“¡No entienden nada: le regalan todo a la oposición, están dormidos!”. Así, categóricos, criticaban desde la presidencia de la Cámara de Diputados a la conducción del Palacio de Hacienda por haber demorado el anuncio del cambio del piso en Ganancias hasta transformarlo en una pelea, otra más, dentro del oficialismo.
El enojo del entorno de Sergio Massa es mayor porque el cambio, positivo frente al malhumor de una parte de la sociedad, implica un muy bajo costo fiscal en medio del plan de ajuste acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI): unos $4.000 millones mensuales, contra una recaudación promedio de Ganancias de $280.000 millones por mes. Además, como afirman en otros despachos oficiales, un aumento del salario por esta decisión –al menos temporal– implica una mayor propensión al consumo y, por lo tanto, de la recaudación.
Por esta razón, la discusión parece ser más política que técnica: desde Casa de Gobierno afirmaron que Massa quiso sacar provecho al exigirle dos veces en 15 días al ministro que adoptara este cambio por decreto, mientras que el líder del Frente Renovador no entiende cómo se le regalan banderas a la oposición por un detalle impositivo.
En el acto de ayer en las escaleras de la Rosada –ambientado con cierto estilo de la comunicación del gobierno de EEUU, ironizaban en ciertos despachos en referencia a la vocera Gabriela Cerruti– Massa se preocupó por destacar lo contrario: que no hubo presiones y que la decisión fue en conjunto entre el Ejecutivo y el Congreso, aunque ya tenía preparado un borrador de ley para discutir el tema en el parlamento si el decreto no se anunciaba de inmediato. “Y tengo el acompañamiento de los otros bloques”, le advirtió a la conducción económica.
La presencia de la CGT en la difusión del acto administrativo es clave para entender su sentido: en una calle cada vez más complicada por el reclamo de los movimientos sociales, el Gobierno quiere retener al menos el apoyo de los sindicatos con trabajadores registrados, que son los que más pierden cuando aumenta el salario pero no el piso del impuesto. “Eran los 3 cardenales Samoré”, bromeaba un funcionario en relación al triunvirato cegetista que acompañó a Guzmán y a Massa, con la llamativa ausencia del presidente Alberto Fernández. “Una vez que podía dar una buena noticia, se borra”, indicó otra fuente, desconcertada.
La otra ausencia del mediodía, pero no por voluntad propia, fue la de la titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont. En la Diputados responsabilizan a esta funcionaria y al secretario de Política Tributaria, Roberto Arias –habitualmente elocuente en Twitter– de no haber impulsado dos cuestiones impositivas clave:
- La prórroga del régimen de ajuste por inflación vigente hasta enero, ya que a partir de entonces las empresas pueden realizarlo en un año, cuando antes debían hacerlo en tres y, por lo tanto, el fisco perdió una importante fuente recursos.
- Un régimen de anticipos como el que aplicó en el segundo gobierno de Cristina Kirchner, para que los exportadores más importantes adelanten el pago de Ganancias 2023 y se pueda cubrir mejor el agujero fiscal del 2,5% que hay que alcanzar para cumplir con el FMI, en lugar de impulsar el difuso impuesto a la renta inesperada, que todavía no tiene ni siquiera un primer borrador pese a que fue anunciado por Guzmán en abril.
La foto del final feliz de ayer en la Rosada –que debe reflejarse primero en un decreto y luego en la reglamentación de la AFIP– puede ser efímera, porque el cambio contempla solo la evolución de la inflación hasta mayo y, como admitieron técnicos oficiales y expertos privados, en septiembre u octubre el piso de Ganancias volverá a quedar desactualizado.
Además, en términos políticos, difícilmente se puedan olvidar los tironeos y malentendidos internos por esta cuestión, en particular los registrados este jueves, cuando en menos de un día la vocera del Gobierno anunció que el cambio no se haría bajo los términos que quería Massa, pero a la tarde el Palacio de Hacienda dejó trascender lo contrario, aunque sin brindar precisiones.
Ante esta nueva pausa, Massa volvió a redoblar la presión y advirtió que ingresaría un proyecto de ley si el decreto no se daba a conocer este viernes, pero casi de inmediato, desde Gobierno, informaban que efectivamente habría un anuncio, tal como ocurrió, aunque sin el Presidente. La saga de desencuentros promete continuar e incrementarse a medida que se acerque la campaña 2023.
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