
Uno de los efectos de convivir años con altas tasas de inflación mensuales es que cada vez es más difícil saber cuál es el “precio real” de un producto o cuáles son las mejores estrategias para ahorrar: ¿una promoción con descuento, financiación en cuotas, adelantar consumos?
Los consumidores argentinos están acostumbrados a consultar muchos negocios o plataformas online antes de comprar un producto; financiarse en cuotas sin interés porque descuentan que en unos pocos meses el precio se va a licuar con la inflación; adelantar consumos, ya sea de bienes durables o también stockearse de alimentos no perecederos.
¿Qué se puede hacer para no perder poder adquisitivo en un contexto inflacionario?
“En lo que va del año la inflación promedio fue superior al 5% mensual, es un porcentaje muy alto que nos obliga a ser muy eficientes con el uso de nuestros ingresos. En primer lugar, lo ideal es intentar saber ya a principio de mes si vamos a tener un ahorro para separarlo y ponerlo en un plazo fijo UVA o por ejemplo en el algún fondo común de inversión que nos cubra de la inflación, esas serían las estrategias de ahorro más fáciles para que no pierda poder de compra y tampoco tengamos que acumular bienes que por el momento no vamos a consumir y entre otras cosas ocupan espacio y pueden deteriorarse”, explicó el economista Claudio Caprarulo, de la consultora Analytica.
“Respecto a los gastos, está comprobado que con estos niveles de inflación aumenta la dispersión de precios, eso nos obliga a perder más tiempo comparando entre distintos comercios y promociones sobre un mismo producto porque pueden existir diferencias importantes. Una vez que decidimos comprar un bien es importante ver si está en el programa Ahora12 y aprovechar para comprar en cuotas, hoy la tasa de interés que se cobra es más baja que la inflación. Por lo tanto, aun si tenemos el monto total de la compra es preferible pagar en cuotas y el sobrante invertirlo en instrumentos financieros que nos protejan de la inflación”, agregó.

El economista Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico de la Consultora Equilibra, también advirtió sobre la actual dificultad para obtener señales de los precios. “No solo la comparación es difícil para el consumidor, sino para las empresas, que no saben qué precio garantiza tener una rentabilidad que no pierda contra la inflación, muchas dudas que empiezan a afectar a todo el sistema de incentivos y que tiene un impacto negativo. Decisiones sobre si comprar ahora, comprar en una semana, si va a aumentar mucho o poco algún insumo”, destacó ante la consulta de este medio.
El economista Pablo Besmedrisnik coincidió que los precios -incluso antes de considerar los descuentos- están cada vez más lejos no solamente de su valor objetivo (los productos y servicios valen en función de su estructura de costos) sino también de su valor subjetivo (valen por lo que los consumidores creen que valen). “Los precios en Argentina están cada vez más determinados por las expectativas de aumentos o faltantes futuros. En el extremo, un ejemplo claro es el mercado automotriz o incluso el de las cubiertas. La escasez o la potencial escasez dispara los precios. La especulación de productores y consumidores es, con cada vez más fuerza, un componente central de la determinación de los precios”, advirtió.
“Los precios al consumidor están lejos hoy de concentrar claramente las señales intrínsecas de los productos. La matriz de precios actual está determinada por una constelación de listas de precios (Precios Cuidados y precios generales), promociones de los bancos, descuentos especiales de los supermercados y propuestas de financiación, del Estado o de las mismas entidades financieras, que genera mayor provecho en los consumidores que un descuento directo”, aseguró el economista.
Con todo, a estos mecanismos -que en ocasiones se solapan y en otras no- se agrega el ajuste vía cantidad, con cambios en los tipos de envase o del producto real ofrecido. “El resultado final es la confusión. El consumidor sin saberlo terminará validando aumentos de precios como consecuencia de la confusión. Señales claras de precio potencian las mejores decisiones de los consumidores y alientan la ganancia de competitividad real de las empresas y no sus capacidades especulativas”, resaltó Besmedrisnik.

“La inflación y la confusión de precios impactan en negativamente en las decisiones de los agentes económicos, generando compras disociadas de sus necesidades y lejos de las mejores condiciones de precio y calidad. Así como en un entorno inflacionario las empresas tienen fuertes incentivos a aumentar inventarios, los consumidores también tienen un comportamiento parecido comprando de forma poco eficiente y priorizando el endeudamiento en pesos”, concluyó Besmedrisnik.
Según un informe que hace periódicamente la consultora Scentia, especializada en consumo masivo, hoy la brecha de precios entre los grandes supermercados y los autoservicios o comercios de barrio puede llegar al 20%.
La consultora mide las diferencias de precios en base a una canasta de 2.000 productos. “La brecha está entre 20 y 21 puntos porcentuales cuando medís la canasta comparable de manera desestacionalizada. Mes a mes los negocios de barrio tienen un proceso de crecimiento de precios de entre 2 y 3 pp más alto que el que puede tener el supermercadismo”, precisó a Infobae Osvaldo Del Río, director de Scentia.
También por regiones, la expectativa de inflación para todo el año varía, aunque siempre en niveles altos. La encuesta de mayo del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella, arrojó un promedio de 59,4% para el interior del país y de 62,2% para la ciudad de Buenos Aires (CABA). Ambas zonas tienen un valor más alto que el Gran Buenos Aires (55,2 por ciento).
En relación con el mes anterior, las expectativas de inflación aumentaron en todas las regiones, pero de modo más marcado en CABA donde la variación respecto al mes de abril fue del 11,3 puntos porcentuales.
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