¿Servirá de algo la “guzmanización” de la inflación? La supuesta impronta que quiere darle el ministro de Economía, Martin Guzmán, a un alineamiento de variables que, de una vez por todas, comience a bajar los precios, es la nueva estrategia. Una nueva batalla de la guerra que declaró el presidente Alberto Fernández hace solo dos meses, o quizás otra guerra. En el Palacio de Hacienda están seguros de que sí, de que el ministro podrá encauzar cuestiones vitales relacionadas con la confianza y el equilibrio de la macroeconomía, que marcarán el curso a la baja del costo de los alimentos y otros productos básicos.
No lo hizo nunca hasta el momento, ¿lo hará ahora? ¿Querrá hacerlo con la mitad de los integrantes de su propio gobierno que lo quieren bien lejos? ¿Podrá hacerlo o será otro intento fallido? Muchas preguntas, pocas respuestas. Mientras se hace cargo formalmente de la tarea de bajar los precios, prometerá esta semana quitarles el cepo a las inversiones petroleras y, en días, actualizará el Presupuesto que le bochó el Congreso. También, buscará darle forma al proyecto de impuesto a la renta imprevista y cerrar la suba de tarifas.
Guzmán repite por estas horas, en un discurso siempre cruzado por el impacto de la guerra en Ucrania, que el gran desafío como “nuevo” guardián de los precios es romper la inercia inflacionaria. Cree que podrá comandar a su ahora subalterno Roberto Feletti, el secretario de Comercio cristinista que hasta ahora no tuvo mayores resultados en el organigrama de Desarrollo Productivo, el ministerio de Matías Kulfas. Asegura que cierta mejora macro, con crecimiento de exportaciones y lo que define como orden financiero y fiscal, reordenará las expectativas y así, de una buena vez, habrá ancla para los precios. Eso en el laboratorio: la actividad económica empezó a dar señales negativas con una caída mensual en marzo de 0,7 por ciento.
El énfasis del ministro, esa nueva “guzmanización” de la inflación, tendría que haberse dado antes, desde el 10 de diciembre de 2019, cuando asumió Fernández. Por más que el ministro lo niegue, está claro que sus prioridades fueron otras, sobre todo la deuda con privados y el FMI. Mientras tanto, los precios saltaron 36,1% en 2020; 50,9%, en 2021; y la proyección para 2022 ya tiene un piso de 70%, muy lejos de la banda de 38-48% que firmó Guzmán en el acuerdo con el Fondo. “Ahora sí”, parece decir Guzmán. ¿Será?
En Hacienda aseguran que la pelea entre Feletti y Guzmán es historia, que el cristinista “aceptó” la idea de que no habrá suba de los derechos de exportación. Algo que el propio presidente Alberto Fernández no parece tener del todo claro luego de la entrevista del viernes, en la que dijo que no las sube porque no tiene los votos en el Congreso para hacerlo… solo por eso. Guzmán y otros miembros del gabinete, como el ministro de Agricultura Julián Domínguez, repiten y repiten que mantener las retenciones como están no es circunstancial, que es una política de Estado. Está claro que el secretario de Comercio, que no se mudará y mantendrá su oficina a tres cuadras de su nuevo jefe, cree que sí hay que subir las retenciones. ¿Lo dirá en público otra vez? No se sabe, pero si eso ocurriera sería el segundo subalterno díscolo que habrá heredado. El otro, el subsecretario de Energía Eléctrica, el cristinista Federico Basualdo, sigue en su oficina un año después de que Guzmán intentara echarlo.
Otros temas de peso
Tarifas, Presupuesto, renta inesperada e incentivo a las inversiones petroleras son otros de los temas en los que hace foco el ministro por estas horas.
Sobre el último punto, se espera un anuncio inminente, esta misma semana, y estaría a cargo de Guzmán y Miguel Pesce, presidente del Banco Central.
Se trata de un esquema qué, básicamente, levantará el cepo al dólar a las nuevas inversiones del sector energético, sobre todo las que van a Vaca Muerta. Saldría por decreto y de eso habló Guzmán con empresarios en EEUU, semanas atrás, cuando estuvo en Washington en las reuniones de primavera del FMI. “Es el viejo acuerdo con Chevron que nunca se puso en marcha, pero algo aggionado”, aseguran en el sector petrolero. Según un borrador que circula por despachos públicos y privados, la promoción tendría una duración de al menos 25 años y los nuevos jugadores que se sumen al mercado deberían desembolsar al menos USD 50 millones.
“Los beneficiarios tendrán la libre disponibilidad del ciento por ciento (100%) de las divisas procedentes de sus exportaciones, efectuadas en el marco de lo previsto en el primer párrafo, para el pago de capital y servicios de deudas financieras, costos operativos, inversiones, distribución libre de utilidades y rescate de capital y para el caso que no pudieran exportar tendrán acceso al mercado único y libre de cambios para adquirir las divisas correspondientes con el producido del veinte por ciento (20%) de sus ingresos por ventas y/o prestaciones de servicios en el mercado interno y que encuadren en el presente Régimen”, propone el borrador; la versión final podría ser diferente.
Guzmán, el nuevo guardián de los precios tiene mucho trabajo y poco tiempo para mostrar algún éxito. Podría haber comenzado antes con la tarea
La actualización del Presupuesto, en tanto, se prepara para junio. Saldrá también por decreto presidencial algo obligado luego del rechazo del Congreso, y tendrá el atractivo de incluir las actualizaciones de proyecciones de inflación y dólar, entre otras variables.
Para definir la suba de tarifas, y que el secretario de Energía, Darío Martínez, instruya a los entes a aplicar los cuadros tarifarios, habrá que terminar primero de cerrar el esquema técnico de la segmentación. En eso trabajan los técnicos aliados del ministro en un sector de eternas grietas internas para el Gobierno. “Puede demorar unos días”, avisan en Hacienda.
Con respecto al adelantamiento de la suba de piso de Ganancias, un tema en el que Sergio Massa, jefe de Diputados, primereó al ministro con un pedido formal –que luego el titular de Hacienda dijo que era “obvio” que iba suceder– se espera que ocurra en junio o julio, con las proyecciones de inflación y salarios hecha.
En Hacienda aseguran que la pelea entre Feletti y Guzmán es historia, que el cristinista “aceptó” la idea del Presidente de no habrá suba de los derechos de exportación. Algo que el propio Fernández no parece tener del todo claro
Por el lado de otra de las banderas de Guzmán, el impuesto a la renta inesperada, Economía ya trabaja en esquemas para distribuirlo, más allá del escepticismo de algunos sectores aseguran que es una idea que “murió antes de nacer”. Cómo sea, el ministro enviará en estos días el proyecto al Congreso para cobrarles a quienes, sin haber hecho nada, ganaron con la guerra. Fuentes oficiales aseguran que estos días hay idas y vueltas con estos sectores, tanto de manera institucional como con empresas puntuales directamente. “Hablamos con todos”, aseguran.
Guzmán insiste con la fuerte recuperación de la economía, la caída del desempleo, el fortalecimiento del salario real y mayor desarrollo industrial (con la generación energética incluida), entre otras señales que describe como “fuertes”.
La agenda global luce mucho más diáfana, con un mundo que necesita energía, alimentos y minerales, tres pilares del sueño productivo y exportador local. Puertas adentro, la realidad es mucho más cruda. Guzmán, el nuevo guardián de los precios, tiene mucho trabajo y poco tiempo para mostrar algún éxito. Podría haber comenzado antes con la tarea. Mientras tanto, los nubarrones lucen tan negros como siempre y las internas están a la orden del día.
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