En abril el saldo del intercambio comercial de la Argentina repuntó gracias al aumento de los precios internacionales y el aporte de la agroindustria, pero también se registró el abrupto debilitamiento de un mercado clave: China.
El mes pasado, precisan los datos del Indec, las ventas argentinas a ese destino cayeron 21% (y aún más en cantidades, pues los precios jugaron a favor) mientras las compras aumentaron 36%, ensanchando el, por lejos, principal déficit bilateral de la Argentina.
Sucede que desde fines de marzo, a raíz del aumento de casos de Covid-19, China instauró su política de “Covid Cero”, con masivos y estrictos confinamientos en más de 30 localidades, incluida Shanghai, una ciudad-puerto de 26 millones de habitantes. La medida, por tiempo indefinido, fue apenas aliviada desde entonces. Amén de lo que significa tan masivo, largo y estricto encierro en materia de derechos humanos, los efectos económicos son amplísimos.
En abril en esa megalópolis no se vendió ningún auto, contra 26.000 despachados un año antes, con lo que eso significa en términos de encadenamientos hacia atrás y hacia adelante.
Sostiene Beijing
Beijing argumenta que la política de Covid Cero permitió que China, a diferencia de casi todos los demás países del mundo, siguiera creciendo en 2020 y 2021 (10,5% en el bienio), pero el último mes la actividad industrial fue 4% inferior a la de hace 12 meses y aunque el Partido Comunista Chino se atiene a la meta de crecimiento de 5,5%, las proyecciones de bancos y consultoras dudan que llegue a 5% y Nomura, un banco japonés, proyectó que a fin de año el PBI habrá crecido 3,9%, lejos de las “tasas chinas” de los últimos 40 años.
Los efectos de la política china de Covid Cero sobre una economía mundial ya tocada por la invasión rusa a Ucrania, el aumento de la inflación y la suba de las tasas de interés son potencialmente inmensos
Los efectos sobre la economía mundial, ya tocada por la invasión rusa a Ucrania, el aumento de la inflación, la suba de las tasas de interés y el colapso de los mercados mundiales (al 19 de mayo, el S&P 500, un índice de Wall Street, había caído 18,2% el mayor retroceso desde 1940 para 96 jornadas de operación) son potencialmente inmensos. China, precisa Marcelo Elizondo, presidente del capítulo argentino de la Cámara de Comercio Internacional, es el principal exportador y el segundo importador global y explica entre 11% y 12% del comercio mundial.
A fines de abril, el número de buques en espera (para entrar o salir) en el puerto de Shanghai triplicaba el de fines de febrero. Se trata del puerto de mayor actividad del mundo, en 2021 registró un movimiento equivalente a 47 millones de contenedores de 20 pies. En China están 4 de los 5 puertos de mayor actividad del mundo (el otro está en Singapur, que Beijing reclama como suya). La congestión sigue, como corrobora diariamente el sitio MarineTraffic.
Las consecuencias para la Argentina podrían teñir el resto del año. Después de Brasil China es segundo mayor socio comercial de la Argentina por volumen de intercambio (exportaciones más importaciones), pero con gran asimetría. En el primer cuatrimestre fue el cuarto comprador (detrás de Brasil, EEUU y Chile) y el mercado al que menos crecieron las ventas en dólares: menos de 13%, contra 75% de aumento en las ventas a EEUU, 60% a Chile y 107% a Holanda, puerta de entrada a la Unión Europea. China es, eso sí, el país que más le vende y con el que la Argentina tiene su mayor déficit bilateral: USD 4.030 millones en cuatro meses, 240% y 1.371% más que el rojo argentino en el comercio con Brasil y EEUU, respectivamente. .
La consultora Abeceb estimó que el comercio exterior le dejará a la Argentina este año un saldo de USD 12.000 millones, imprescindible para mantener el nivel de actividad, intentar evitar saltos devaluatorios y cumplir la meta de acumulación de reservas del acuerdo con el FMI.
El lockdown chino y sus efectos globales son uno de los tres factores de preocupación en la economía mundial, dijo Elisabet Bacigalupo, macroeconomista de Abeceb. Los otros dos son el aumento de la inflación, que presiona sobre los bancos centrales y las tasas de interés, y la guerra en Ucrania, que vía su efecto sobre los precios y las cadenas de suministros realimenta la inflación, algo sobre lo que incluso alertó el FMI.
Las ventas minoristas, los servicios y la producción industrial se resintieron en marzo y abril y el segundo trimestre será malo (Bacigalupo)
Las ventas minoristas, los servicios y la producción industrial se resintieron en marzo y abril y el segundo trimestre será malo: Probablemente los confinamientos persistan, aunque el PCCh seguramente algo intentará para evitar un aterrizaje brusco o una desaceleración muy prolongada del PBI chino, dijo Bacigalupo. Aun en el mejor de los casos, prosiguió, la moderación del crecimiento chino impacta de dos formas: menos compras de lo que exportamos y, a través de la depreciación del yuan (en lo que va de 2022 se devaluó 6%), mayor exportación de bienes chinos al mundo, lo que tiende a amplificar el déficit (o comprimir el superávit) de las economías emergentes. De hecho, en abril las compras globales de China se desaceleraron a cero por ciento.
