El sector “Prendas de vestir y calzado” fue el que lideró la inflación del mes de abril con un incremento del 9,9%, que sumado al 10,9% de marzo totalizó un 20,8% en el segundo bimestre del año. De esta forma, el incremento de los precios de la indumentaria aportó 1,1 punto porcentual al 6% del índice general del mes, según informó el ministerio de Economía.
En los últimos 12 meses, los precios de la ropa y el calzado crecieron un 73,4%. El único sector que igualó ese aumento interanual fue “Restaurantes y Hoteles”, una actividad que recuperó fuerte su actividad tras el impulso del Plan Previaje y los largos meses de restricciones por la pandemia. Sin esas particularidades, la ropa aumentó en el mismo nivel que los servicios turísticos.
Por debajo del 9,9% de la indumentaria, los aumentos de abril desagregados por sector fueron Restaurantes y Hoteles (7,3%), Salud (6,4%), Alimentos y bebidas no alcohólicas (5,9%), Equipamiento y mantenimiento del hogar (5,5%), Transporte (5,3%), Recreación y cultura (5,2%), Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (4,6%), Educación (3,7%), Comunicación (3,7%) y Bebidas Alcohólicas y tabaco (3,3%).
En los cuatro primeros meses del año, “Prendas de vestir y calzado” registró un aumento del 29%, superado solamente por “Educación”, que tuvo en marzo un inusual incremento del 23% por el impacto de los colegios privados en el inicio de clases.
La suba de los precios de la ropa provoca fuertes distorsiones en relación a otros productos y servicios de la economía, algo típico de las épocas de alta inflación. Según una recopilación de Infobae a comienzos de este mes, si bien en los shoppings se pueden comprar zapatillas deportivas de marca por unos $13.000, una gran cantidad de modelos se venden por encima de los $41.000 sin ser estos los más caros. Esos valores lo ubican unos $2.060 más que el salario mínimo, $8.370 más que la jubilación mínima y $1.000 más que un alquiler de un monoambiente.
En cuanto a las remeras, adquirir una estampada en un shopping puede costar más de $8.000. Sin embargo, hay varios locales que las comercializan de $4.000 a $6.000. Respecto de los jeans, en su mayoría se pueden conseguir modelos que cuestan entre $10.000 y $15.000 pero en algunos casos estos se ofrecen por encima de los $27.000. Por su parte, el costo de una camisa formal con botones -en un reconocido local de ropa para hombres- es de $34.000.
Estos precios contrastan no solamente con los salarios o las jubilaciones, sino también con las tarifas de los servicios públicos, congeladas desde hace más de dos años y en el centro del debate económico por estos días.
Al igual que con otras actividades, en su afán por controlar la inflación el Gobierno lanzó el 10 de marzo un plan denominado “Acción Moda”, con la previsión de que unas 70 marcas de primera línea ofrezcan 15 prendas cada una a precios accesibles en 2.000 puntos de venta en todo el país. Estas prendas estarán identificadas con una etiqueta oficial. La iniciativa, sin mayores impactos, se coordinó entre la Secretaría de Industria y la Cámara Argentina de la Industria de la Indumentaria (CIAI).
El titular de esa secretaría, Ariel Schale, conoce de cerca el sector. Antes de ingresar al gobierno, fue director ejecutivo de la Fundación ProTejer, la entidad que agrupa a las empresas de la indumentaria. Justamente desde esa entidad llegó la defensa de ese sector, ante diversas opiniones que apuntaban a que se trata de un sector con fuerte protección a las importaciones y con constantes aumentos de precios.
Cuando el Indec informó un 10,9% de aumento en las prendas de vestir para marzo, la Fundación ProTejer salió a defenderse. A través de un documento, la entidad señaló que la suba de precios internacionales récords en dólares (commodities, energía, materias primas e insumos textiles más el efecto suba del tipo de cambio) y la estacionalidad de precios de marzo (lanzamiento temporada otoño-invierno) son los principales factores que explican los incrementos de la industria textil registrados dentro del 6,7% del IPC de marzo.
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