Luego de que el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunciara que había ayudado a la policía de Fiji a incautar un yate de 300 millones de dólares supuestamente propiedad de un oligarca ruso sancionado, esa misma fuerza de seguridad ordenó a las autoridades estadounidenses que abandonaran el barco.
Así lo indicaron documentos judiciales difundidos por CBS y Business Insider, que indican que “los esfuerzos de EE.UU. para confiscar y vender el Amadea, un barco de 348 pies de eslora, supuestamente propiedad del multimillonario de la minería del oro Suleiman Kerimov, se han visto obstaculizados por desacuerdos con la tripulación del barco y por maniobras legales de su propietario, según los documentos presentados en un tribunal de Fiji”.
“Esos desacuerdos llegaron a su punto álgido en la mañana del 7 de mayo, cuando las fuerzas de seguridad estadounidenses y un contratista marítimo contratado por ellas abordaron el barco alrededor de las 9:30 de la mañana y exigieron al capitán la entrega inmediata del Amadea con todo el personal clave disponible”, según una declaración jurada del capitán, presentada en el tribunal de Fiji el 24 de mayo.
Según Business Insider, “el capitán John Walsh, de nacionalidad británica, escribió en la declaración jurada que informó amablemente a los funcionarios y contratistas estadounidenses de que no podíamos ayudar”.
“Walsh escribió que la carga de trabajo de la tripulación se había reducido a responsabilidades de vigilancia y de emergencia únicamente, porque los activos del propietario del barco -necesarios para pagar a la tripulación- habían sido congelados”.
Y explicó que los miembros “de la tripulación temían cooperar con Estados Unidos, incumpliendo sus contratos con el propietario del barco, lo que dañaría su reputación en el sector de la náutica”.
“En resumen, la actual tripulación del Amadea se niega a navegar en el Amadea con las autoridades estadounidenses hacia un destino desconocido”, explicó Walsh.
Según las autoridades estadounidenses, el holding propietario del Amadea es una cobertura de Kerimov. “El abogado de la empresa en Fiyi, Feizal Haniff, dice que el verdadero propietario es en realidad un ejecutivo petrolero ruso no sancionado llamado Eduard Khudainatov”, se indicó.
El Amadea es uno de los dos enormes superyates -con un valor de unos 1.000 millones de dólares- propiedad de holdings vinculados a Khudainatov. Sin embargo, “los funcionarios estadounidenses desestiman las afirmaciones de Khudainatov. Un agente del FBI afirmó en una orden judicial que Khudainatov es un oligarca de segundo nivel (en el mejor de los casos) que no tendría ni de lejos los recursos necesarios para comprar y mantener yates de lujo por valor de más de 1.000 millones de dólares”.
Al respecto, según Business Insider, el agente del FBI calificó a Khudainatov de “hombre de paja” de la élite rusa sancionada que realmente es dueña de los yates. Y precisó que la tripulación del Amadea “identificó a Kerimov como el verdadero propietario del Amadea y otros describieron haber visto a la familia de Kerimov utilizando el yate en múltiples ocasiones”, en entrevistas con la policía de Fiji y el FBI.
En este sentido, describió los correos electrónicos encontrados en las computadoras del barco que supuestamente se referían a los Kerimov en clave - “G-0″ para Kerimov, “G-1″ para su esposa, “G-2″ para su hija y “G-3″ para su hijo- y dijo que los Kerimov habían solicitado cambios a largo plazo en el barco, como “un nuevo horno para pizzas, una nueva cama de spa y, de parte del propio Kerimov, las (motos de agua) más rápidas disponibles”.
“Las autoridades estadounidenses y los contratistas se apresuraban y eran conscientes del tiempo y querían una entrega inmediata.... para poder salir de Fiyi en el Amadea sin demora”, escribió Walsh.
El apuro estaba justificado: apenas 50 minutos después de que los funcionarios estadounidenses subieran al barco, un superintendente de la policía de Fiji subió a bordo y ordenó a los funcionarios estadounidenses que se marcharan. Al respecto, según BI, les informó que el día anterior, el 6 de mayo, el tribunal de Fiji “había ordenado la suspensión de una resolución dictada tres días antes, por la que se aprobaba la orden estadounidense de incautación del barco”.
“Los estadounidenses se habían quedado sin tiempo para zarpar”, concluyó.
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