El dilema de Guzmán: acumular dólares como exige el FMI o liberarlos para la producción y evitar una nueva recesión

Será un tema clave de la revisión del acuerdo que arranca esta semana. El BCRA precisa acumular reservas, pero las divisas también hacen falta para importar gas, responder a la demanda de importadores y de los argentinos que viajan al exterior

Guzmán y la directora del Fondo, en uno de los tantos encuentros que mantuvieron en los últimos dos años.

La aceleración inflacionaria adquirió ribetes dramáticos. En apenas un mes, las proyecciones de los economistas que participan en la encuesta del Banco Central aumentaron en cinco puntos su pronóstico para el año: del 60% ahora pasaron al 65 por ciento. Como en general suelen subestimarse el dato final, no es para nada exagerado calcular que el índice de precios podría terminar el año en torno al 70 por ciento.

Las distintas estimaciones sobre la evolución inflacionaria del año se hicieron pedazos. Nada quedó del rango de 38 a 48% que estimó el propio FMI en el acuerdo firmado con la Argentina hace menos de tres meses. Las paritarias que se cerraron al 40% a principio de año o el aumento del salario mínimo del 45% en cuotas parecen de otro país. Ni hablar del 33% que estimó el ministerio de Economía en el proyecto de Presupuesto para el 2022, correctamente rechazado por el Congreso.

Abril no viene demasiado mejor, aunque posiblemente el dato que divulgará el INDEC el jueves se ubique apenas por debajo del 6 por ciento. Con fuertes peleas internas, es imposible que el debilitado Martín Guzmán consiga llevar adelante un plan creíble para bajar la inflación de manera consistente. Él mismo lo admitió en el almuerzo ante empresarios en el Cicyp, cuando pidió “actuar con coherencia”. Lo que en cualquier otro momento hubiera sido un mensaje para la oposición, ahora lo es para el propio kirchnerismo.

Las estimaciones de inflación para el año vienen creciendo en forma acelerada. Hace dos meses, el REM publicado por el Central había estimado 55%. En la medición divulgada el viernes ya subió a 65%. El dato de abril no será demasiado alentador y no se ve una clara desaceleración por delante

Las larguísimas filas el viernes para anotarse en el bono que pagará ANSES fueron un reflejo de la dramática realidad que se vive en una porción hoy mayoritaria de la sociedad. La inflación galopante está provocando efectos dramáticos en las familias de menos recursos, que a duras penas llegan a comprar los alimentos básicos. La cifra de beneficiarios de esta nueva ayuda del Gobierno seguramente sorprenderá cuando se divulgue en los próximos días. Según Juan Carlos Alderete, diputado kirchnerista y referente de la Corriente Clasista Combativa, podrían recibirlo 13 millones de personas.

Las largas filas ante las oficinas de la Anses, para anotarse al bono del gobierno, refleja la dramática realidad de un amplio sector de la población

La audiencia por el aumento tarifario será otro campo de batalla dentro del Gobierno. Pero más allá del pataleo de Cristina Kirchner y de La Cámpora, es inevitable avanzar con los ajustes segmentados. Ni siquiera se trata de bajar subsidios 0,6% del PBI como está planteado en el acuerdo con el FMI. Es más, los cálculos preliminares indican que seguirán subiendo aún con los aumentos que se vienen. El aumento mundial del precio de la energía y la suba de costos internos para las empresas requeriría de un incremento de tarifas mucho mayor al propuesto.

El ajuste tarifario se quedará a mitad de camino por una razón muy obvia: la mayoría de los usuarios tendrá incrementos menores al 45% cuando la inflación del año ya se proyecta en casi 70%.Esto se debe a que el tope dispuesto por el propio Guzmán no puede exceder el 80% del aumento salarial…del año pasado. Obviamente ese incremento quedó totalmente desactualizado en relación a la inflación del 2022.

Mientras que los sectores con gremios fuertes consiguen que los salarios no le pierdan pisada a la inflación, la situación es totalmente distinta en la población más vulnerable que trabaja en negro o por cuenta propia. Allí, la pérdida de poder adquisitivo de los primeros meses de 2022 resultó dramática

Cristina Kirchner continuó esta semana con la estrategia que ya viene llevando adelante en los últimos meses, sin disimulo. La intención no es “voltear” a Alberto Fernández y ni siquiera forzar una renuncia de Guzmán, sino despegarse abiertamente del rotundo fracaso del Gobierno, expresado primero en el gigantesco salto del dólar del 2020 y ahora con una inflación galopante, que está cada vez más cerca del 100% en términos anualizados. Quizás el dato más sorprendente para el “círculo rojo” es que estaría consiguiendo su objetivo de mantener su caudal electoral y no quedar arrastrada por el derrumbe que sufre la imagen del Gobierno.