El peso de China es tal, dijo Bacigalupo, que si su PBI desacelerara abruptamente los precios internacionales de las materias primas bajarían, superando el efecto alcista de la guerra en Europa, aunque el escenario base de Abeceb sigue siendo el de una desaceleración “moderada” del crecimiento chino.
Los exportadores e importadores argentinos hablan poco y con cautela de los efectos de esta situación sobre las ventas y las cadenas de abastecimiento.
“Influye en el clima de negocios, por la incertidumbre de los importadores, porque los confinamientos disminuyen las ventas internas (en China) y la evolución del mercado”, dijo a Infobae Carlos Riusech, presidente del frigorífico Gorina, miembro del consorcio ABC de grandes exportadores de carne, que junto a harinas y aceites es uno de los grandes rubros de las ventas argentinas al gigante asiático.
Riusech dijo, sin embargo, que no ha habido problemas operativos, aunque sí una segunda ola (más leve que la primera) de descenso de precios, entre 100 y 200 dólares menos por tonelada. Más del 70% del volumen de exportaciones de carne argentina va a China, dijo el ejecutivo, y cuando no se pudo entrar por Shanghai se lo hizo, sin mayores dificultades, por los puertos de Tianjin, Quingdao o Beijing. “Son los 4 puertos donde va la mercadería argentina”, precisó. “Problemas hay, pero no de la magnitud que tuvimos en el pasado”, concluyó Riusech, refiriéndose a la pesadilla logística de la etapa inicial de la pandemia.
Más del 70% del volumen de exportaciones de carne argentina va a China (Riusech)
Marcelo Elizondo, también director de la consultora DNI (Desarrollo de Negocios Internacionales) y profesor del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) señaló a Infobae su sospecha de que “el lío” logístico y económico es mayor al que China reconoce y que en la Argentina el sector de harina y derivados de la soja, que hasta ahora, y con demoras, pudo entrar, ingresa ahora en una etapa crítica.
Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara Argentina de la Industria Aceitera y Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), relativizó la cuestión. “La logística complicada es la de contenedores, por el colapso de Shanghai, pero nosotros vendemos en bodega de barcos, así que no tenemos problemas”.
Pablo Teruel, coordinador logístico de la empresa Loren Trade SA, que hace casi dos años se involucró a resolver problemas en la exportación de aceite de maní, dijo que la situación se normalizó y se está pudiendo cargar. “Lo que es aceite va en su mayoría a Qingdao, y hasta ahora se ha podido operar sin mayores dificultades, manteniéndose (de momento la situación para junio”, destacó.
Del lado de las compras, fuentes de la Asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónica (Afarte), que agrupa a las plantas fueguinas de electrodomésticos y electrónica radicadas allí debido a los beneficios promocionales, y que dependen crucialmente de importaciones chinas, dijeron que desde el inicio de la pandemia, hace ya casi 30 meses, “el aprovisionamiento de insumos para la producción no se normalizó: sigue habiendo escases de microprocesadores y los rebrotes de Covid y cierres temporales de plantas en China y reprogramaciones de las navieras, podrían generar algunas demoras”.
Funcionarios y empresarios involucrados en el comercio con China dieron, off the record, un panorama más complejo. Las complicaciones abarcaron, por caso, el cierre forzado de las oficinas de Couriers internacionales, lo que restringió el envío de documentación necesaria para completar las operaciones.
“En caso de urgencia se sugiere a los exportadores explorar con los importadores posibilidad de enviar los documentos a otras ciudades en China (excepto Beijing, Shanghái, Hangzhou y Jiangsu) o esperar unos días a que se normalice la situación en Shanghai”, fue la respuesta de un funcionario de la embajada argentina en China, que explicaba a los exportadores argentinos que se trata de un problema que afecta a “todos los países”, porque -entre otras cosas- son varias las oficinas chinas que deben intervenir y hacer intercambios electrónicos de información en diversas operaciones y porque “la presentación de algunos documentos en original es parte del proceso de confianza que manejan las navieras para avanzar con la liberación del embarque”.
Se sugiere explorar con los importadores posibilidad de enviar los documentos a otras ciudades o esperar a que se normalice la situación en Shanghai (Recomendación de embajada en China a exportadores argentinos)
En China, eso es fundamental, explicaba el funcionario, “porque sin el pago final no se envían los documentos originales y por ende resulta en un reaseguro para cada parte cuando no se utilizan cartas de crédito u otro mecanismo de pago”. Algo que se resolvería en la medida si la autoridad postal de Shanghai habilitara la apertura de las oficinas de los Couriers internacionales.
En suma, el gitante asiático se volvió un destino “duro de exportar”. En abril, como se precisó al principio, las exportaciones argentinas a ese destino se redujeron 21%, pese al aumento de los precios del principal sector exportador, el de harinas y aceites vegetales. Los próximos meses develarán el alcance de ese endurecimiento.
SEGUIR LEYENDO: