas de los caños del futuro gasoducto Néstor Kirchner, un proyecto que tendría que estar listo a mediados del año que viene y que esta semana anunció una licitación luego de que renunciara Antonio Pronsato, el encargado de llevarlo adelante. Pronsato no habló, pero desde su entorno aseguran que fue en medio de un vacío de firmas y autorizaciones para licitaciones y de un sector energético absolutamente fragmentado que demoró todo. “Se matan entre ellos, no hablan. Es todo desidia”, dicen.
En el sector privado no dudan: “No llegan al año que viene ni de casualidad. No va a estar para el invierno que viene y van a perder otra vez miles de millones de dólares”.
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