Primeras imágenes del despegue

La vicepresidente aparece en las distintas encuestas de opinión como la política que resultaría hoy más votada en una elección. Sin embargo, sigue teniendo un “techo” bajo, con lo que podría sufrir un “efecto Menem 2003″. El riojano salió primero en aquella elección, pero en el ballotage perdía contra todos los candidatos. Finalmente Néstor Kirchner se consagró Presidente con apenas 21% de los votos. “No sé si Cristina será candidata, porque si bien le iría bien en la elección, está muy lejos de poder ganar en el ballotage”, señaló el politólogo Federico Aurelio tras divulgarse la última encuesta de su consultora Aresco.

Cristina Kirchner, en su presentación en Chaco. La operación "despegue" podría tener éxito, pero su techo electoral sigue siendo bajo

La misión del FMI que arribará esta semana a la Argentina tiene una ardua tarea por delante. No parece tan compleja la revisión del primer trimestre, pero sí definir qué pasará con las principales metas del acuerdo hacia adelante. A esta altura ya está prácticamente jugado que no se alcanzará el objetivo de reducir el déficit a 2,5% del PBI. Por lo tanto, tampoco se reducirá la emisión monetaria al nivel que estaba previsto, ya que debe bajar de 3,7% del Producto a sólo 1%.

Martín Guzmán tiene opciones difíciles por delante, encima en el medio de la pelea con el kirchnerismo duro. La escasez de dólares lo obligará a elegir entre prioridades. Si cumple con la meta de acumulación del FMI, le permite más acceso a los importadores o esas divisas se usan para importar gas

La principal incógnita es por lo tanto que ocurrirá con la tercera de las metas exigidas por el Fondo: la acumulación de reservas netas por USD 5.800 millones durante el 2022.

La pelea por los dólares

En un contexto de escasez de divisas por la elevada incertidumbre global y sobre todo local, la pelea por los dólares será dramática en los próximos meses. El Banco Central debe comprar aceleradamente para cumplir con el compromiso asumido con el FMI. Tras haber acumulado USD 500 millones en la primera semana de mayo, aún debería adquirir otros USD 1.800 millones hasta fin de junio para cumplir con la exigencia del segundo trimestre.

El BCRA debe conseguir dólares para cumplir con el Fondo, pero sobre todo para llegar mejor parado al 2023. El año de las elecciones presidenciales siempre trae fuertes presiones cambiarias, por lo que resulta clave consolidar las reservas. Sin embargo, la pelea por las divisas será encarnizada en los próximos meses, ante la fuerte demanda de distintos sectores.

La industria es la que más se queja por las dificultades para acceder a divisas, porque hay riesgos serios que se frene la producción ante la falta de insumos importados.

La regla impuesta por el BCRA –que sólo autoriza un incremento de 5% respecto al acceso a divisas obtenido en 2021- resulta insuficiente para muchos sectores. Pero también aparece la necesidad de importar GNL para afectar lo menos posible la provisión de gas a la producción. Los fuertes aumentos de precios por los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania llevaron los valores por las nubes, afectando las cuentas públicas y a las reservas.

Economía y el BCRA deben hacer equilibrio entre la meta de reservas y la demanda de dólares para la importación de insumos importados (Adrián Escandar)

Y a esto se suma la demanda de los argentinos que viajan al exterior y gastan con tarjeta, compran pasajes y reservan hoteles. Solo en el primer trimestre, el Central perdió USD 1.300 millones por este concepto. Se trata de una presión adicional sobre las reservas, teniendo en cuenta que por la pandemia en los últimos dos años la balanza turística había arrojado un resultado neutro.

El BCRA consiguió comprar USD 500 millones en la primera semana de mayo. Pero si bien se trata de la temporada alta en materia de liquidación de divisas por parte del sector agropecuario, podría no resultarle tan fácil acumular divisas ante las urgencias de distintos sectores.

La consultora Equilibra lo planteó en términos crudos en su último informe: “Cumplir con la meta de acumulación de reservas implicaría un crecimiento nulo en el promedio del año. Si la meta se flexibiliza en USD 2.000 millones, la economía podría crecer 1 por ciento”.

Guzmán enfrenta así un gran dilema que seguramente le provocará más resistencias dentro del Gobierno. Si cumple a rajatabla con el FMI y acumula los dólares como exige el acuerdo, condenaría a muchos sectores económicos a una menor producción y por ende caída de la actividad. Y si no cumple con el Fondo, podría destinar más recursos para aumentar las importaciones y evitar una nueva recesión tras la mejora de la actividad del año pasado.Pero a su vez el Gobierno llegaría debilitado para enfrentar un 2023 que puede resultar dramático tanto en términos electorales, como desde el punto de vista financiero y cambiario.

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