Ayer resultó otra jornada negra para los mercados financieros y bursátiles. El dato de inflación de abril en los Estados Unidos resultó peor que el esperado y una vez más lo pagaron las compañías tecnológicas. El índice Nasdaq, que agrupa a las principales tecnológicas, cayó otro 3,1% y acumula un derrape de casi 30% en el año. El Bitcoin tampoco se salva y ayer perforó por primera vez en el año los USD 30.000, generando un rojo de 38% en lo que va de 2022.
La rueda arrojó muy pocas excepciones, pero una sobresalió particularmente: las principales acciones argentinas que cotizan en Wall Street no sólo no cayeron, sino que lograron terminar con subas generalizadas de hasta 3,5% en dólares. Los principales papeles locales se sumaron a la tendencia: entre ellos Grupo Financiero Galicia, Banco Macro, Pampa Energía, YPF, Loma Negra y Edenor, por mencionar algunos.
Ahora bien, es razonable pensar que se trató de un episodio puntual, anecdótico o simplemente casual. Sin embargo, ninguna de estas descripciones se ajusta a lo que está sucediendo. En realidad, las acciones argentinas se vienen comportando en forma sustancialmente más estable que la mayoría de los índices bursátiles que cotizan en Wall Street.
En lo que va de 2022 hubo pocos refugios para los inversores. Claramente lo fue el oro, que se mantiene levemente positivo en el año y mucho más las acciones de energía y en general las materias primas, que volaron en medio de la guerra de Rusia y Ucrania. Pero las caídas fueron mucho más contundentes y generalizadas, en medio de los temores por futuras subas de la tasa de interés en Estados Unidos para combatir la inflación creciente.
En lo que va del año, por ejemplo, las acciones de bancos locales apenas cayeron 5% en dólares, IRSA opera neutra, mientras que acciones como Pampa y TGS suben alrededor de 5%, siempre medido en dólares. ¿Qué hay detrás de semejante estabilidad en un contexto pésimo de Wall Street, que atraviesa su peor derrumbe desde la crisis de 2008?
Existen varios factores que justifican el relativamente buen momento de los papeles argentinos, entre los que se encuentran los siguientes:
La caída brutal ya sucedió en 2019: el gran ajuste se produjo inmediatamente después de las PASO de aquel año, con la victoria de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Las acciones nunca se recuperaron de aquel derrumbe y hoy siguen 70% a 80% debajo de esos niveles. Ahora los precios de las principales compañías que cotizan en Wall Street vienen mostrando un comportamiento “lateral”, es decir se mueven en rangos de precios más bien acotados.
El temor a nuevas subas de tasas en Estados Unidos sigue generando estragos en los mercados bursátiles, impactando en particular en el sector tecnológico. Las acciones argentinas se transformaron en un inesperado refugio por su estabilidad y apuestan a que seguirán siendo buena opción en los próximos meses
Las acciones ya cotizan a grandes descuentos: en la comparación regional, la mayoría está 50% por debajo de compañías similares de la región por el hecho de tratarse de compañías con sede en la Argentina. Los inversores aplican descuentos adicionales por culpa del “código postal”, sin tener en cuenta muchas veces los resultados y los datos objetivos del balance.
Expectativa por un cambio político en 2023: empieza ser un factor importante en el ánimo de los inversores. Aún cuando no se espera un espectacular rally como el sucedido entre 2013(cuando el kirchnerismo perdió las elecciones legislativas) y 2015 (con la victoria de Mauricio Macri), las chances de una significativa recuperación ante la llegada de un gobierno más amigable con los inversores son significativas. Puesto de otro modo, el peligro de una caída se percibe mucho más acotado que la oportunidad de subirse temprano a un rebote. Esta hipótesis tiene en cuenta incluso los grandes desafíos que enfrentará el próximo gobierno, ante el enorme deterioro que sufren las principales variables financieras y sociales del país.
Los grandes fondos internacionales ya no tienen acciones argentinas: se trata de un dato de suma relevancia que explica en buena medida por qué no hubo caídas masivas en las últimas semanas. Es evidente que en el proceso de pánico que atraviesan los mercados no se salvó ningún activo, desde tecnológicas hasta bonos de mercados emergentes. Pero en el “revoleo” no cayeron las acciones locales por el simple motivo que los grandes fondos ya se desprendieron de ellas. Lo poco que tenían se terminó de liquidar cuando la Argentina perdió el status de país emergente y pasó sin anestesia a “stand alone”, algo así como “caídos del mapa”.
SEGUIR LEYENDO: