Trans World Airlines (TWA) fue una de las empresa aéreas estadounidenses más importantes de la historia, durante sus años activos ocupó un lugar central en el mercado aéreo internacional, con decenas de destino del mundo entre los cuales se encontraban las naciones más importantes de Europa, África, América y Asia.
Si bien su historia transcurrió en los años dorados de la aviación comercial, TWA también tuvo algunos episodios muy oscuros.
Tal fue el caso del vuelo 800 del 17 de julio de 1996. Aquel fatídico día, un Boeing 747 de la compañía que se dirigía hacia París desde Nueva York, explotó en los aires sobre el Océano Atlántico, muy cerca de la costa de Long Island. Murieron las 230 personas a bordo.
Nadie podía explicar qué había ocurrido con la aeronave. El mismo día, el aparato había volado desde Atenas, Grecia, hasta la “Gran manzana” aterrizando a las 16:38 horas. En el Aeropuerto JFK, el avión estacionó y se sucedió el habitual cambio de tripulación y revisiones técnicas.
En dichos trabajos, los técnicos de la empresa tuvieron problemas con el control del registro volumétrico –mecanismo que mide el volumen de carga de combustible– y lo desactivaron para poder cargar por completo los tanques. Según las investigaciones posteriores, la aeronave ya había registrado varios problemas con este sensor.
El vuelo 800 de TWA estaba programado para las 19:00 horas, pero debido a un problema con un pasajero facturado que no llegaba, se demoró más de una hora hasta que despegó a las 20:18.
El comandante comenzó la operación de forma normal a la par que iba cumpliendo con los requerimientos de la torre de control. El clima era ideal, brisa suave y nubes dispersas, perfecta visibilidad y ninguna condición meteorológica por la que preocuparse. A las 20:30 se produjo la última transmisión de radio desde el Boeing 747 recibida en Boston.
Un minuto y cincuenta segundos después, el comandante de un vuelo de Eastwind Airlines comunicó por su radio que acababa de ver una explosión “ahí fuera, justo arriba de nosotros... a unos 16.000 pies o algo así, y ha caído al mar”. Acto seguido, los centros de control de tráfico aéreo de la zona de Nueva York/Long Island comenzaron a recibir numerosos avisos de otros pilotos sobre la explosión.
Una nueva tragedia había ocurrido. Muchas embarcaciones, tanto gubernamentales como civiles, se dirigieron a la zona del siniestro para buscar sobrevivientes, pero no había ningún sobreviviente entre esa masa de fuego, metales retorcidos y olor a combustible. Los 212 pasajeros y los 18 miembros de la tripulación murieron en el acto.
¿Terrorismo, error militar, qué había pasado con el vuelo 800 de TWA?
La tragedia se produjo apenas dos días antes de la inauguración de los XXVI Juegos Olímpicos de Verano de Atlanta, por lo que muchas hipótesis apuntaron a un acto terrorista. Las sospechas se incrementaron cuando algunos testigos dijeron haber visto un misil disparado hacia la aeronave.
También se habló de un misil fallido por parte de la Marina, ya que se supo que buques estadounidenses estaban entrenando en el área de Long Island la misma noche de la explosión. Se comenzó a especular que el vuelo 800 había sido derribado accidentalmente. No obstante, esta teoría fue descartada.
Tanto la Marina de los Estados Unidos como el FBI y la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés), iniciaron una extensa investigación, recolectaron todos los restos del avión del océano e hicieron una reconstrucción del aparato en un hangar.
A pesar de los supuestos avistamientos del misil, las autoridades no encontraron evidencias de ninguna clase de artefacto explosivo y las pericias se prolongaron por más de 4 años convirtiéndose en la investigación más costosa de la NTSB, con una inversión de 40 millones de dólares. Se usó que reconstruir el avión con sus restos. El año pasado, al cumplirse 25 años de la tragedia, se comunicó que se destruirían esos restos,
A pesar de este duro y costoso trabajo, siguió siendo imposible determinar la verdadera causa del accidente. Si bien se descartaron factores “externos”, sólo se pudo determinar que se debió a un problema eléctrico que desencadenó una “explosión del depósito de combustible central” resultado de una ignición de una mezcla inflamable de aire y combustible.
Esta no es más que la causa más probable del accidente que se llevó 230 vidas. Entre los viajeros había 10 argentinos cuyas familias nunca pudieron saber la verdad y recibir justicia por lo sucedido en el vuelo 800 de TWA.
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