Aunque en las últimas 24 horas Martín Guzmán absorbió la secretaría de Comercio, poniendo a Roberto Feletti bajo su mando, y tuvo un relativo éxito en su más reciente colocación de deuda, al emitir $ 783.500 millones, con una yapa de $ 30.000 millones de “financiamiento neto positivo”, la situación del sistema financiero y crediticio, clave para su objetivo de controlar la inflación sin frenar la economía, dista de mostrar una evolución favorable.
El último informe de la consultora Equilibra precisa al respecto que los préstamos en pesos al sector privado cayeron en términos reales (descontada la inflación) durante los últimos tres meses y en el primer cuatrimestre acumularon una merma de 5% respecto a diciembre 2021.
Los únicos ítems que escaparon de la caída fueron los adelantos a empresas y los créditos prendarios (esto es, garantía real). Todas las demás líneas vienen retrocediendo, dice el informe, y agrega que en el primer cuatrimestre, de cada 100 pesos que financiaron los bancos, la mitad se destinó a Leliqs y Pases del Banco Central y a colocaciones al Tesoro (la gorra que pasa regularmente Guzmán) La proporción que el sistema financiero presta al sector privado se redujo así nada menos que el 14 por ciento.
Además, el Estado y los bancos armaron una bicicleta en pesos que difícilmente aporte a la reactivación que preconiza Economía. Una muestra de eso es que el stock de plazos fijos ajustables por CER (inflación) o UVA (ajuste a valores inmobiliarios) viene creciendo 25% en términos reales respecto a diciembre 2021, pero para cubrirse del riesgo implícito los bancos compran deuda indexada (que también provee Guzmán) en vez de fondear préstamos.
Para peor, el plazo promedio de las colocaciones a plazo del sector privado se siguió acortando y ya es inferior a los dos meses, “dificultando la canalización de fondos prestables hacia nuevos créditos, especialmente los de implican mayores plazos de repago”, advierte Equilibra.
Poco “crecimientista”
Otra característica del carácter poco “crecimientista” del cóctel que fueron armando el Estado y el sector financiero es que en lo que va del año los préstamos a tarjetas de crédito vienen cayendo 4,2% en términos reales. Esto se debe, explica el informe, a que los límites de financiamiento “no se estarían ajustando al ritmo que trepan los precios, reduciendo la capacidad de compra de las tarjetas de crédito”. Es decir, por esta vía no solo no se estimulan la inversión y el crecimiento, sino ya tampoco la demanda de consumo.
El plazo promedio de las colocaciones a plazo del sector privado se siguió acortando y ya es inferior a los dos meses,
La avidez de financiamiento público hizo a su vez que, aun en el contexto del rígido cepo cambiario que mantienen y cada tanto ajustan un poco más Economía y el Banco Central, Economía y el sistema financiero tuvieran que empezar a pagar un poco más; esto es, a pagar rendimientos “menos negativos en títulos ajustables”, como expuso otro informe, de Quantum.
Sucede, explicó la consultora dirigida por Daniel Marx, la liquidez atrapada en el corset cambiario y regulatorio presiona cada vez más sobre los precios de activos con cobertura por inflación y devaluación.
Como la oferta de plazos fijos ajustables por UVA está limitada y la tasa de interés real en pesos sigue por debajo de la inflación, el gobierno pudo seguir colocando deuda a tasas negativas en distintos instrumentos ajustables, tanto por inflación o por dólar oficial.
Crecer de golpe
Pero el mercado ya no se conforma con eso y desde hace unas semanas los rendimientos de esos papeles tuvieron que empezar a subir. Lo cual refleja cambios de composición de las carteras, por límites internos de algunos y por “visiones sobre el riesgo crediticio”, dice tersamente Quantum.
No se trata de cambios pequeños. Por caso los CER con vencimiento en octubre de este año rendían – 17% anual hace un mes y rinden – 4,8% en la actualidad, una “mejora” de más de doce puntos porcentuales. En papeles de más largo plazo los cambios son más pequeños, pero también ocurren: el T2V2 a pagar por Economía a fin de noviembre, pasó de rendir -11% anualizado hace un mes a -6,2% en la actualidad y los de plazos más largos, como TV23 y TV24, pasaron de rendir 0% a dar un rendimiento positivo de 1,8% en el mismo período.
En cambio, la tasa de devaluación implícita en los bonos ajustables por dólar a noviembre de 2022 cayó de 75 a 65%, tendencia que también se observa en plazos más largos: recién ahí la inversión de las “curvas de rendimiento” refleja cierta expectativa de reducción de la inflación.
En lo inmediato, la menor expectativa de devaluación, probablemente inducida por el acuerdo con el FMI y el aumento de las tasas de interés, es en realidad la contrapartida de la apuesta a que el dólar oficial no podrá seguirle el ritmo a los precios, incluso de aquí a un año, lo que haría cada vez menos competitiva la producción argentina.
En definitiva, a corto y mediano plazo el mercado sigue apostando a una alta inflación.
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