Un grupo de acreedores de la Argentina elogió al ministro de Economía, Martín Guzmán, por reconocer que el país necesita menores subsidios energéticos y un déficit fiscal más acotado para desarrollarse.
Con cierta ironía, afirmaron: Nosotros nos preguntábamos esto antes. Ahora se lo pregunta @Martin_M_Guzman.. Es un avance. “¿En qué país funcionan subsidios energéticos de 4 puntos del PBI? ¿En qué país del mundo funciona un déficit financiado con una moneda que la gente deja de querer?”.
Se trata del grupo Argentina Exchange Bondholders, que está constituido por una veintena de instituciones de inversión, que aceptó reestructurar en agosto de 2020 títulos soberanos en dólares emitidos por la Argentina, teniendo en cuenta las series de bonos emitidos en los canjes de 2005 (que llevaron a cabo el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna y su secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, durante el gobierno de Néstor Kirchner) y de 2010 (organizado por el entonces ministro de Economía Amado Boudou, durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner).
Uno de sus asesores legales es Dennis Hranitzky, quien fue uno de los defensores del fondo de Paul Singer en su litigio de 14 años con la Argentina. Hranitsky trabaja en la actualidad para la firma de abogados Quinn Emanuel Urquhart & Sullivan.
Tiempo después del canje, el grupo expresó sus quejas por el rumbo que tomó el Gobierno en un comunicado: “La reestructuración de la deuda externa argentina cerró en agosto de 2020. Los acreedores se unieron para proporcionar 37.000 millones de dólares estadounidenses de alivio en materia de liquidez y aceptaron una sustancial pérdida de valor para facilitar el camino del país hacia su recuperación, luego de una profunda recesión y la pandemia de COVID-19″.
“Argentina insistió en negociar la reestructuración de su deuda comercial antes de elaborar un plan económico detallado y negociar un nuevo programa con el FMI. Durante las conversaciones relacionadas con la reestructuración, los tenedores de bonos pidieron especificidad sobre un programa económico en varias ocasiones y mostraron preocupación por lo que ocurriría el día posterior al cierre del intercambio. En respuesta, el ministro Guzmán se rehusó a indicar parámetros específicos de su agenda económica a los acreedores en todo momento, insistiendo sencillamente en que la sustentabilidad fiscal y la reconstrucción de las reservas internacionales eran sus objetivos firmes”.
“Por desgracia, hasta el momento, las preocupaciones de los acreedores han demostrado ser justificadas. Las autoridades económicas de Argentina no solo no han restablecido la confianza, sino que también las medidas relacionadas con políticas tomadas inmediatamente después de la reestructuración de la deuda empeoraron la crisis económica del país de manera significativa. En lugar de permitir que los precios alcancen un equilibrio e incentiven la actividad económica deseada, el Banco Central reforzó una política de tipo de cambio que promueve las importaciones y desalienta las exportaciones, y ha agotado sus reservas hasta alcanzar un nivel peligroso. La brecha resultante entre el tipo de cambio oficial y paralelo de más del 100 % prácticamente garantiza que las reservas no puedan reconstruirse, un típico caso de una moneda débil que expulsa a una fuerte”.
“Las medidas adoptadas para obligar a los prestatarios argentinos por lo demás solventes a reestructurar sus deudas han socavado la confianza fundamental en la intangibilidad de los contratos. Al enviar un mensaje de que no se pagarán ni siquiera las deudas sostenibles, las autoridades argentinas han generado alarma entre muchos acreedores, que se preguntan si sus sacrificios para ofrecer una estructura de deudas que Argentina tiene la capacidad de pagar fueron al final inútiles frente a un prestatario que quizás simplemente no tenga voluntad be de pago”.
“Mientras tanto, la estabilidad macroeconómica parece ser un espejismo cada vez más lejano. Las exigencias fiscales y monetarias de 2020 quizás sean comprensibles, pero es claro que la intención de tener un déficit primario de 4,5 % y total de 6 % en 2021, generado por la emisión de pesos, es tan perjudicial para la confianza local y externa como contraproducente. Ante la ausencia de políticas de anclaje claras y un aparente rechazo a tomar decisiones difíciles, la formulación de políticas económicas atenta contra la misma recuperación pos-COVID que debería impulsar. Mientras que el Gobierno argentino opta por no hacer mención a sus objetivos monetarios o fiscales para 2022 en adelante, los mercados solo pueden asumir lo peor y extrapolar a partir de 2021″, concluyeron.
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