El hidrógeno verde, obtenido a través de energías renovables, sigue captando inversiones. Tras el anuncio en noviembre pasado de la firma australiana Fortescue, representada en la región por el ex rugbier Agustín Pichot, de una inversión por USD 8.000 millones para producirlo en Río Negro, el mes pasado se conoció el proyecto de la empresa estadounidense MMEX en Tierra del Fuego. La compañía invertirá USD 500 millones para construir un campo eólico de hasta 300 MW y una planta de electrólisis para producir 55 toneladas de hidrógeno vede por día que serán exportadas en su totalidad.
Hay dos elementos sobre los cuáles se basó la decisión del proyecto: hacerlo en una zona franca, como Tierra del Fuego, y sin conexión con el mercado energético argentino, destinando el 100% del hidrógeno a la exportación. Ambos puntos, entiende, lo alejan de la inestabilidad de la macroeconomía argentina. “Conocemos bien la Argentina y la entrada a través de Tierra del Fuego, que es una zona franca, y con un proyecto centrado en la exportación, es la mejor vía para instalarse”, señaló a Infobae Nabil Katabi, gerente de Financiamiento de Proyectos de MMEX.
“Nuestro enfoque es de poca conexión con el resto de la economía argentina. Hay otros proyectos, en la Patagonia, que dependen del funcionamiento de la economía nacional y por eso deben negociar con el Gobierno. En especial, lo referido al esquema impositivo, no tan diferente a cualquier otra multinacional. Lo nuestro no es tan grande”, apuntó Katabi.
“Es difícil establecer hoy cuánto puede representar ese volumen de exportación. El hidrógeno verde es un mercado naciente y hay muchos factores que pueden incidir en su precio, en especial por el lado de incentivos tributarios. Las grandes compañías energéticas de Europa están buscando este producto”, agregó. No obstante, Katabi estimó que una vez finalizado, el proyecto generará exportaciones entre USD 115 y 180 millones al año.
El proyecto tiene por delante 3 meses de evaluaciones técnicas, otros 6 meses para la construcción del campo eólico en la ciudad de Río Grande y un plazo de 2 a 3 años para producir al máximo de su capacidad. La ciudad fueguina resulta estratégica por su ubicación, que permite la conexión con los océanos Pacífico y Atlántico para transportar el producto a diferentes mercados, y por las condiciones de viento que permiten la generación de energía eólica óptima.
Según Katabi, la condición de zona franca de Tierra del Fuego también exime al proyecto de la posibilidad de que el Gobierno le aplique retenciones a su exportación: “Según nuestro análisis legal preliminar, no existe esa posibilidad”
Cabe destacar que el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, asistió la semana a un congreso sobre hidrógeno verde en Barcelona. Y allí señaló que la actividad requiere “previsibilidad y estabilidad fiscal”, pero también admitió que “se está analizando”, la eventual imposición de retenciones a la exportación. “Se está conversando con las provincias y los diferentes sectores. Queremos llegar a un mecanismo de consenso que preserve a los inversores y que, también, deje satisfecho a los estados, los provinciales y el nacional. Vamos a generar un esquema que sea razonable y que satisfaga las demandas de los inversores”, señaló.
La planta generará 1500 puestos de trabajo durante la construcción y 300 puestos fijos de trabajo calificado cuando comience a operar. Y también traerá otro beneficio vital para Tierra del Fuego, según un convenio entre MMEX y el gobierno provincial. “Como Tierra del Fuego no está interconectado al sistema energético nacional, podemos integrar nuestro proyecto para atender las necesidades energéticas de Ushuaia y Río Grande”, explicó Katabi.
MMEX tiene un socio tecnológico para llevar adelante el proyecto: Siemens Energy, líder en la fabricación de equipos de electrólisis que permiten la transición a la energía limpia. Una de sus filiales, Siemens Gamesa, ya se encuentra realizando los estudios que permiten evaluar con precisión el recurso eólico.
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