La actividad económica podría enfriarse en los próximos meses por la falta de dólares y el impacto del shock externo en la economía local. Ese es el diagnóstico que circula en algunos de los despachos oficiales que están involucrados en la política económica y que estiman que si bien en la carrera anual el PBI podría anotar una nueva suba este año, de un 5%, proyectan que el sendero será irregular y que, tras el avance del primer trimestre, habrá una desaceleración que “amesete” esa trayectoria.
Los últimos datos oficiales de actividad mostraban ya un retroceso en la velocidad de recuperación de dos sectores con peso en el entramado productivo como la construcción y la industria manufacturera, que cayeron 4,1% y 1,9%, respectivamente, en los indicadores de marzo que relevó el Indec. Los números, medidos interanualmente, todavía siguen en alza al compararlos con 2021. Este jueves se conocerá el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) de marzo.
Los últimos datos oficiales de actividad mostraban ya un retroceso en la velocidad de recuperación de dos sectores con peso en el entramado productivo como la construcción y la industria manufacturera, que cayeron 4,1% y 1,9%, respectivamente
Según algunos analistas, y la propia visión de algunos funcionarios en el Gobierno, la recuperación de la actividad comienza a ver sus bordes. Esas limitantes están dadas por factores locales y externos. Entre los locales, según reconocen en el Poder Ejecutivo, se encuentra principalmente la escasez de dólares para financiar importaciones, lo que le pone un techo a la velocidad crucero a la que puede recomponerse la economía. A mayor nivel de avance de la actividad, mayores divisas requeridas para la compra de insumos y bienes de capital en el exterior.
“Si uno ve cómo avanzó la actividad el año pasado, tuvo forma de serrucho, entre el Covid y la falta de insumos. Este año va a ser igual, por problemas desde logísticos o de dólares. Tenemos que crecer más en torno a 5%”, proyectó un funcionario del equipo económico que sigue de cerca las cifras de actividad y producción.
El tope que impone al avance de la economía la falta de dólares es algo que también estuvo en boca del ministro de Economía Martín Guzmán. En el equipo económico creen que la mejora en la actividad tiene que estar balanceada con la capacidad del Banco Central de abastecer de divisas a ese proceso, incluso a costa de un crecimiento más leve.
“Es importante que ese crecimiento se dé con acumulación de reservas y que nos encuentre en 2023 con una economía que después de mucho tiempo creció dos años seguidos y que tiene condiciones en el frente externo para poder seguir sosteniendo el crecimiento, entendiendo que el crecimiento económico en la Argentina está siempre limitado por la restricción de divisas. La economía tiene que crecer a una velocidad que sea compatible con el objetivo de acumulación de reservas”, mencionó hace algunos días el jefe del Palacio de Hacienda en la reunión de AmCham.
Hay, en ese sentido, una tensión entre esa posibilidad de abastecer de importaciones a una economía que las requiere para sostener su crecimiento y una de las tres metas centrales acordadas con el Fondo Monetario Internacional: la acumulación de reservas. Según el diagnóstico del equipo económico, incluso, es la meta más importante de todas las que están incluidas en el programa económico con el Fondo.
La recuperación de la actividad comienza a ver sus bordes. Esas limitantes están dadas por factores locales y externos. Entre los locales se encuentra principalmente la escasez de dólares para financiar importaciones
Algunos informes privados ya hablan sobre esa problemática. “De cara a los próximos meses crecen los riesgos de que se debiliten los drivers que explicaron esta trayectoria. Para empezar, la marcada aceleración inflacionaria, que desde el segundo semestre de 2021 fue contrapesada en materia de ingresos por la reapertura de paritarias, posiblemente comience a hacer mella en el poder adquisitivo en adelante: el salto de inicios de año -agravado por la guerra en Ucrania- y las perspectivas de registros elevados para los próximos meses puede poner en jaque la continuidad en la recuperación del ingreso disponible. Pese a los holgados acuerdos paritarios y los recientes bonos a sectores de menores ingresos, la suba de precios hace más factible un escenario donde se trunque la recuperación real de los ingresos y salarios iniciada a finales del año pasado”, explicó Ecolatina en un informe.
“En buena medida la capacidad de seguir creciendo al actual ritmo dependerá fundamentalmente del nivel de reservas del BCRA. Un mayor control de las importaciones limitaría la expansión del mercado interno vía una menor disponibilidad de insumos y bienes (en cantidad y variedad), afectando la actividad fabril, presionando sobre los precios o postergando la decisión de compra de los consumidores. Como antecedente vale remitirse a lo ocurrido en octubre 2021, cuando la restricción al pago anticipado de importaciones indujo una caída fuerte de la industria. Al mismo tiempo, restringir aún más las compras externas podría entrar en conflicto con el compromiso de no seguir fortaleciendo las restricciones cambiarias”, concluyó.
La acumulación de reservas, en ese sentido, es el que aparece como objetivo más complejo para el Poder Ejecutivo. Según PxQ, otra consultora, la autoridad monetaria acopió unos USD 1.683 millones en lo que va del año, mientras la meta a fines de junio es de USD 4.100 millones. Así, al BCRA le quedarían por comprar en las próximas seis semanas poco más de USD 2.400 millones para alimentar su colchón de divisas netas.
PxQ estimó cuál debería ser el ritmo de compra de dólares del BCRA para cumplir la meta. “Si se pudiera usar el Fondo de Resiliencia del FMI para engrosar las reservas internacionales netas el BCRA debería comprar USD 34 millones promedio por día hasta el 30 de junio para cumplir el objetivo del Extended Fund Facility. Sin este Fondo se deberían comprar USD 80 millones promedio por día”, estimó. El Fondo de Resiliencia alude es la nueva línea de financiamiento que anunció el FMI con condiciones más laxas, y que podría implicar un refuerzo de fondeo para la Argentina, pero de solo unos USD 1.300 millones.
Según un informe de Analytica, “podría existir cierto margen de negociación con el FMI. Al reinstaurarse el cepo, a finales de 2019, viene ocurriendo que las importaciones base caja (que son las que afectan la acumulación de reservas) crecen fuertemente y son prácticamente idénticas al valor de los despachos FOB (devengado, sin costos de seguro y fletes)”, explicaron.
“Es lógico, ya que ante mayores limitaciones de acceso al mercado de cambios, los importadores prefieren realizar los pagos con la menor dilación posible, sin acumular deuda con proveedores. Esto implica una necesidad adicional de dólares para importar del orden de los USD 5.000 millones promedio por trimestre. Si el FMI convalida los controles de capitales, habría espacio para que el gobierno exija internalizar estos efectos colaterales, dotando al BCRA de instrumentos apropiados para enfrentar la situación”, continuó el informe.
“Hacia adelante el gobierno tendrá que administrar al detalle la cuenta cambiaria para desarmar gastos en dólares, en particular aquellos con bajo impacto sobre la actividad económica. El cómo dependerá de qué considere sea menos costoso y a su vez, qué funcionario pueda/quiera cargar con esa responsabilidad”, concluyó Analytica.
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